El 21 de abril se estrena Paciente. Ha ganado varios premios y distinciones en los últimos meses incluyendo el premio de mejor director de documentales para Jorge Caballero en el Festival Internacional de Cine de Cartagena. Pero no debe verse únicamente por sus méritos artísticos, debemos asistir a sus funciones en las salas de cine Royal para pensar en nuestro sistema de salud. Por favor, véalo y medite.
No es un documental con brillantes escenas de la naturaleza. Tampoco sobre enfermedades para quienes se interesan en situaciones límites de la condición humana. Así como hay una “pornomiseria” en cierta cinematografía, existe una “pornopatología” en numerosos programas educativos de televisión. En Paciente no va a encontrar la historia melodramática de un enfermo ni una enfermedad llamativa ni una cirugía de frontera. De hecho no va a ver en ningún momento a la joven cuidada por su madre, la protagonista. Esa es otra de las virtudes del film, enfocarse no en un proceso patológico sino en el sufrimiento humano que lo acompaña. Es una oportunidad para pensar con los ojos, el corazón y empatía en el otro que sufre con paciencia. De ahí el título.
Jorge Caballero es un cineasta colombiano que vive entre Barcelona, donde enseña, y Bogotá. Sus producciones anteriores, Bagatela y Nacer entre otras, han tenido buen éxito de crítica pero en Paciente extiende su rango creativo. Al decir extender me refiero a que este último proyecto no es solo un documental-película sino una creación transmedia. Comprende también un libro electrónico (Casting para una muerte, de Carol Ann Figueroa) con la misma temática y diferentes historias, recortes de prensa, artículos académicos, etc. Después de cinco años de investigación y muchas horas de filmación quedan siempre abundantes “recortes” de edición como cuando las películas de celuloide se cortaban y pegaban. Este material fílmico se entregó a nueve documentalistas colombianos, entre ellos Luis Ospina, que realizaron interesantes cortos propios con estas escenas. Además se ha creado un juego interactivo donde el participante puede tomar decisiones sobre su cuidado (ir a urgencias, llamar a un amigo, esperar, etc.) avanzando o no hasta consumir su tiempo de juego y vida. Una excelente metáfora lúdica sobre la realidad médica de todos nosotros. Este último aspecto me interesa mucho porque considero la medicina un oficio de decisiones y practicar enfermar, no exagero, nos puede ayudar a sobrevivir al sistema. Y esa es la otra palabra clave: sistema.
Tuve la grata oportunidad de entrevistar para un programa radial universitario al director Jorge Caballero conversando sobre algunas de sus ideas y su experiencia al realizar el documental. Una de las obsesiones creativas de Jorge son los sistemas: esas estructuras vagas, impersonales, que nos aprisionan y determinan. Ya antes había trabajado la triste realidad de nuestro sistema judicial en su film Bagatela sobre los así llamados delitos menores en Bogotá. Fue la primera y única vez que una cámara ha entrado en las URIS de nuestra capital. La idea clave es como los sistemas, en los que ilusamente confiamos muchas veces, se establecen en nuestra sociedad y acaban por aumentar el sufrimiento humano. Al mismo tiempo en este momento histórico de tanta complejidad cultural y tecnológica no podemos sobrevivir sin sistemas. Los sistemas toman decisiones por nosotros. A mí por ejemplo me irrita sobremanera que los dispensadores de dinero me exijan cambio de clave para retirar dinero de mi modesta cuenta de ahorro. Nadie les ha pedido que exageren mi seguridad bancaria. Pero el sistema nos obliga a ello.
Los sistemas de salud corrompen sutilmente
al trabajador de la salud
Los sistemas de salud corrompen sutilmente al trabajador de la salud. El médico, la enfermera, el odontólogo, la terapista y otros pasan inconscientemente a ser funcionarios dejando de ser profesionales de la salud. Y por supuesto el usuario deja de ser persona para el sistema. ¿En qué se convierte? La persona que se acerca a un trabajador del sistema de salud llega pidiendo un servicio, quizás sólo con una pregunta. En ese momento es simplemente un cliente, que por supuesto debe ser tratado con dignidad. La mayoría de los clientes del sistema de salud tienen un sufrimiento. Se convierten así en pacientes (del griego pathos, sufrimiento) que deben ser tratados con empatía. Y muchos de estos pacientes, no todos, viven un proceso patológico que los convierte en enfermos que deben ser tratados con pericia y ética. Todas esas complejas relaciones humanas se corrompen cuando la persona se convierte en usuario del sistema para el impersonal funcionario.
El director de Paciente da un giro más profundo a esta situación. Se concentra en la cuidadora, en este caso la madre de la joven enferma, quien debe luchar con paciencia bajo el sistema. No quiero dañarles la película, vayan y vean Paciente. Mediten en la admirable valentía necesaria para sobrevivir al sistema con paciencia.