II
Es en estas circunstancias donde el Pacto Histórico (PH) adquiere una relevancia de primer orden como catalizador y constructor de la unidad popular. No se trata de verlo solamente como una coalición política electoral, sino como la semilla de un frente amplio para la consolidación y sostenibilidad en tiempo del Movimiento Democrático Popular.
No basta con tener una lista única al senado y a la cámara de representantes en las regiones, hay que introducir el PH en la participación de la lucha de masas como se está viendo actualmente en el paro nacional. Hay que cualificar y cuantificar sus coordinadoras pluralistas municipales, donde quepan todos los movimientos políticos y sociales democráticos y progresistas, con el manejo de un programa que consulte la solución de los problemas de las grandes mayorías. Un PH donde la hegemonía cultural y política la tengan los sectores populares, que le permita asumir la dirección del proceso de la revolución democrática de los trabajadores colombianos, para poder asegurar el avance ininterrumpido hacia una democracia socialista.
No solamente se trata de la unidad de acción táctica con otros sectores democráticos dentro y fuera del PH, sino también de consolidar la unidad estratégica entre los diferentes integrantes del llamado Bloque Histórico Popular, Colombia Humana, Partido Comunista, Unión Patriótica, Frente por la Unidad del Pueblo, Congreso de los Pueblos, Mais, Comunes, Movimiento por la Constituyente Popular, Polo Democrático, que se constituya en el núcleo duro de la revolución democrática, como garantía para el avance y sostenibilidad de los cambios de fondo que necesita Colombia.
Estamos en un momento de turbulencia en el cual los sectores que tienen conciencia política y social pueden ayudar a orientar a los sectores democráticos y sociales confusos con las contradicciones de la situación actual; el Partido Comunista, la Unión Patriótica, Colombia Humana, el Pacto Histórico, deben hablar con los sectores democráticos de los empresarios, los militares, la policía, y la Iglesia católica, con el fin de llegar a unos acuerdos regionales y municipales para salir de la crisis con una propuesta democrática y popular.
A estas alturas habría que preguntarse por el papel que juega el Partido Comunista y la Unión Patriótica dentro del PH, para poder ubicar los alcances de nuestro concepto de unidad programática y política, tanto desde el punto de vista táctico como desde el punto de vista estratégico. Para algunos aliados, el PH es una alianza electoral para la conquista del gobierno en las elecciones del 2022 con el fin de desarrollar un capitalismo moderno, democrático y humano, superando el modelo de desarrollo de un capitalismo contrahecho, deformado, feudal, corrupto, excluyente y violento.
Sin embargo pensamos que la orientación política y programática de un gobierno democrático, tiene que ver con el desarrollo de una democracia avanzada que le de las herramientas al pueblo trabajador para la construcción de las bases programáticas y democráticas del socialismo en Colombia.
Se trata de saber de qué manera se está leyendo la situación política y social de la actual correlación de fuerzas, y de los posibles desarrollos del movimiento real hacia las elecciones del 2022, con el nuevo elemento del paro nacional incluido, haciendo énfasis en el cumplimiento, implementación y desarrollo del Acuerdo Final de La Habana de 2016, además de las reformas económicas, sociales, políticas y del Estado, para poder alcanzar una paz estable y duradera, todo bajo la premisa del desarrollo de un gran movimiento político de masas bajo la forma de un movimiento de movimientos que le abra el camino a la conformación de un gran frente amplio para la transformación democrática del país.
Si caemos en una lectura simple y llana de la naturaleza del PH como una herramienta simplemente para la coyuntura electoral, perdemos de vista la perspectiva política de su papel como herramienta estratégica para las transformaciones profundas hacia la democracia avanzada con vistas a la construcción del socialismo en Colombia.
La crisis actual en el bloque de poder de la clase dominante ha generado una fisura que debe ser aprovechada para la conformación del bloque de poder popular con el fin de impedir que la fracción fascista de la “gente bien” y de los “buenos muchachos” del uribismo, asuman la dirección del nuevo gobierno, borrando del mapa político los acuerdos de paz y los cambios progresistas que tenemos planteados para la transformación de Colombia con el Proyecto Democrático Nacional.
Los sectores que se oponen los cambios del acuerdo del paz, lo hacen porque saben de las transformaciones profundas que lesionarían sus privilegios centenarios de las clases minoritarias del país, y porque tienen claro, además, que la implementación de un gobierno democrático desencadenaría todo un proceso de cambios económicos, sociales, políticos, culturales y ambientales para superar el atraso de la sociedad colombiana.
Este proyecto es atractivo porque interpreta los intereses de los sectores mayoritarios de la sociedad con un sentido de la realidad de los intereses del pueblo, empezando por el programa de emergencia de la UP, que ya es de dominio en amplios sectores progresistas de las juventudes rebeldes y populares que participan en el desarrollo del paro nacional.
Se trata entonces de saber manejar el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo, que se expresan en el Bloque Popular Alternativo, sobre todo con los sectores juveniles abstencionistas, distinguiéndolas de las contradicciones irreconciliables con el enemigo de clase, que se manifiestan en el proyecto fascista, militarista, paramilitar y narcotraficante de las corrientes más reaccionarias del uribismo recalcitrante.
Se trata de cohesionar con la unidad de acción política y programática a los compañeros del Partido Comunista, de la Unión Patriótica, de Colombia Humana, de Mais, del Polo Democrático, del Partido Comunes, de las expresiones sociales y políticas democráticas intermedias, y con los demás sectores liberales democráticos, inclusive con algunos sectores y personajes del uribismo que se desmarcan del proyecto autoritario y acogen el Proyecto Democrático Nacional, política con la cual la el PCC no se han dejado aislar, como trató de hacerlo una corriente sectaria del Polo Democrático hoy convertida en nuevo partido político.
