Regresó Pachito. Cuando nadie lo esperaba después de haber sido sacado por la puerta de atrás por Uribe y embolatársele la posibilidad de aspirar a la alcaldía de Bogotá por cuenta del aplazamiento indefinido de la destitución de Petro, le tocó engullirse su orgullo y volver al único sitio donde puede existir como político, el uribismo.
Pero no lo hizo de cualquier manera y aquí, mis respetos por Pachito, porque de funcionarle la jugada, puede convertir su derrota convencionista en victoria, desquite y solución. Carambola a tres bandas que ejecuta a placer gracias a que la candidatura de Zuluaga, como era previsible, jamás despegó.
Veamos.
Como buen Santos, Pachito también se quiere aprovechar de Uribe y la mejor manera es ofrecerle en bandeja de plata la solución a las penurias que pasa con la opción presidencial que escogió. Sabe que Uribe quiere desechar a Zuluaga y que el Centro Democrático solo no puede con Juan Manuel.
También es consciente que Uribe no lo quiere a él en reemplazo de Zuluaga, que la candidata conservadora no acepta ser segundona de nadie, que los azules solos tampoco tienen la fuerza para ganar las elecciones y que el propio Zuluaga menos aceptaría rebajarse de candidato presidencial a vicepresidencial de partido ajeno, en el caso de una posible alianza.
Ahí es donde entra a jugar Pachito. Primero, le da una estocada de muerte a la candidatura de Zuluaga al mostrar públicamente lo que nadie quiere hacer dentro del uribismo. Martha Lucía es una opción real de victoria. A dos semanas de su proclamación, ya es segunda en las encuestas, mientras Zuluaga pese al apoyo de Alvaro Uribe, languidece en un cuarto lugar.
Segundo, le presenta a Uribe la oportunidad de hacer una alianza con Martha Lucía, una uribista pura sangre de todos sus afectos, a cambio de una representación decorosa de su movimiento: la candidatura vicepresidencial y quien mejor que él mismo, el único que en las encuestas tenía la posibilidad de derrotar a su primo.
Tercero, le ofrece un salvavidas a Martha Lucía, tan gris como Zuluaga, que necesita de alguien con carisma a su lado, que le permita despegar definitivamente para pelearle a Juan Manuel la presidencia en una segunda vuelta, dado que la izquierda, como es su costumbre, se matan solos desaprovechando el papayazo de una derecha dividida.
Los conservadores de Martha Lucía sin maquinaria pero con la legitimidad de una convención (si no la tumban en el Consejo Nacional Electoral) y el uribismo, sin candidato ganador, unidos pueden hacerle algún daño a la candidatura reeleccionista que, con todo el poder del Estado a su favor, se quedó estancada en el 25%.
Uribe ya debe estarlo pensando seriamente. No tiene que arriesgarse con las locuras de un Pachito presidente, que poco importarían de nuevo como vicepresidente, y consigue regresar al poder a través de una incondicional suya que retornará el país a la seguridad democrática y su visión de paz: rendición o muerte de la insurgencia.
Que triunfen, está por verse. Pero al menos tienen una opción real de presentarle batalla a Juan Manuel y de nuevo polarizar el país en su favor. Y para Pachito, el mejor de los mundos: ser el comodín del uribismo en las urnas presidenciales y de paso desquitarse de Zuluaga y al tiempo mostrarle a Uribe que con él no hay pierde y hasta podría ser la carta ganadora contra el “traidor”, o el “tramposo”, según la jerga de Tomás.
Nos resultó maquinador, Pachito. Sorpresas te da la vida.