La palabra es vínculo o separación. La palabra une o aleja. Con ellas -las palabras- podemos crear un clima de entendimiento. He aquí lo que nos motiva a muchos escritores.
Quienes conocen mis columnas saben que los temas surgen en mi diario vivir. Esta vez sucedió en una de esas charlas que dirijo en pos de la humanización de la medicina. La actividad se realizó con médicos veteranos, especialistas, intensivistas, cirujanos, ya en pleno ejercicio profesional. Tuvo lugar en una clínica dónde desde hace tres años comenzaron actividades para mejorar la humanización en la atención, con todo el personal.
Mientras llegaban los participantes dialogamos de diversos temas y cuando fue el momento de la actividad, como si estuviéramos en el colegio, les pedí sacar “papel y lápiz”, venía el “examen”. La pregunta que le hice a los médicos fue: ¿Qué quisieran preguntarl a sus pacientes, que no tenga nada que ver -aparentemente- con su motivo de consulta, ni con su enfermedad? He aquí algunas de las preguntas que anotaron.
- ¿Es feliz en su vida actualmente?
- ¿Cómo son sus relaciones con sus familiares?
- ¿De donde es?
- ¿Qué le gustaría realizar en un futuro próximo?
- ¿Qué hace en su tiempo libre?
- ¿Cómo se siente en su día a día como persona?
- ¿Cómo se siente en su trabajo?
- ¿Cómo está su vida sentimental?
Definitivamente son palabras las que acercan al médico con el paciente y viceversa. Por ello deben venir de ambos lados. Las mismas preguntas pueden ser planteadas por el paciente hacia el médico. Así suene extraño. La cercanía no es solo responsabilidad del médico. El paciente también puede poner de sí mismo para lograrla. Las palabras formuladas, en este caso en forma de pregunta, muestran que nos interesa la persona en su totalidad, que nos interesa ese otro ser humano, no solo una de sus partes o aspectos.
Paréntesis, dije “aparentemente sin relación con su enfermedad o consulta” aunque ya sabemos que todas ellas –las respuestas a esas preguntas- tienen repercusión directa en la recuperación de la salud.
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Perfectamente una pregunta y su respuesta cabe dentro de los famosos 15-20 minutos de atención que están programados en el sistema de salud
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Solo una pregunta, una no más, de cada lado, le mostrará al otro que es un intercambio, que es una relación entre dos personas, y no solo entre un ser con el conocimiento y un ser con una enfermedad. Mostrará que nos interesa el pensamiento y la emoción de quién está frente a nosotros, a cada lado del escritorio. Perfectamente una pregunta y su respuesta cabe dentro de los famosos 15-20 minutos de atención que están programados en el sistema de salud. Así con conversación sobre la vida cotidiana de cada uno -médico paciente y familiar- es que logramos acercarnos.
Por ser médico es que la gente se desahogue y me cuente lo triste, pero solo se requiere un poco de paciencia y buenas preguntas para encontrar -siempre- relatos como el que me contó un amigo. Dijo mi amigo: “El médico me miraba a los ojos, apuntaba, hacia cálculos, volvía a mirarme, volvía a preguntar dirigiéndose directamente hacia mí, no al computador, no a los apuntes. Me examinó, consultó sus libros y de pronto dejando a un lado el teclado y lapicero me explicó con toda la calma el diagnóstico y el tratamiento posible. Finalmente conversamos un momento sobre temas relativamente personales, se sintió bien, alivió”. La palabra acerca.
Y no es solo una anécdota. Todos tenemos relatos sobre la buena atención, la adecuada empatía, la excelente relación entre médico y paciente. Si existe la cercanía y también podemos fomentarla, con la palabra.
Médico fisiatra. Medicina del alma