Bajo este escenario, Pacific Rubiales se convirtió en una poderosa empresa que encontró en Colombia el territorio propicio para desarrollarse empresarialmente, beneficiado en gran medida por la docilidad de los dos últimos gobiernos -leáse Alvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos-, a los intereses foráneos. Por eso su éxito no es comparable con el resto del mundo empresarial en cuanto se trató de un caso particular en el que. cuatro venezolanos lograron aprovecharse de la debilidad del estado para volver millonarios a un puñado de personas que supieron retirarse a buena hora y disfrutar de la riqueza acumulada.
La enorme riqueza creada para sus dueños y directores, -Manuel de la Campa, Serafino Icano, Ronald Patin y Jose Francisco Arata - no es exclusivamente el resultado de una genialidad tecnológica, sino principalmente de la permisividad para extraer desaforadamente un recurso natural no renovable que le pertenece a todos los colombianos. El análisis de Mario Valencia busca mostrar cómo Pacific Rubiales ha sacado provecho de un Estado débil, de la falta de control, de la ideología de privatizar el petróleo, para hacer millonarios a un puñado de personas, con los recursos de todos los colombianos.
Un grupo de personas que llegaron con 15 millones de dólares y construyeron una empresa que llegó a costar, según su capitalización bursátil más de 6.700 millones de dólares. ¿No podría el Estado haber obtenido esas ganancias para la mayoría de los colombianos?
Aunque este documento fue publicado antes de que se diera el desplome total de Pacific Rubiales cuando la petrolera se quedó sin el contrato de explotacion de campo rubiales, muestra la manera como se formó un emporio que terminó valiendo cero.