Pongámoslo así:
Una cosa es afrontar la crisis generada por una pandemia con un sistema de salud libre de corrupción y al que van a parar buena cantidad de los recursos que produce un fértil paraíso natural como lo es Colombia, o enfrentarla con una población cuyo acceso a la tecnología y al trabajo formal son la norma, o con vías y medios de transporte en perfecto estado que permitan que la prolífica producción alimentaria de nuestra nación llegue de manera eficiente desde el campo hasta cualquier rincón del país.
Y otra muy distinta es encarar la crisis con hospitales como los nuestros, en donde la carencia de camillas es la noticia diaria, o con un sistema de salud privatizado en gran medida al que la corrupción tiene al borde de la ruina, o con una fuerza productiva que avanza a la brava con un 47 por ciento de informalidad laboral, o peor aún, enfrentarla con un campesinado echado al olvido y al que ni siquiera un acuerdo de paz (tan ambicioso como el alcanzado en La Habana) ha podido otorgarle la importancia que se merece en un país en donde más del 98 por ciento del territorio es rural, y en el cual habita al menos una cuarta parte de nuestra población.
Del manejo político que le han dado nuestros gobernantes a la situación mejor ni hablemos.
Y que no nos vengan con la excusa de que el COVID-19 agarró al mundo por sorpresa. Esta podría ser simplemente la primera de muchas crisis sanitarias y sociales del siglo. Las pandemias son así: aparecen de pronto y avanzan como aplanadoras, más allá de que sean consecuencia de prácticas humanas que deberían hacerlas predecibles. ¡El hecho es que las pandemias no avisan! Por eso, la única manera de contrarrestarlas en estar preparado. La pregunta ahora es: ¿lo estaremos la próxima vez?
Después de entrevistar a más de veinte líderes y organizaciones sociales de la Colombia rural, en donde las dificultades para acceder a los servicios más básicos se acentúan, estamos convencidos de que esta es una oportunidad histórica para que el Estado entienda que superar la presente crisis es solamente el primer paso hacia la única solución que será definitiva con miras al futuro: construir un país, desde la más pequeña vereda y resguardo hasta las ciudades capitales, en donde las únicas enfermedades sean los virus. De lo contrario, todos los esfuerzos y sacrificios que se hagan hoy habrán sido en vano.
En tiempos de confinamiento, con nuestros hogares por frontera, esta vez en Fundación Chasquis tomamos las autopistas virtuales y recorrimos veredas, cultivos, mares, pueblos, barrios y montañas para recolectar las voces que suelen ser excluidas de la narrativa informativa. Al final de una travesía que nos llevó desde la imponente Guajira hasta la sabrosa Tumaco, en la frontera con Ecuador, regresamos a casa con esta panorámica de la situación generada por la actual pandemia en la Colombia poco escuchada, la de las comunidades campesinas, afros e indígenas del país.
Conozca aquí el resultado de nuestras conversaciones sobre la pandemia en cada región.