La primera víctima de un conflicto bélico es la verdad, y se ha convertido en el paradigma de todas las guerras, quizás para no desmoralizar a las tropas o encontrar una justificación para ejercer el dominio mediático (que es la otra parte de la guerra). Es por ello que se conocen versiones de acuerdo a los intereses del medio que los difunde: la información es fragmentaria sobre el desarrollo de la guerra que se vive entre los israelíes y los palestinos.
Lo primero que hay que afirmar es que el ataque terrorista a gran escala por parte del Grupo Hamás por mar, aire y tierra, ejecutado en la madrugada del 7 de octubre (2023), mientras se desarrollaba un concierto de música electrónica, fue una acción muy bien planificada, a tal punto que el Ejército de Israel (el mejor preparado en inteligencia, armamento, tecnología y entrenamiento) no obtuvo el rastreo, las sospechas, información de inteligencia, ni la activación del llamado domo de hierro, que consiste en el disparo de misiles que destruyen en el aire los cohetes, las bombas y aeronaves.
Simultáneamente con el lanzamiento de cohetes, los militares de Hamás, volaron la valla fronteriza entre Gaza e Israel en varios puntos que les facilitaron la incursión en territorio israelí con unos resultados de numerosas víctimas entre secuestrados, asesinados y heridos. Se dice que Hamás mató a más de 1.200 israelíes y personas de otras nacionalidades. En las acciones de represalia, el Ejército Israelí mató a 1.600 personas en la Franja de Gaza.
Es la clara evidencia de una guerra que se ha prolongado por 75 años, a partir del reconocimiento del Estado de Israel. Con el ataque de Hamás no se inició ninguna guerra, es el despertar de un conflicto que está vivo y que, frente a la desigualdad de las naciones, se silencia o se activa.
Israel es un potencia económica, tecnológica y militar y con el apoyo de potencias como los Estados Unidos; mientras que Palestina es una región muy pobre, sin un sistema de gobierno único, seccionada en dos sectores: la Franja de Gaza, gobernada por Hamás, y Cisjordania, gobernada por la Autoridad Nacional Palestina. La primera es una organización radical islámica que busca la eliminación del Estado de Israel; como tal es una idea que no puede desaparecer porque la irán recomponiendo las nuevas generaciones, teniendo en cuenta que han jurado ante su dios, Alá.
Mientras Cisjordania es considerada “territorio ocupado” por el derecho internacional y las Naciones Unidas, la mayor parte de la comunidad internacional y la Autoridad Nacional Palestina. Hamás es una organización política, militar y religiosa con características extremistas, ha sido elegida y reelegida como gobernante de Gaza en elecciones democráticas.
Por su parte el gobierno de Israel, con Benjamín Netanyahu, a la cabeza, como primer ministro, también ha hecho afirmaciones de que quieren eliminar hasta el último palestino para lograrse imponer. Las demostraciones no se hacen esperar, cuando los ataques originados en Israel hacia Gaza ha caído sobre los hospitales, acabando con la vida de 500 personas, en un 40 por ciento niños y niñas; lo mismo que la destrucción de viviendas con daños devastadores para la pobre gente de Gaza que padece de hambre, carece de medicinas y médicos: Todo lo que reciben los gazatíes proviene de la ayuda de las Naciones Unidas, el suministro de energía y gas de Israel; pero fundamentalmente de la ayuda de los árabes. La Franja de Gaza es un territorio muy pequeño, con apenas 365 kms2; de 41 kms de largo por 10 kms de ancho.
Lo que quiere decir que es una cárcel a cielo abierto (la más grande del mundo), con cerca de 2 millones de habitantes y con un muro de 8 metros de altura, para que sea infranqueable para todo el mundo. Solo hay dos puertas de entrada y salida, al norte y al sur, con vigilancia de cámaras y soldados israelíes apostados; dónde se posibilita la migración o contrabando de mercancías con la frontera con Egipto, con algunos riesgos.
El pueblo palestino es víctima de la Resolución 181 del 29 de noviembre de 1947, en la cual las Naciones Unidas ordena dividir el territorio en dos estados: uno judío y otro palestino. La falta de respeto por la resolución, por parte de Israel, ha ido en detrimento del pueblo palestino; además porque el despojo es permanente. Palestina necesita ser reconocida como un Estado igual que todos los demás. ¡Palestina tiene derecho a existir!