Después de cinco años de ausencia, Pala regresa a Bogotá. Viene con su banda en la gira Litoral-Literal para mostrarnos su último disco Alamar, en el que incursiona por primera vez con un formato caribeño, aderezado por un trío de músicos cubanos.
Mucha agua ha corrido desde la tarde en la que el médico Carlos Palacio atendió su último parto en la Clínica León XIII de Medellín, el que lo convenció de quitarse la bata y tomar la resolución indeclinable de irse a estudiar música a Cuba. A los 25 años, entendió que como le había sucedido a Gauguin, nunca era tarde para ser atrapado por una pasión.
Su familia nunca entendió su profesión. Los músicos en Colombia, a no ser que se vendan a una disquera, se mueren de hambre y él no estaba dispuesto a hacerlo. Al regresar del Instituto Superior de Artes de La Habana, en donde estuvo dos años, y gracias a su talento, ingresó a la banda de Juanes en donde se convertiría en su guitarrista titular. La relación con la superestrella paisa le sirvió para establecer relaciones con productores musicales de la talla de Thom Russo, quien estuvo al lado de Eric Clapton y Michael Jackson en varios de sus mejores álbumes. Carlos, ya convertido en Pala, le envió una maqueta con los temas de su primer álbum Amnesialand. Russo quedó encantado con los 12 temas y aceptó producirlo. Los gastos corrieron por cuenta de Piedad Monsalve, su esposa y la persona que más ha confiado en él. Pala pensó que el disco la iba a romper en los listados de álbumes pero no pasó nada. Vino un poco el desencanto, la amargura. A sus 35 años quería un éxito arrollador para acallar a todos los que lo habían criticado por dejar el quirófano. Desesperado, le envió una lista con sus temas a Fernán Martínez. El productor, quien fue fundamental para el despegue de Juanes, escuchó atentamente los temas. Le pareció que era un gran escritor pero que necesitaba acomodarse más a los gustos de la gente. Antes que ceder Pala prefería ser un cantante más conocido pero eligió la libertad. Fernán no estaba dispuesto a aceptar salirse de los cánones así que la colaboración terminó sin haber empezado.
Y fue en el 2007, después de haber intentado con productores famosos como el argentino Eduardo Bergallo, que se reunió con un grupo de amigos en la casa y compuso el disco que lo catalogaría como el Fernando Vallejo de la música colombiana: Palabras se convirtió en el CD de los universitarios de la de Antioquia, de las tertulias de Medellín y de Colombia entera. Incendiario y casi hereje, Pala, nacido en el católico pueblo de Yarumal y educado desde los 14 años por los jesuitas del San Ignacio de Loyola de Medellín, es tal vez el músico más anticlerical que haya nacido en el país. Sus letras profundas están inspiradas en las lecturas de Michel Onfray, su filósofo favorito y el novelista Paul Auster.
El éxito se vería reflejado sus giras por América y Europa y por en el reconocimiento del uruguayo Jorge Drexler quien dijo de él “Es uno de mis escritores favoritos contemporáneos del verso fijo y un impresionante sonetista. Tremendo Pala, me produce muchísima admiración”. La revista Semana lo consideró en el 2010 como el cantautor colombiano del año. Éste viernes 29 de julio regresa a Bogotá a dar un concierto en el Teatro Cádiz de la Carrera 37 No. 24-30 en donde sus fans disfrutarán de su obra y, sobre todo, de su último disco, Alamar.
