Pacto Histórico se consolida mientras Coalición de la Esperanza deshoja margaritas

Pacto Histórico se consolida mientras Coalición de la Esperanza deshoja margaritas

La fragmentación del Verde, entre afines al Pacto o la Coalición y las dudas del Nuevo Liberalismo se suman a la confusión reinante en el centro

Por: Leandro Felipe Solarte Nates
noviembre 15, 2021
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Pacto Histórico se consolida mientras Coalición de la Esperanza deshoja margaritas
Foto: Leonel Cordero

Como lo demuestra la reciente aceptación de la adhesión del pastor cristiano Alfredo Saade y su posición de no ser proaborto, Gustavo Petro, buscando la consolidación del Pacto Histórico no priorizó condiciones de orden ético, religioso o partidista a la hora de recibir a quienes decidieron sumarse al movimiento (con su precandidatura presidencial o aspiraciones al Congreso) provenientes de partidos originados en el uribismo como Roy Barreras y Armando Benedetti.

Por el contrario, en la Coalición de la Esperanza, se continúa con el libreto que hace cinco años le costó el paso a la segunda vuelta a Sergio Fajardo, al negarse a aceptar la unión propuesta por Humberto De La Calle, en representación del Partido Liberal.

En la actual campaña, el exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia, cabeza visible de la coalición, no acepta que la Coalición de la Esperanza sume el respaldo del Partido Liberal dirigido por César Gaviria, quien inicialmente propuso la precandidatura de Alejandro Gaviria, aunque este prefirió inscribirse mediante la recolección de firmas para no comprometerse con el  cuestionado expresidente, recientemente involucrado en los Pandora Papers y los paraísos fiscales usados para esconder fortunas y evadir impuestos.

El fracaso, no definitivo, del diálogo para intentar el acercamiento de Alejandro Gaviria a la Coalición de la Esperanza así lo demuestra; y mientras el oficialismo del Partido Conservador decidió apoyar la precandidatura presidencial de David Barguil.

Aprovechando la coyuntura, precandidatos con menos opciones como el exministro de Hacienda conservador Juan Carlos Echeverry proponen conformar la “Coalición de la Experiencia” a la que invita a los exalcaldes de Medellín y Bogotá,  Federico Gutiérrez y Enrique Peñalosa; a la exgobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro; y en general al centro más vinculado al gobierno y al uribismo, y que de no cuajar la Coalición de la Esperanza, pasaría a la segunda vuelta a unir a la derecha que asocia a Petro con el “castrochavismo” y a disputar la presidencia con el candidato del Pacto Histórico.

En entrevista concedida a Daniel Pacheco, director de La Silla Vacía, Alejandro Gaviria aclaró su posición al respecto:

“Daniel Pacheco.: ¿Cómo aterriza esto en la discusión de una unión con la Coalición de la Esperanza que lidera Sergio Fajardo?

Alejandro Gaviria: Después de la conversación fallida con la Coalición de la Esperanza la semana pasada, se abrió un debate sobre la política tradicional. Sobre el clientelismo y la corrupción y el papel que juegan los partidos políticos. Sergio Fajardo habla de anticlientelismo, yo siempre tengo dudas sobre de qué está hablando en realidad. Y puede estar hablando de dos cosas. Primero, un rechazo a un partido político en general: los senadores, los representantes, etc.

Decir que hay que rechazar a todo el mundo que participa aquí sería una locura, porque en todos los partidos políticos hay gente buena y hay gente que tiene que hacer parte de esa transformación de Colombia que vaya a construir ese centro liberal, progresista y pragmático. La segunda, es que rechacen a los líderes políticos. Que se haga una lista, entonces empieza César Gaviria, Germán Vargas y otros, y rechacemos a todos.

Si ese es el rechazo, es un poco frívolo. Porque uno hace esa lista, los rechaza y estos líderes políticos de pronto se retiran y los podemos cambiar por otros al otro día. Entonces eso tampoco tendría mucho sentido. Es decir, en el fondo lo que queremos combatir es el clientelismo. Eso se basa en entender las relaciones de las políticas y tener, con el ejemplo, una posición fuerte. Esas relaciones tienen que ser transparentes y no pueden ser extorsivas, pero implica entender que hacen parte de la política.

Cuando viene un representante a la Cámara y habla con un ministro y le dice "el hospital de mi pueblo necesita una nueva sala de urgencias”, si eso se hace de manera transparente, entonces eso no es clientelismo. Es el tipo de relaciones lo que define el clientelismo y la corrupción.

