Pánfilo: Según la RAE, dícese de persona irreflexiva, ingenua, de bajo coeficiente cognitivo. Sinónimo de estúpido. Con ésta definición me atrevo a hacer la siguiente pregunta afirmativa ¿Por qué la mitad de los colombianos son unos pánfilos?
Es asombroso ver cómo el Proceso de Paz entre la guerrilla más antigua del continente, las Farc, y el gobierno colombiano en cabeza de Juan Manuel Santos, pasó del primer plano de las desinformación y bipolaridad sentimental a un segundo, tercer y hasta quinto plano, según el tiempo de cubrimiento de los medios de comunicación privados al tema.
Conversando con amigos sobre el tema, el más pesimista afirmaba que a los colombianos no nos importa la paz, otro, más optimista decía que no entendíamos el proceso ni su relevancia; y el más entusiasta, manifestaba que la mala imagen del Jefe de Gobierno, su baja aceptación y sus políticas impopulares hicieron que los colombianos desconfiaran del Proceso de Paz. ¿Cuál de las tres será? Se podría decir que una mezcla de las tres, pero yo me atrevo a afirmar que ninguna, para mí la respuesta es que vivimos en un país de pánfilos, eso sí, en esta clasificación no entra nuestra audaz clase dirigente.
El actual proceso con las Farc no es el primer Proceso de Paz en Colombia y seguramente no será el último, pero este al igual que los anteriores, es trascendental y es un paso gigante para la consecución de una paz verdadera. Durante la década de los noventa hubo 9 negociaciones de paz con nueve grupos diferentes, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Movimiento Quintín Lame (MAQL), el Comando Ernesto Rojas (CER), la Corriente de Renovación Socialista (CRS), las Milicias Populares de Medellín (MPM), el Frente Francisco Garnica, el MIR – COAR, y el más conocido el del M-19, el cual permitió la celebración de una constituyente y con ella una nueva Constitución Política, que a pesar de no ser perfecta, en comparación con la dogmática y arcaica Constitución del 86, ha permitido, de a pasitos, ir construyendo un Estado Social de Derecho.
Si observamos bien, ya que ni siquiera es necesario pensar, pues pareciera ser una actividad muy fatigosa para la mitad de nuestros compatriotas; estos Procesos de Paz, desmovilización, reinserción a la vida civil y resocialización de los miembros de las guerrillas arrojaron a la vida política reconocidos líderes políticos algunos hacía la izquierda como Gustavo Petro, Jaime Perea y Navarro Wolf; y otros hacia la derecha como el senador Evert Bustamante por el partido Centro Democrático. Lo que a simple vista se traduce como una legitimidad de las diferentes posturas políticas (Izquierda, derecha y ultra derecha) a los Procesos de Paz en el país con grupos guerrilleros. Y el actual no es la excepción; pues se acaban de entregar más de 7.000 armas pertenecientes a las Farc a los veedores de la ONU. Y a pesar de tan importante avance ¿por qué digo la mitad del país son unos pánfilos? Sencillo:
Primero: Porque en una encuesta sobre “si la entrega de armas mejora o empeora el Proceso de Paz” el resultado sea casi un empate, significa que esa mitad del país prefiere vivamos en guerra, pues es mejor los grupos armados que la democracia pacífica.
Segundo: Porque a pesar de los 10 procesos de Paz con guerrillas en los últimos 30 años, el cual ninguno, ni el del M-19 que nos dejó una nueva Constitución Política, nos acercó siquiera al progresismo, menos a tener un gobierno de izquierda, y por supuesto a un impensable gobierno y estado comunista, esa mitad del país cree que se le está entregando el país a unas debilitadas Farc para hacer transición hacia el “Castrochavismo”- comunismos o socialismo.
Tercero: Porque esa mitad del país ha optado por creer que Juan Manuel Santos, el presidente más neoliberal, después de Cesar Gaviria, que ha tenido el país, cuya agenda política ha reforzado la privatización de lo público, acrecentado la brecha de desigualdad social, y antepuesto el capital privado extranjero con los TLC sobre la vida y dignidad de los ciudadanos, es un socialista.
Cuarto: Porque esa mitad del país creyó que la lucha de más de 50 años de las Farc era por la reivindicación LGTBI y que los Acuerdos en la Habana eran una agenda para “homosexualizar” a la sociedad colombiana, acabar con la familia y erradicar la heterosexualidad.
Y finalmente, Quinto: Porque la mitad del país le ha creído al inventor de los cuatro puntos anteriores, al expresidente Alvaro Uribe Velez, el mismo que de los más de 12 procesos con grupos armados en los últimos 30 años encabezó el único proceso fallido, el de los paramilitares. Proceso el cual la ONU, la misma organización internacional que esa mitad de los colombianos cree que un presidente de un país subdesarrollado y tercermundista como el nuestro manipula y domina; al aprobarse la Ley de Justicia y Paz (ley 975 de 2005) decidió “no hacer parte del proceso por tratarse de un proceso donde no se era claro el cese de hostilidades ni una verdadera apuesta por la desmovilización y posconflicto” y que se evidenció cuando los paramilitares solo entregaron 0.37 armas por cada paramilitar, la tercera parte de su armamento, al igual que se desmovilizaron 9.000 de los 25.000 miembros que se presumía tenían los grupos paramilitares. Lo que llevó a la conformación de nuevos grupos armados, hoy denominados Bandas Criminales que siguen secuestrando, asesinando y desapareciendo campesinos, indígenas, afros y líderes sociales, con la misma agenda de los grupos paramilitares supuestamente desmovilizados.
Una sociedad, que elige creerle a ese fracaso de presidente, cuyo 45% de los que hicieron parte de su gobierno está en la cárcel por parapolítica, corrupción. chuzadas, y narcotráfico, al igual que sus familiares por paramilitarismo. Esa mitad que ha elegido creerle a un personaje con más de 80 investigaciones y 4 testigos en su contra asesinados, que le prometió a las Farc lo mismo que Santos hoy les concedió, pero aun así se empeña, contra toda lógica, en hacer creer que es mejor una guerra dirigida por él que un país en Paz, y lo ha conseguido, son unos pánfilos. Pues a pesar que solo deben observar, han decidido deshacerse de sus demás sentidos para solo escuchar a Uribe y hacer de su voz su propio instinto, que siguen por el camino de la irracionalidad. Por eso, lo apropiado no es decir que la mitad de los colombianos son uribistas, hay que llamarlos por su nombre, esa mitad de los colombianos son unos pánfilos.