Los comunistas y los sectores avanzados del PH no pueden regalar ningún espacio de lucha al anticomunismo, y mucho menos al antipartido comunista con el marginamiento y los vetos excluyentes de algunas franjas que se dicen democráticas, sino que tiene que saber aglutinar a los trabajadores en torno a un programa avanzado para la conquista de un gobierno popular.
Hay que saber manejar el PH a nivel de los dirigentes nacionales, pero también a nivel de los movimientos regionales, que constituyen la base social y popular que le da fortaleza y sostenibilidad en el tiempo, como en efecto está ocurriendo ahora con el paro nacional, que se seguramente se transformará en un frente amplio para los cambios democráticos que necesita el país.
No se trata de quedarnos en la discusión de los bloqueos, de los cierres y de los cortes de las vías nacionales y departamentales, y de las trincheras en las fronteras de los barrios populares, sino de estudiar los métodos más apropiados para que ese tremendo movimiento de masas de las juventudes rebeldes y populares pueda tener una salida política; cómo transformar el movimiento en organización y en poder local y nacional, cómo hacerlo partícipe de un futuro gobierno nacional, porque nada ganamos si después de tanto esfuerzo, tanto heroísmo y tanta sangre derramada, no tenemos una salida política electoral con alternativa de poder, para que el movimiento no se acabe por sustracción de materia, si no que sea capaz de combinar su forma de lucha en las calles y plazas de Colombia con la participación electoral para conquistar las mayorías en el Congreso de la República y ganar un gobierno democrático en las elecciones de 2022.
La transformación del movimiento de las juventudes rebeldes populares en conciencia política y en un movimiento organizado a nivel local y nacional, va a depender en gran medida de los resultados electorales del 2022, si es que las condiciones políticas no llevan a una guerra civil en las ciudades, como en efecto se presentaron los primeros brotes en la ciudad de Cali, con personas de civil disparando a los marchantes delante de la policía.
El triunfo electoral va a estar condicionado por la capacidad de conectar la calle con el PH, tratando de evitar que los resultados de la indignación popular se los arrebate el oportunismo de los partidos tradicionales, o del proyecto fascista del uribismo recalcitrante.
El gobierno del PH podría estar conformado por franjas progresistas del establecimiento, de tal manera que, si los sectores democráticos y revolucionarios no se ponen las pilas en el trabajo de la unidad de acción política y programática, el Proyecto Democrático Nacional corre el riesgo de quedar a medio camino, lo que sería una nueva frustración para el pueblo colombiano.
Por otro lado Petro sigue punteando en las encuestas, mientras el uribismo pierde adeptos en su proyecto autoritario, lo que implica una división entre el gobierno y el Centro Democrático —“al gobierno le falta autoridad”—, lo que dificulta las aspiraciones del uribismo pues todo va a depender del balance del gobierno, no solo en relación con las consecuencias del paro, sino también con la ruina, el desempleo, el hambre, la pobreza, y la frustración de muchos sectores sociales y económicos de la micro, pequeña y mediana empresa, olvidados por el Gobierno durante el manejo la pandemia.
Si bien es cierto que a Petro le va bien en las encuestas con una amplia favorabilidad frente al segundo que es Sergio Fajardo, también es cierto que esta tendencia electoral unirá a los sectores más intransigentes —todos contra Petro— para tener un solo candidato del sistema en la primera vuelta presidencial, situación que se va a definir en gran medida, con las elecciones del Congreso de 2022, donde van a tener mucha incidencia los desarrollos del paro nacional.
En medio de estas contradicciones continuarán los diálogos entre el gobierno y el CNP: por el lado del establecimiento y un amplio sector de la opinión pública, se pide levantar los bloqueos, y de parte del CNP se exige reformar el Esmad, retirar la presencia militar de las manifestaciones, investigar, judicializar y penalizar a los autores y responsables políticos del gobierno de los 72 asesinatos ocurridos durante las manifestaciones del Paro, lo mismo que determinar e individualizar a los civiles que dispararon indiscriminadamente sus armas de fuego contra los protestantes en las manifestaciones.
En este sentido se ha pedido la presencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para que escuche con independencia, autonomía y objetividad las versiones de los crímenes ocurridos durante el paro, ante lo cual el gobierno se negó en principio a dar el permiso para la visita con el argumento de que primero serían las autoridades nacionales las que tenían que investigar los hechos acaecidos durante las jornadas de protesta, decisión que tuvo que recoger ante la presión democrática de la opinión pública nacional e internacional, que obligó a recibir la comisión del CIDH programada para el día 8 de junio.
Por otro lado se anuncia que el Nuevo Liberalismo tendría personería jurídica en breve tiempo y que posiblemente lo mismo podría suceder con Colombia Humana, por parte de la Corte Constitucional, lo que traería consecuencias para la Unión Patriótica y el Pacto Histórico, y para el Partido Verde y la Coalición de la Esperanza cuyas contradicciones internas afloraron con la declaración del grupo de Juan Fernando Cristo, Humberto de la Calle, Juan Manuel Galán, y Sergio Fajardo, y cuyos desarrollos tendrán consecuencias para las consultas presidenciales de las coaliciones electorales para las elecciones del 2022, si es que el gobierno no las aplaza por consideraciones de orden público, a raíz de una posible declaratoria de estado de conmoción interior por la profundización de las contradicciones de clase con los nuevos desarrollos del paro nacional.
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