Todo comenzó como un sueño en 1964 cuando el empresario Carlos Federico Ruiz decidió abrir un pequeño negocio en un local ubicado sobre la Avenida Jiménez en el centro de Bogotá que originalmente estaba adecuado para la venta de telas al que llamó Panamericana. Puso todos sus ahorros en juego confiando en que le iba a dar resultado, pero era un riesgo que valía la pena tomar y efectivamente todos los astros se alinearon porque seis décadas después su pequeña librería y papelería se convirtió en la primera opción de los padres colombianos a la hora de comprarle los útiles escolares a sus hijos en los regresos a clases.
Desde muy niño ya había dos cosas que le apasionaban a Carlos y que luego combinaría para volver realidad su proyecto de vida: los negocios y los libros. Cuando tenía 13 años solía acompañar a sus padres a comprar y a vender libros usados en el centro de Bogotá, misma zona donde abriría el primer de muchos locales dedicados a comercializar el mismo producto.
Pero los libros no han sido su única fuente de ingresos. La Panamericana creció exponencialmente tan rápido que poco a poco pasó a vender también lápices, lapiceros, reglas y cuadernos, mejor dicho, todos los implementos que deben ir en la maleta de un niño para ir al colegio. Pronto pasaron a vender artículos de oficina ampliando aún más su nicho y se siguieron consolidando como la papelería más grande del país.
Ya en la década de los 80 comenzó a expandirse alrededor de toda Bogotá en puntos estratégicos y allí fue cuando nació el local de la calle 72, uno de los principales hoy en día y que fue pionero en abrir los domingos. En esa misma década nació Panamericana Formas e Impresos, una estrategia para ser ellos mismos quienes cosan los cuadernos, los libros escolares y demás productos para no depender de nadie más allá de los permisos de las editoriales.
Ya con el cambio de siglo fue que decidieron reinventarse por completo, metieron en el catálogo productos de hogar, juguetes y hasta adornos de navidad. Además, la baja en el consumo de papel fue clave para que comenzaran a meterse de lleno en la venta de tecnología y por eso que es que en sus locales pueden encontrarse desde televisores, hasta videojuegos, computadores, audífonos, impresoras y demás.
Un capítulo oscuro en la vida del fundador de Panamericana
Carlos Federico Ruiz es un ejemplo de emprendimiento en el país, pero también un ejemplo de vida. El 26 de marzo de 1997 el movimiento extremista Autodefensa Obrera y delincuentes comunes lo secuestraron y de no haber sido rescatado por el Grupo Gaula de la Policía hubiera tenido que vender la empresa para pagar el rescate.
Pero ni siquiera este evento que hubiera sido traumático para cualquiera lo detuvo y 25 años después, en 2022, fue condecorado por la Revista Portafolio con el premio Vida y Obra, en donde fue enaltecido por sus 39 sucursales a nivel nacional y sus más de 2.000 empleados.
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