El papa Francisco y José Mujica, hijos del cono sur, presentan coincidencias en muchos aspectos de sus vidas que los convierten en dos grandes líderes mundiales. El primero conserva su Renault 4 y el otro su escarabajo de los años setenta. El papa no vive en el apartamento reservado al sumo pontífice en el Vaticano sino en un apartamento más modesto. Por su parte, Pepe no aceptó vivir en el Palacio Presidencial sino que continuó en su chacra como un ciudadano común y corriente más cerca de su pueblo. Francisco desde el primer día de pontificado ha predicado y practicado la austeridad. Mujica solo tomaba el 10% del sueldo presidencial para sus gastos, el 90% restante lo donaba. Ambos visten de manera muy sencilla. Se curtieron viviendo en su propio pellejo los horrores e injusticias cometidas por las dictaduras de Argentina y Uruguay en los años sesenta y setenta. Injusticias cometidas en nombre de la democracia para preservar el capitalismo.
Pero lo más importante, hablan con sencillez y llegan a sus seguidores con contundencia. "Trata de vivir como piensas porque si no pensarás como vives" es una máxima que difunden con sus palabras y sus acciones. Son un poco anarquistas pues son irreverentes con muchas tradiciones y formalidades. Mujica hablando de la justicia alguna vez dijo que la vieja vendada "está con los ojos muy abiertos y tiene la sensibilidad en el bolsillo". Francisco nos recordó en su visita que "el demonio entra por los bolsillos".
Podríamos enumerar muchísimas coincidencias en su vida pública. Como diría Dilma la expresidente del Brasil: "viejos sabios del sur". Viejo sabio bautizó Dilma a Mujica después de muchas reuniones, cumbres y reuniones que compartieron. Lo mismo podemos decir del papa Francisco después de oírlo en su visita a Colombia. Dejo a los historiadores y escritores la tarea de profundizar en este breve parangón entre los dos gigantes latinoamericanos.