La figura del diablo es tan antigua como la del propio Dios, y su razón de ser obedece a una oposición a los dictámenes de acto y pensamiento impuestos principalmente por la Iglesia. Los mismos católicos y cristianos lo convirtieron en símbolo de maldad y generalizaron a sus simpatizantes como asesinos, usurpadores de tumbas, pirómanos quema iglesias, maltratadores de animales o bebedores de sangre. Pero si bien hay satanistas que lo practican de esta manera (muchos de ellos radicales o novatos), el satanismo “ha querido salir de la infancia festiva y del estadio del carnaval, y exige ser asumido como una filosofía de vida basada en el conocimiento […] El ‘Adversario’ guía a quienes discrepan de las prácticas religiosas convencionales, a quienes no están de acuerdo con la manipulación de la culpa, ni con el remordimiento. El satanismo no acepta las prácticas coercitivas, no impone las prohibiciones de las religiones convencionales”, escribió el periodista y filósofo pereirano Gustavo Acosta Vinasco en su libro de 2016, Un pacto con el diablo. Allí, el autor exploró el impacto de esta corriente en Pereira, donde hace 50 años Héctor Escobar Gutiérrez, el Papa Negro colombiano, celebró la primera misa negra del país.
Para conmemorar este suceso, además de los cuatro años del fallecimiento de Escobar, La Valija de Fuego y El Peregrino Ediciones unieron fuerzas y publicaron un libro con un título similar al de Acosta: Pacto con el diablo – Los hermanos de la sombra (la segunda parte del título viene del nombre de la secta del Papa Negro en Pereira). Esta recopilación de 120 páginas reúne escritos de Héctor Escobar, Gustavo Acosta, Orlando Villanueva, autor del libro Biófilo Panclasta. El apóstol anarquista y de Víctor Raúl Jaramillo, líder de la banda de metal Reencarnación. Con cada uno de los textos propuestos lo que se busca es mostrar el impacto del diablo en la sociedad latinoamericana, sin dejar por fuera a Anton Szandor LaVey, fundador de la Iglesia de Satán en California, o al ocultista y poeta inglés Aleister Crowley.
El libro empieza con el texto completo de Gustavo Acosta, que combina sus ensayos con citas, apartes de libros o publicaciones de prensa como La primera misa negra en Suramérica: Relato de una misa negra y un matrimonio satánico, una crónica hecha por Cesar Augusto López Arias para El Tiempo en noviembre de 1968. Incluso está la letra de la canción ‘Where Is Your God?’, de la banda de black metal paisa (ahora radicada en Estados Unidos) Thy Antichrist. Por su parte, Acosta expone el impacto del demonio en distintas culturas desde hace más de seis mil años, como es el caso de los mineros de Potosí, Bolivia, quienes todavía se encomiendan al diablo cada vez que van en busca de oro o el de los narcotraficantes que emplean la “magia transformada en brujería utilitaria” para conseguir y mantener el poder. Otro caso es el del Carnaval de Riosucio, que se celebra en Caldas y fue declarado Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Nación y cuya imagen más visible desde 1915 ha sido el diablo. “El diablo del carnaval es libérrimo, ‘porque no nació como parte de un sistema teológico, ni político ni social ni económico. Es un vigor desatado del hombre que busca complacencias…’. Es una emulación de lo visceral, lo instintivo, lo animal de los seres humanos, de esa fuerza volcánica universal. ‘El diablo del Carnaval de Riosucio da contento, ilumina, presta su conjuro para cantar’”., escribió el periódico Pulso, de Pereira, en 2002.
Pacto con el diablo continúa con un apartado corto de Cogitaciones del Aforista (2010), un libro inédito de Héctor Escobar que define la diablología como “el estudio del Diablo como fuente de todo el poder”. También resalta el papel de Aleister Crowley, una de las mayores influencias de Escobar y fundador de Thelema, la filosofía de vida que gira en torno al lema “haz tu voluntad: será toda la ley”: “El maestro Therion, Aleister Crowley, el hombre más perverso del mundo según lo proclamaran, fue un mago extraordinario, un gran poeta, que pactó con Aiwass y otros demonios para avivar con fe su voluntad de coronar con éxito la Obra, ese áureo milagro de la alquimia”, escribió Escobar.
Orlando Villanueva profundiza sobre el Papa Negro en un documento que el propio Vaticano solicitó para conocer el crecimiento del satanismo en esta parte del mundo y en entrevistas que el autor le hizo a Escobar. En la tercera parte, hay una biografía de él que cuenta sus comienzos en el esoterismo, su vida laboral (desde vendedor de obras de arte, profesor de colegio, mensajero del Banco Popular, dueño de un almacén de vidrios y un consultorio de quiromancia y adivinación), quiénes hacían parte de Los Hermanos de la Sombra, escándalos y acusaciones (el DAS iba a su casa a buscar el alma de uno de sus seguidores) y qué hay en Templum Palladicum o “El Museo de Satán”, punto de encuentro de la secta que cuenta con sesenta piezas de brujería y ocultismo, siendo la más valiosa el esqueleto del diablo, de unas quince piezas.
La última parte del libro está dirigida a los amantes de la literatura, pues Víctor Raúl brinda su poema de 1997, Lucifer el hermoso, incluido en el poemario del mismo nombre. Como comentó el músico, filósofo y escritor en un evento en La Valija de Fuego en marzo de este año, Lucifer no estuvo presente desde el comienzo del texto, sino apareció posteriormente como el personaje ideal para transmitir la trasgresión y ruptura con ciertos estatutos de la poesía. El título llama mucho la atención y en su momento le trajo problemas: lo echaron de un seminario luego de regalarles copias del libro a los niños con los que trabajaba y otros poetas dijeron que eso no era literatura ni tenía nada que ver con la poesía. Después, incluye otros tres escritos que demuestran la diversidad de voces del autor: Ayarda, Rianda Zean y Clamidia.
Pacto con el diablo viene acompañado de una gran diversidad de imágenes de Thy Antichrist, Héctor Escobar, el Carnaval de Riosucio, El Museo de Satán, símbolos como la cruz invertida, el pentagrama, la Thelema y el Sigilo de Lucifer y varios grabados desde el siglo XV al XX.
Esta publicación es ideal no solo para aquellos que desean conocer un poco sobre las bases del satanismo o sus figuras representativas, sino también para los que quieran romper el estereotipo del ser malvado impuesto desde hace milenios. La Valija de Fuego y El Peregrino no quieren iniciar una secta ni mucho menos, solo buscan, como rezan en la contraportada, recordar que Lucifer es “el que porta la luz”.
*Retomado de Cartel Urbano