"Todas las fuerzas productivas, son también fuerzas destructivas" —Jorge Riechmann, El corte bajo la piel.
Aunque no ha sido un factor exclusivo de Colombia, sí ha sido en este país donde ha predominado la lucha guerrillera como expresión de la rebeldía de un pueblo que busca construir un país mejor. Desde los Bolcheviques del Líbano (quienes no solo operaron en este municipio del norte del Tolima que le dio su nombre, sino que también operaron en los poblados de Herveo, Murillo, Santa Teresa, Villa Hermosa) en 1929 quienes se lanzaron a la lucha por las transformaciones sociales con la consigna de “Tenemos hambre, viva la revolución social”, pasando por los convulsivos años 40 y 50 donde miles de colombianos tuvieron que recurrir a la vía armada organizada para salvaguardar sus vidas bajo la orientación de algunos jefes de filiación liberal como Rafael Sandoval, Guadalupe Salcedo, Eduardo Franco Isaza, Eliseo Velásquez, Dumar Aljure, entre otros.
Posterior a la revolución cubana de 1959 América Latina vuelve a sentir un nuevo flujo de alzamientos armados que en el caso colombiano se manifiesta con la conformación de fuerzas guerrilleras heterogéneas en cuanto a su concepción ideológica y forma de configuración orgánica, las FARC el 27 de Mayo de 1964, el ELN el 4 de Julio de 1964, el EPL el 17 de Diciembre de 1967 y otras fuerzas como el Movimiento Armado Quintín Lame, las Autodefensa Obrera (ADO), el Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP), el Ejercito Revolucionario Guevarista (ERG),las Milicias 6 y 7 de Noviembre, el Movimiento 19 de Abril (M19), el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Movimiento de Integración Revolucionaria-Patria Libre, el Movimiento Independiente Revolucionario-Comandos Armados (MIR-COAR), los Comandos Ernesto Rojas, el Francisco Garnica y el Che Guevara como disidencia del EPL, el Grupo Jaime Bateman Cayón (disidencia del M-19), el grupo Jorge Eliecer Gaitán-JEGA-, entre muchos otros, contando actualmente a las disidencias de las FARC-EP posterior a los acuerdos de la Habana.
Pero estas gestas de rebeldía no pueden ser analizadas aisladamente de todos el legado que se ha venido acumulando desde la invasión del imperio Español sobre estas tierras, lugar donde la tiranía encontró la más férrea resistencia de la mano y la sangre los indios Pijaos, Panches, Paeces, Sutagaos, Gorrones, Bugas, Coyaimas, Natagaimas, Andakíes, Tamas, Zenúes, Marubare, Yaragüíes, Chibchas, Armas, U’was, etc. Ante la explotación impuesta con la cruz y la espada no hemos tenido otra opción que resistir. Y esa resistencia ha dejado una honda huella de dolor y sangre, porque ha sido escrita sobre profundas derrotas.
Ha existido guerrilla y resistencia porque la clase política criolla ha hecho del abandono y la exclusión una herramienta de gobierno. Desde que la primera carabela salió abarrotada de todo el oro que se robaron, los gobernantes no se solo se han hecho especialistas en el robo sino también la mentira, arma con el cual han doblegado luchas, como la de los palenqueros de Benkos Bohó, o la burla a las capitulaciones de los comuneros del año 1781, pasando por las traiciones de Rojas Pinilla a las guerrillas del Llano bajo el lema mentiroso de "Paz, justicia y libertad". Sumándole todos los acuerdos llegados con la fuerzas insurgentes durante los años 80 y 90 por ejemplo el 25 de Enero de 1991 en el corregimiento de Don Gabriel, municipio de Ovejas (Sucre) se firmó un acuerdo entre la guerrilla del PRT y delegados del gobierno de César Gaviria (en cabeza de Jesús Antonio Bejarano) donde se logra finalizar el conflicto armado entre las partes, con 11 puntos, los cuales en su totalidad fueron incumplidos por parte del gobierno. De ese proyecto político hoy no queda ni el recuerdo. Es que la clase gobernante está hecha para mentir, y las mentiras siempre serán funcionales para perpetuar la explotación con cada puesta del sol.
Romper con esa historia curvilínea es nuestra tarea. A lo que vinimos, vamos.
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