Marck Zuckerberg anuncia que Meta pone fin a la verificación de datos y promete restaurar la "libertad de expresión" y reducir los errores en la moderación de contenidos en Instagram y Facebook. Las Notas Comunitarias serían su nueva estrategia.
Esta noticia cae muy bien a quienes se lucran con la propagación de noticias falsas, pero es pésima para quienes sabemos de la importancia de un debate público permanente sobre la desinformación y el daño que hacen los contenidos mentirosos.
Es claro que a los políticos les quedará cada vez más fácil propagar noticias falsas y seguirán visibilizando y pagando influenciadores como su herramienta principal de poder, para ganar adeptos que creen en todo lo que les dicen sin dudar ni analizar.
Hoy en día la verdad ya no es importante, sino el que exprese disparates llamativos. Si me suena bien estoy de acuerdo contigo y tienes razón, si amenazas mi ceguera eres mi enemigo. Ya no importan los hechos, las cifras, la exactitud, ni la investigación. La superficialidad y el escándalo son ley.
Las redes sociales que alguna vez fueron pensadas como canales de información se desdibujan cada vez más y le roban al ciudadano del común su derecho a recibir contenidos veraces. Se puede optar por aceptar esta nueva realidad o ver este caos como una oportunidad de excelencia por encima de la mediocridad.
La libertad de expresión tiene un límite, de ahí la necesidad de volver a un periodismo que contraste fuentes y que investigue más allá de ser un negocio. Si todo son opiniones, ¿dónde queda la ciencia? Estamos retrocediendo a un sistema de creencias en el que cualquiera tiene la verdad revelada.
Hoy más que nunca, los periodistas y comunicadores tenemos la responsabilidad y el compromiso con la verdad en una pandemia eterna de mentiras.