Visibilizar los procesos de resistencia, de defensa de los derechos humanos y de paz y reconciliación que ha venido promoviendo la comunidad tumaqueña desde la Casa de la Memoria del Pacífico Nariñense es el propósito mediante el cual unen esfuerzos la misma Casa de la Memoria, la Sede Tumaco y el Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE), con el apoyo de estudiantes de la Maestría en Museología y Gestión del Patrimonio y del curso “Museos, Academia y Sociedad” de la Universidad Nacional (U.N.).
“La agenda de Yolanda: paisajes y memorias del Pacífico Nariñense” es el nombre tentativo del proyecto, pensado como una exposición que busca reconocer la lucha y persistencia de Yolanda Cerón, una religiosa que fue asesinada en 2001 por su trabajo en defensa de las comunidades afro de esta región colombiana, por su gestión decidida hacia el reconocimiento y titulación de tierras baldías y por sus denuncias de actos violentos y de corrupción producidos en el territorio.
En la misma medida, se buscará reconocer la conexión existente entre los elementos del paisaje cultural y las iniciativas de memoria de la región, y la fortaleza y amor por la vida de los habitantes de Tumaco, pues al igual que Yolanda sufrieron y continúan soportando el rigor de diversas formas de violencia desarrolladas en medio de un entorno natural exuberante.
El geógrafo y museólogo Edmon Castell, profesor asociado al IIE y uno de los coordinadores del proyecto, asegura que esta iniciativa corresponde a “un nuevo paradigma en el mundo de los museos que es el que trata de articularse con el paisaje cultural”.
Y reitera, parafraseando a Mario Chagas —exponente de la denominada museología social— que la Casa de la Memoria del Pacífico Nariñense es “la respuesta de una resistencia y una lucha de personas que viven con mucha dignidad”, pues a través del museo, la gente no solo representa y expresa su dolor y la memoria sino que, además, defiende sus derechos.
Llevar el mar, de Tumaco a Bogotá
Así lo manifestó el profesor Castell tras explicar que la intención de diseñar e instalar una exposición con el mar como sinónimo de vida y fuerza es la traducción museológica de la solicitud que le hiciera recientemente el secretario académico de la Sede Tumaco de la U.N., William Vásquez, para “llevar el museo” a la capital del país.
Al respecto, mencionó: “el paisaje es un conector entre personas, espacios y tiempos, un sistema de memoria con el que nos podemos hacer preguntas y desarrollar agendas comunicativas, e identificar responsabilidades en el presente, el pasado y el futuro también. Y si incorporamos el paisaje a la dinámica de los museos podemos propender por procesos de diálogo social, por nuevas perspectivas de interpretación de derecho a la memoria, al patrimonio cultural y a la justicia espacial”.
A través de distintos recursos museográficos, la exposición —que se instalará en pocos meses en el Archivo Histórico de la U.N.— dará especial valor a la vida y dignidad de las comunidades del Pacífico nariñense procurando, según el profesor Castell, visibilizar las geografías e historias territoriales de las luchas y resistencia de las comunidades negras que se conectan con el paisaje de Tumaco.
“La exposición trata de compartir con el público bogotano una experiencia de memoria que los ciudadanos de Tumaco llevan haciendo durante años. La Casa de la Memoria nació en el año 2013 y narra tres historias interconectadas: las riquezas culturales del pueblo negro de Tumaco, las historias de sus víctimas para que sintamos empatía y, sobre todo, las historias de personas que en medio del conflicto armado (que sigue vivo) están construyendo resistencias en favor de la vida, con valentía y verraquera dignas de ser conocidas”, asegura José Luis Foncillas, director de la Casa de la Memoria.
La exposición también incluirá La casa voltiaá, una edificación palafítica a escala real pero invertida que hace parte de la Casa de la Memoria del Pacífico Nariñense y que emula a una comunidad damnificada que espera ansiosa la llegada de un ambiente duradero de paz. Por eso, también se visibilizarán los actos de duelo y las iniciativas de perdón y reconciliación que desde la Casa de la Memoria se vienen desarrollando en Tumaco.
“La casa está voltiaá y la queremos enderezar. La casa está patas arriba, con los palafitos levantándose hacia el cielo, los movimientos bruscos de la violencia la dispusieron en esa posición y ahora, aunque habitable, es extraña, y con la imaginación la queremos voltear”, reza la ficha técnica de esta edificación en la Casa de la Memoria en Tumaco.
De esta manera y con una serie de actividades académicas que profundizarán en los temas de la exposición, se pondrán en contexto la existencia y resistencia de una comunidad local de la memoria que, pese a sus condiciones de vulnerabilidad y abandono del Estado, sigue fortaleciéndose día tras día.