En La Loma de Bojayá ese 17 mayo todo era fiesta. Un par de días antes, el pueblo de 150 casas se estaba organizando para inaugurar los paneles solares que el Gobierno les había instalado en el techo del colegio Agropecuario La Loma como parte de la apuesta del presidente Gustavo Petro por la transición a energías limpias y que está ejecutando el Ministerio de Minas, en cabeza del ingeniero Andrés Camacho, a través de las llamadas Comunidades energéticas.
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Aunque en Bojayá inauguraron los paneles con bombos y platillos, bailes de negros y la presencia de Petro y sus ministros Aurora Vergara, de Educación; Mauricio Lizcano de las Tic y Andrés Camacho de Minas; los paneles instalados en el techo del colegio de La Loma no son los únicos que ya están entregando luz 24 horas.
El colegio de La Loma, orgullo del pequeño pueblo cercado por la selva chocoana y el río llamado también La Loma, es una de las 23 Instituciones Educativas a las que el Ministerio les puso energía solar en el Chocó, un Departamento de negros e indígenas pobres, pero rico en recursos naturales, atacado por la guerra, robado por los políticos y olvidado por muchísimos años por la Colombia central y el mismísimo Estado.
El nacimiento de una esperanza
Tras la salida de la criticada Irene Vélez de la cartera de Minas y Energía, quien llegó al Ministerio con la credencial de ser hija de un amigo del Presidente, el mandatario encontró en el ingeniero Andrés Camacho la llave perfecta para poner en marcha uno de sus proyectos bandera como gobernante: la transición al uso de energías más amigables con el ambiente, iniciativa que Camacho, un ingeniero eléctrico y físico de la Universidad Distrital, títulos que acompaña con un máster en Administración de la Energía y sus Fuentes Renovables del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey en México, también adoptó como prioridad en su Ministerio.
Para poner a andar la transición energética, Petro y su ministro Camacho la priorizaron en las comunidades sin conexión de energía las 24 horas, en pueblos y caseríos alejados de las ciudades por donde no pasan las gigantes torres de hierro cableadas que entregan energía constante.
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Priorizaron también llevar la energía a hospitales y escuelas de comunidades apartadas y olvidadas como el colegio Agroindustrial La Loma de Bojayá, donde, debido a que la planta del pueblo solo se enciende de tres de la tarde a once de la noche, en la jornada académica, los niños no podían prender un computador, ni ahuyentar el calor bajo las aspas de un ventilador, ni podían tampoco encender los televisores que solo servían de adorno para las paredes del salón.
Precisamente, llevar energía a lugares donde no hay no hay flujo constante o sencillamente no hay energía es la esencia y meta de las Comunidades energéticas. Este es el proyecto al que le están apostando todos los funcionarios en el Ministerio de Minas y sus entidades adscritas como el Ipse y Fenoge, que tienen como tarea planificar y estructurar soluciones energéticas en zonas no interconectadas para el Ministerio de Minas y Energía.
El objetivo final de las Comunidades energéticas, como lo explicó el ministro Camacho, no solo es montar y entregar granjas, colegios, hospitales y paneles solares, sino que los beneficiados sean los dueños de la energía producida. La idea es que no solo las empresas generadoras, transportadoras y comercializadoras de energía estén en el negocio, sino que las comunidades organizadas sean dueñas de la energía. Con la puesta en marcha de las Comunidades energéticas los mismos pobladores pueden producir, distribuir, mantener y operar alternativas energéticas como suele ocurrir con los acueductos veredales, por ejemplo.
La meta que se propuso el ministro de Minas, Camacho es terminar este año con 400 Comunidades energéticas constituidas y operando para que al finalizar el periodo presidencial de Gustavo Petro sean, como mínimo, tres mil pueblos, colegios, hospitales, rancherías, veredas en todo el país los que tengan su propia energía.
Esta es una apuesta nada fácil que para el ministro Andrés Camacho más que una tarea presidencial es un reto personal que pueblos como Bojayá y corregimientos como La Loma en el Chocó, Islas como Isla Grande en Bolívar, granjas como la de Miraflores, Puerto Cachicamo, Causalito y Taraira en Guaviare y muchos territorios olvidados tengan por primera vez en la vida: luz y energía 24 horas al día.