El fenómeno de la violencia urbana es la expresión de diversos procesos que acompañan el crecimiento de las ciudades.
En Bogotá, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga y Cali, al igual que otras concentraciones urbanas, la violencia de bandas y pandillas es una constante que afecta la convivencia social.
La desmovilización de un importante número de guerrilleros a raíz de los acuerdos con las Farc es un factor que promueve la proliferación de grupos violentos tal como se dio en El Salvador y en Guatemala a raíz de la finalización de las guerras nacionales.
Las maras salvadoreñas son el ejemplo más emblemático de tal situación que marcó otro capítulo de la violencia en dicha nación centroamericana.
Cali, ubicada en una región en la que la violencia anómica no cede, es escenario de un auge de pandillas y bandas violentas que propician situaciones muy graves de inseguridad con muertes y hechos bastante impactantes en las comunidades.
Hace pocos días se presentaron cuatro homicidios en el barrio El Vergel, ubicado en la Comuna 13, suroriente de Cali. Una retaliación entre pandillas sería la causa del tiroteo que se desató ese día.
Las víctimas del hecho, identificadas como Alexander Maya Suárez, Cristian Maya Hernández, Brando Viveros Castro y Alan Villamil Ruiz, fallecieron por culpa de una guerra de años, por unas disputas absurdas, como estar en un sector diferente al suyo.
Para la policía la balacera fue una retaliación de una pandilla contra otra, Los Rusos contra Los Piolos, por problemas de disputa del territorio. Explicado de otra manera: alguien de una pandilla de otra zona se atrevió a pasar un buen rato en una parte prohibida, cruzó lo que en esas calles del distrito de Aguablanca se conoce como “frontera invisible”, y eso es un error que se cobra muy caro. Se paga con la muerte.
En el barrio El Vergel, donde ocurrió todo, viven al menos 5000 personas y existen unas siete pandillas, algo así como una cada tres cuadras.
Una pandilla es un grupo de cinco o más integrantes, con edades entre los 12 y 28 años, y que se forman por las afinidades entre los jóvenes, como el mismo barrio o la misma calle, buscando el reconocimiento social del que carecen en la comunidad.
En Cali hay 198 pandillas, según varias fuentes que se han enfocado en este fenómeno.
198 pandillas en una guerra de todos contra todos.
De esas, 27 están ubicadas en la Comuna 13, en barrios como El Vergel, Ulpiano Lloreda, El Poblado, Comuneros, El Diamante, Villa del Lago, Charco Azul, Calipso, Marroquín y El Pondaje. Caminar por esos barrios, entonces, puede ser, en ocasiones, jugar con la suerte. O con la muerte.
Hoy en El Vergel varios habitantes del sector tienen la misma preocupación: que se pueda venir una retaliación peor entre Los Rusos y Los Piolos, pues las paces que habían hecho meses atrás los mismos jóvenes se rompieron. “Ojo por ojo, diente por diente”, exclaman algunas personas del sector, que piden mejor no ser nombradas.
A solo cinco minutos de ahí está la Comuna 15, en el oriente de la ciudad. La zona se compone solo de ocho barrios: El Retiro, Comuneros I, Laureano Gómez, El Vallado, Ciudad Córdoba, Mojica, Bajos Ciudad Córdoba y Morichal de Comfandi. En la Comuna hay 39 pandillas. De hecho, es la que más tiene de esos grupos.
El lío es cuando llegan los integrantes de las estructuras criminales a buscarlos para que cometan delitos como homicidios. Ellos saben que es más fácil darles un arma y un millón de pesos para sus fechorías, porque si los cojen no son judicializados por ser menores. Y eso, de alguna manera, les da poder y reconocimiento en la pandilla.
Esa es la realidad de tales pandillas en auge en Cali, lo cual explica el clima de inseguridad que azota diversos puntos de la vida urbana caleña.
Las pandillas y bandas caleñas son especialmente contundentes y un caldo de cultivo de nuevas violencias con manifestaciones muy sangrientas.
