En ocasión de la celebración del mes del orgullo de la comunidad LGBTIQ+ alrededor del mundo, el gobierno del cambio en Colombia a la cabeza de Gustavo Petro y Francia Márquez, que en campaña manifestaron abiertamente su apoyo irrestricto a esta comunidad, ha decidido sumarse a dicha celebración publicando en las redes sociales imágenes, vídeos y mensajes alusivos
Como era de esperarse, han sido varios los ciudadanos quienes han mostrado su alegría y apoyo como también otros su rechazo a que el gobierno de Petro y Francia “imponga una agenda LGBTIQ+” o “imponga al resto del país una ideología de género” a través de estas manifestaciones. Ha sido bastante notorio el rechazo específicamente a que el escudo patrio aparezca en las fotos de perfil con los colores alusivos a la comunidad. No han sido pocos los que han llamado a esto un “irrespeto” a los símbolos patrios e inclusive una clara violación a las leyes que dictaminan cuáles son los colores y de qué manera deben usarse. Y todavía quienes son más osados y relacionan el escudo patrio multicolor con señalar a Petro de querer “sexualizar a los niños” y violarlos junto con Timochenko.
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Una twittera publicó un tweet mostrando la legislatura existente en cuanto al uso de los símbolos patrios, resaltando que es "un ultraje" un uso diferente. El usuario S. Kaweechelchen respondió: "Pucha, ¡entonces el pasaporte con el escudo en dorado en la portada y morado-degradando-a-verde en el interior y el morado de la cédula están rompiendo la ley! ¡Demanda a la registraduría y a la cancillería por emitir tales ultrajes!"
En medio de este debate, habría que preguntarse naturalmente, ¿de qué irrespeto estamos hablando y hacia qué o quiénes? ¿Es un irrespeto que la presidencia de la República use en el escudo colores diferentes o despliegue las banderas de la diversidad sexual sobre sus columnas jónicas de la Casa de Nariño? Cabe preguntarse también, ¿leyes legisladas por qué o quiénes?, ¿bajo qué visión del mundo dichas personas crearon estas leyes? Recordemos solo las leyes de la Alemania nazi a quienes eran gays o lesbianas y quienes eran obligados a portar en la camisa un triángulo rosa. Estas personas fueron llevadas a campos de concentración, torturadas y asesinadas.
Algunos atribuyen a los símbolos patrios un “aura” o condición de “sacro” como en los íconos religiosos o las fachadas de las iglesias. Cualquier modificación es considerada una blasfemia y sus consecuencias más fanáticas las vimos en los asesinatos perpetrados por yihadistas a personas que caricaturizaron al profeta Mahoma en el semanario francés de Charlie Hebdo. ¿Qué tiene de irrespetuoso el rosa, rojo, naranja, amarillo, verde, turquesa, índigo, violeta, en ese mismo orden como se ve en la bandera LGBTIQ+?, ¿a quién lastima o qué derechos quitan o vulneran estos colores?
Lo que sí es cierto es que según un informe de la Corporación Caribe Afirmativo en 2022, 145 personas LGTBI fueron asesinadas. Fueron asesinadas solo por amar a quien quisieron amar y vestir, caminar y hablar según quisieran. Aquí, claramente, el derecho a la vida fue violado. ¿Cuántas de estas personas por portar un símbolo de diversidad sexual fueron hostigadas, amenazadas, torturadas y asesinadas?
Según la página web de Amnistía Internacional: “En varios países de América Latina, la comunidad LGBTI sigue viviendo una dura realidad marcada por homicidios, ataques, discriminación y amenazas. En lugares como Brasil, Colombia, Guatemala, Honduras y México, las personas transgénero son especialmente vulnerables y corren el riesgo de ser asesinadas.”
Sabrán estas personas que el creador de la famosa bandera arcoíris, el estadounidense Gilbert Baker, la popularizó en 1978 y los colores, lejos de irrespetar a alguien o imponer una orientación sexual a los niños, representa “la vida, la curación, la sexualidad, la luz solar, la naturaleza, la magia, el arte y la serenidad?
Persiste todavía una falacia (que es un falso argumento, engañoso), entre muchas otras, en la sociedad conservadora, temerosa y prejuiciosa llamada “hombre de paja”. Esta consiste en tergiversar el sentido o mensaje de algo o alguien y en atacar dicha distorsión. Dicho de otro modo, la bandera arcoíris, que es un símbolo de respeto por los derechos de personas diversas, no pretende imponer una orientación sexual, ni violar niños y niñas, ni hacer que varones quieran ser hembras y viceversa y ni en destruir a la “familia tradicional” ni en quemar iglesias ni en traer el comunismo.
Disfrazan estas personas su homofobia mostrando una legislatura que no menciona como un “ultraje” estos colores del arcoíris. Bien se sabe, desde distintas investigaciones psicológicas y sociológicas, qué es lo que hay detrás de una persona homofóbica. Interesante seguir analizando las proyecciones psicológicas deformadas, paranoicas, de ciertos individuos que cuando ven una bandera arcoíris ven pedofilia, violación, pecado y sadomasoquismo, (aquello no se da en heterosexuales). Que ven en dos hombres o dos mujeres cogidos de la mano el pecado, la violación, el apocalipsis, y la "homosexualización" de los niños del mundo orquestado por una conspiración internacional.
Reza la Constitución Política de 1991 en su artículo 13: “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica. El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados”.
¿No es menester del gobierno colombiano, uno que por primera vez celebra el respeto y la inclusión a la diversidad, velar por el derecho de la diferencia en la igualdad y rescatar la igualdad como referente único para aceptar la diferencia? ¿No es un imperativo político y social de una democracia el respetar y mostrar solidaridad con una comunidad perseguida y asesinada?
A final de cuentas, se podría decir que el escudo patrio con los colores de la diversidad sí representa un irrespeto: un irrespeto a los prejuicios, al patriarcado y a la homofobia. Entonces, ¡Qué viva el irrespeto a los prejuicios!
