Oye, Petro: plata es plata, pero no lo es todo
Opinión

Oye, Petro: plata es plata, pero no lo es todo

El discurso energético de Petro tiene un punto débil y problemático: dice que el modelo de las consultas no funciona y debe ser reemplazado por el de asociatividad

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julio 01, 2023
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La Guajira podrá ser el corazoncito que bombea energía a Colombia y al mundo. Así lo dijo ayer Gustavo Petro, tras la firma del “Pacto por la Transición Energética Justa en La Guajira” entre el gobierno nacional, empresas y autoridades wayuu. Según Petro y la ministra Vélez, en este departamento podrá generarse la energía necesaria para sustituir el uso de fósiles en Colombia y además para exportar a otros países.

Petro se dedicó a la transición energética en las pasadas dos semanas. Primero viajó a Alemania y firmó con el gobierno de ese país un memorando de entendimiento para producir y exportarles hidrógeno verde. Inmediatamente después, llegó a gobernar desde La Guajira y firmó el acuerdo con las comunidades wayuu. Así, por fin, pareció despejar la resistencia indígena, quizás el único obstáculo al propósito y las estrategias que ya había trazado Duque para convertir esta región en una gran despensa eólica y solar explotada por empresas nacionales y extranjeras. El gobierno anterior ya había avanzado con la diplomacia internacional energética, en el marco jurídico y en la bienvenida a decenas de megaproyectos.  

En el discurso de celebración del acuerdo con las comunidades, Petro se desmarcó de Duque no en la intención clara de explotar lo más que se pueda el potencial energético de La Guajira, sino en la forma de relacionarse con las comunidades indígenas. Señaló que el modelo actual de consultas no funciona, porque apenas logra acuerdos débiles con las comunidades que no garantizan la “sostenibilidad vital” de los proyectos. Por eso, para Petro, es necesario cambiarlo por otro: el de la asociatividad, en el que las comunidades son socias. Plata. Billete. Con esas palabras, Petro comienza a explicar que en La Guajira fluirán multimillonarias inversiones y utilidades.

Es un avance que el gobierno nacional y las empresas dejen de ver el territorio guajiro como baldío y disponible, y comiencen a entender que tiene propietarios indígenas que deben ser tratados de igual a igual. También que las comunidades wayuu tengan una opción de vida que les permita salir de situaciones inaceptables de pobreza y volverse, quizás, prósperas. También que el gobierno sostenga que la transición energética es para sustituir y no para complementar a los combustibles fósiles. 

Sin embargo, el discurso de Petro tiene un punto débil que puede desencadenar conflictos y efectos inesperados. Dice que el modelo actual de las consultas no funciona y que por eso debe ser reemplazado por el de asociatividad. Eso es parcialmente cierto. Las consultas no funcionan, porque los sucesivos gobiernos le han ido recortando su contenido y alcance, hasta volverlas una pura formalidad en donde lo que se somete a discusión es cada vez más intrascendente, porque las decisiones importantes ya se tomaron en otros ámbitos y con otros actores.

Sin embargo, el sentido político y jurídico de la consulta y del consentimiento previo es distinto y ha sido una causa de lucha de los movimientos étnicos en el mundo que han logrado importantes avances normativos del derecho internacional y nacional. La consulta y el consentimiento tienen como propósito proteger y respetar la diversidad cultural, los vínculos especiales y colectivos de los pueblos étnicos con sus territorios, así como su autonomía. Entre otras cosas, la consulta previa busca que las diversas cosmovisiones y preocupaciones propias de los pueblos étnicos tengan un lugar importante en la toma de decisiones.


¿Participaron los wayuu en el diseño de las subastas de los proyectos eólicos y solares que se van a desarrollar? ¿Por qué el PND les quita el carácter previo a las consultas sobre proyectos de energías renovables?


Sin duda, la forma en la que hoy se hacen las consultas previas en Colombia ha desdibujado estos alcances. Pero la solución no es cambiar por completo a otro modelo que los anule del todo, sino poner en la base de la discusión los derechos que la consulta previa busca proteger. Entonces, no se trata sencillamente de que las comunidades se conviertan en socias y entonces, de plano, queden avaladas las estrategias y los proyectos que fueron decididos en instancias en las que ellas no participaron. ¿O fueron autoridades wayuu a la visita a España o Alemania?, o ¿participaron en el diseño de las subastas de los proyectos eólicos y solares que se van a desarrollar? ¿Por qué el PND les quita el carácter previo a las consultas sobre proyectos de energías renovables?

Por supuesto que el pueblo wayuu debe salir de las condiciones de pobreza y vivir dignamente, pero esa es una responsabilidad del Estado que debería ser independiente del potencial eólico y solar de La Guajira. El pueblo wayuu, además de asegurar condiciones económicas de vida digna para sus futuras generaciones, debe tener el espacio necesario para plantear y reflexionar sobre todos los cuestionamientos de orden social, cultural y espiritual: ¿cómo se protegerán los sitios sagrados? ¿Cómo prevenir un deterioro cultural indeseado para el mismo pueblo por los enormes cambios que se avecinan? ¿Cómo se repararán los daños que estos proyectos ya están causando, como los conflictos internos entre comunidades?

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