No puede ser el rechazo a todos los políticos, ni hacer listas negras y simplemente cambiarlos. Uno no debe prescindir de manera absoluta de todos los que han hecho política en este país para transformar Colombia. Eso hay que hacerlo con mucha de la gente que hoy participa en la política. Hacerlo sin ellos sería no solamente equivocado, sino una receta para el fracaso y terminaría negando la posibilidad del reformismo democrático.

D. P. : ¿Pero entonces en qué queda la conversación con la Coalición de la Esperanza?

A. G.: No queremos cerrar ninguna puerta. Ese es el tono.

D.P.: Pero los riesgos de asociarse a un partido tradicional como el Liberal tiene que ver con la crisis de confianza que usted mismo identifica. ¿Cuáles serían las condiciones bajo las cuales traería al Partido Liberal?

 A.G. : Lo primero es que en el fondo, el que va a gobernar no es Cesar Gaviria, voy a ser yo. Y lo voy a hacer con las ideas, un programa, unos principios y una forma de entender este momento y de hacer unas reformas. Creo que muchos de los miembros del Partido Liberal, no solamente los congresistas, sino en general, estarían dispuestos a estar detrás de esa agenda, llevarla a cabo en la práctica y defenderla de verdad. No hay concesiones programáticas.

Lo segundo, los temas de relacionamiento y la forma como los partidos políticos se relacionan con el Estado, que tiene que ser transparente. Pero no son con los señalamientos éticos o los cuestionamientos personales, que son antipáticos también. En ese centro pragmático que yo describo también hay un espacio para la confianza, para que la gente sea mejor, y para que los políticos tengan una visión de futuro compartida y articulada de lo que ellos quieran trabajar, no para expulsarlos.

Con una visión compartida, con esta idea que le he visto a Ingrid Betancourt y también de Carlos Amaya, del partido Verde, de trabajar todos juntos en esta visión distinta. En el fondo lo que estoy diciendo también es que en lugar de inventarnos nuevos partidos de afán, breguemos por transformar los partidos que existen y eso también es posible, no vamos a renunciar a ello”.

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Algunos analistas cuestionan la posición “puritana” de Sergio Fajardo, que podría marginar a la Coalición de la Esperanza de la segunda vuelta, y, a quien,  cuando fue alcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia le tocó hacer acuerdos con diferentes grupos políticos tradicionales y organizaciones sociales y facilitar la reincorporación social de los paramilitares que acababan de desmovilizarse gracias al acuerdo de Justicia y Paz,  buscando para garantizar la gobernabilidad, claro está, como repetidamente  asegura Fajardo en sus intervenciones públicas, sin ceder en los principios, ni cambiar apoyos, por puestos y contratos.

Un factor que explicaría el rotundo rechazo de Fajardo a la unión con el Partido Liberal dirigido por Cesar Gaviria sería la sospecha de que su vinculación a las investigaciones y sanciones económicas por el escándalo de Hidroituango, también fueron estimuladas  por el expresidente, muy amigo de su paisano, el contralor general, Felipe Córdoba, quien con la procuradora  Margarita Cabello y el fiscal Barbosa han armado una trinca que incluye intercambio de altas y bien remuneradas posiciones burocráticas para sus familiares y amigos e investigaciones para afectar a rivales políticos de los aliados del gobierno y del uribismo.

Acuciosos observadores de la política consideran que el apoyo del partido liberal, con más de tres millones de votos,  no debe descartarse, sobre todo entre sus bases y sin dejarse condicionar de sus dirigentes tradicionales señalados de prácticas clientelistas y personalistas, como en el caso del expresidente Gaviria: exitoso y multimillonario hombre de negocios en el sector de los hidrocarburos, la construcción y comercio de obras de arte,  con cuentas en paraísos fiscales como lo denunció Pandora Papers, y allanándole futuro camino a la presidencia (dentro de cuatro u ocho años) a su delfín Simón, tal como aspira Uribe con Tomás.

La más segura fragmentación del Partido Verde, entre los afines al Pacto Histórico y la Coalición de la Esperanza y las dudas del Nuevo Liberalismo que buscar fortalecerse con listas propias para el Congreso se suman a la confusión reinante en el centro, mientras el nombre de Humberto De La Calle para encabezar lista al Senado salta a la palestra pública, siempre y cuando se pongan de acuerdo.

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