Padre, la bendición
Dios lo bendiga, por su tapabocas y ese acento me doy cuenta de que usted no es de aquí.
No padre, soy venezolano, del Táchira, me vine por la situación hace un tiempo para la ciudad y gracias a Dios sobreviviendo en esta situación tan complicada. Vivo del día, trabajando en lo que salga, con lo que gano y alguna ayuda de la parroquia pago una habitación, como lo básico y lo demás se lo envío a mi esposa y dos hijos que están en mi país.
¿Y cómo lo tratamos los colombianos?
Padre no puedo ser desagradecido, aquí la gente me ha ayudado mucho, aun con esta cuarentena logro trabajar y más son las personas que entienden lo difícil que es vivir en tierra extranjera, que las que me rechazan por ser venezolano.
Bueno me alegra saber eso, es una obra de misericordia acoger al extranjero y atender al migrante. ¿Sabía usted que todos al fin de cuentas somos extranjeros en esta tierra?
¿No padre, por qué?
Porque peregrinamos hacia la verdadera tierra prometida que Dios nos ha ofrecido, el Cielo y por eso mientras que estemos en este mundo solo vamos preparando esa morada eterna.
¡Cónchale padre! Eso es bien bonito, pero mientras que volvemos a nuestro destino eterno, aquí se vive muy duro, mucha pobreza, injusticia, violencia. Hay unos que son muy afortunados, nadan en dólares y aun siendo malandros, pareciera que la fortuna les sonríe. Y a otros que mire, ganarnos con el sudor de la frente lo que vamos a comer en el día. A veces pienso, con la situación de mi país y lo duro de mi faena diaria, que Dios es bueno con unos y con otros no.
Aparentemente se podría pensar que es así. Y que la culpa de todo, al fin de cuentas la tiene Dios. A lo largo de la historia, muchos pensadores y algunas visiones religiosas presentaban las cosas de esa manera. Dios es el malo de la película, favoreciendo a quien no se lo merece y manteniéndose en silencio frente al dolor e injusticia del pobre, débil y forastero. Pero eso no es cierto, el mal entro a este mundo por causa del demonio y por permitir aceptar la tentación del maligno en nuestra vida.
Yo pensaba que eso era una fábula que le cuentan a uno de niño para que le tenga miedo a Dios y no haga cosas malas. Pero si el mal entró y dañó todo, no hay más remedio que quedarse así aguantando pobreza e injusticia pues.
No señor, no es así. El pecado que entró al mundo, no hizo que Dios cambiara de parecer en su deseo de que vivamos en el Paraíso en que fuimos creados. Por eso envía a su único hijo Jesucristo para que en Él tuviéramos vida en abundancia, se venciera definitivamente el poder del Demonio y recuperáramos lo que perdimos.
Pues muy bonito lo que dice padre y no quiero que piense que no le creo, pero con ese covid, esas dictaduras y lo que me toca ver en la calle día a día, es difícil creer que nuestro Señor Jesucristo venció.
Aparentemente el pecado y la muerte, siempre hacen ostentación de su poderío, engañando fácilmente a cualquiera y pensando que tienen la última palabra. Pero no es tal, Jesús Resucitó venció la muerte y todo lo que ella representa. Por eso empecé esta charla recordando que todos en cierta forma somos extranjeros en este mundo. Vamos evidenciando el Reino de Dios, en nuestras acciones fraternas, justas y virtuosas, de tal manera que cuando llega la muerte, y esta llega a todos sin excepción, nos demos cuenta que valió la pena vivir fielmente lo que Dios nos pidió.
Padre ore por mí y mi país.
Siempre está en mis oraciones.