Mientras Reuters, prestigiosa agencia noticiosa que data desde 1851, emite la noticia “Petro de Colombia llama a Latinoamérica a unirse a la guerra en contra de las drogas”, en este país del Sagrado Corazón afirman que el presidente defiende la cocaína. Al buen entendedor pocas palabras. Ciegos y sordos pero, lamentablemente, no mudos.
Ya no me genera sorpresa el poco respeto que tienen algunos miembros del Centro Democrático con el pueblo colombiano. Será que como dicen, el ladrón juzga por su condición? Qué intereses oscuros se mimetizan detrás del telón de la aparente moralidad?
Insinuar que Petro es un capo de la droga y que defiende la cocaína porque, con vehemencia, afirma que el petróleo y el carbón son más nocivos para la humanidad y para el planeta es una falacia. Simplemente afirma algo que está totalmente respaldado por la investigación, la ciencia y las estadísticas.
El pueblo colombiano no es bruto, en ocasiones ignorante por falta de oportunidad y estudio pero claramente atento a lo que sucede en su entorno. Pregúntenle a todos aquellos que por derrumbes, inundaciones, huracanes, etc., se han quedado sin techo, sin sus tierras cultivadas, sin sus animales, si la cocaína es más dañina que las consecuencias del cambio climático producido por el exceso de las emisiones de todo tipo de contaminantes en la atmósfera gracias a ese par de maravillas, el carbón y el petróleo utilizados en exceso para la producción irresponsable de capitales que solo unos pocos pueden disfrutar.
Preocupa más que el mismo pueblo nuestro, ese porcentaje de clase media alta y clase alta que estresados por las vacunas de miedo que reciben en exceso a través de las redes sociales aceptan como verdades todas las fake news, reenvían cuanto reciben y ayudan a propagar incertidumbre, miedo, discriminación y odio.
Ojalá el respeto que siento por los colombianos menos privilegiados y mi fe en su orgullo patrio se vea reflejado en las decisiones que asuman ante la codicia y las mentiras de una oposición política actual que carece de toda autoridad moral y no permitan que con mentiras, amenazas, y provocaciones los lleven a “batallas violentas” (como expresado por Francisco, alias “Pachito”, Santos).
