Decía un amigo refiriéndose a la dificultad para ponernos de acuerdo: “Es más fácil alinear un grupo de cucarrones para una foto, que poner de acuerdo a un grupo de “intelectuales”.
La eterna lucha por tener la razón es capaz, de acelerar cualquier desavenencia hasta los límites de un conflicto de proporciones insospechadas.
El Pacto Histórico es una fortaleza construida a pulso desde las diferentes vertientes del pensamiento social, étnico, cultural y político en Colombia, y que ha logrado unir diferentes voluntades. Por esta misma razón pluricultural especialmente en el razonamiento político, aunado a que las necesidades de las diferentes regiones no dan espera, es extremadamente frágil.
Cualquier paso en falso, puede poner en peligro su estabilidad, pues se dan cita allí un país ideal, construido sobre un país real, de espaldas a la sociedad, para conservar los privilegios de un régimen instalado desde el fin de las campañas libertadoras. En otras palabras, salieron los españoles y se instalaron los criollos que no tardaron en copiar sus vicios, en pos, de sus intereses particulares.
Podemos rescatar del Pacto Histórico como su palabra lo dice “Histórico” el que haya logrado construir una colcha de retazos de diferentes corrientes y voluntades que en la historia de la republica nunca se había podido configurar.
Podemos llamarlo izquierda y derecha, (patriotas y aristócratas) para darle el sentido de fuerzas opuestas, aunque, queramos vestirlo con otras galas, es la vieja lucha de clases y pensamiento que dio origen a la Revolución Francesa que puso fin a la monarquía en Francia y la caída de Napoleón.
En otras palabras, los aristócratas criollos centralistas pura sangre y los emergentes regionales en la pugna por el dominio nacional, enemigos acérrimos. Pero de acuerdo en sus intereses, siempre que se haga la repartición, hoy conocida como “mermelada”, los une y los hace la fuerza clientelista que representan.
A la oposición que podríamos definirla como los “patriotas”, los intelectuales forjados en las esquinas y corrillos de interminables tertulias, con posturas ideológicas difíciles de conciliar, al punto de mantenerse fracturados históricamente.
Frágil el Pacto Histórico, por su pluralismo ideológico que puede explosionarlo si no se agarra con pinzas, debido a la carga emotiva de su discurso y las necesidades urgentes en turno de espera, que puedan generar conflictos internos.
De otro lado es fortaleza su diversidad y fronteras internas, en el sentido de que se harán control político por la misma razón y división que los une.
Lo cierto es que es un hecho su participación en el próximo gobierno sea quien sea el que lo presida, con una fuerza considerable en las cámaras como nunca se había registrado en la historia.
Solo la historia podrá dar un veredicto.