La oxitocina, a pesar de ser parte importante en nuestra comunicación afectiva y en nuestras expresiones de cariño y amor, para muchos es totalmente desconocida. Pues bien, entre muchas otras cosas, esta hormona se establece como una de las causas biológicas en el aumento de casos de violencia de género que se ha desatado con el confinamiento, por lo que me veo en la obligación de resaltar el vínculo entre ella y las relaciones de pareja. De verdad, es tan increíble como inimaginable su papel en nuestro organismo para desencadenar este fenómeno brutal que se presenta en muchos hogares.
Ahora bien, la oxitocina recibe varios nombres debido a su estrecha relación con el amor: "hormona del amor" porque se piensa que está involucrada con el enamoramiento; "hormona de la monogamia" porque estimula el centro de recompensa en el cerebro masculino, lo que aumenta el atractivo por su compañera y fortalece la unión monogámica; "hormona que puede hacer fiel al hombre infiel", algo que parece imposible en nuestra sociedad; y "hormona de la felicidad", dado el papel que ejerce en el organismo.
Así pues, la oxitocina es una hormona generada en el cerebro, concretamente en el hipotálamo, que en "determinadas circunstancias" actúa como un neurotransmisor, se transporta a través del torrente sanguíneo y de esta manera llega a los diferentes órganos del cuerpo para desencadenar una serie de reacciones químicas.
Cuando alguien nos cuenta un chiste, reímos; cuando estamos ante una mala noticia, experimentamos sufrimiento; cuando nos abrazan sentimos amor; y cuando llegamos al orgasmo, placer. A la larga, toda esa serie de estímulos que nos encandilan (mirarnos a los ojos, acariciarnos o el simple contacto con la otra persona) hacen que se libere oxitocina.
Con eso claro, ete elixir de amor juega un papel esencial en las relaciones de amor y amistad, haciendo posibles los vínculos afectivos que todos tenemos. Además, hace que al momento de enamorarse se tenga la sensación de querer estar siempre con la persona amada. Y eso no es todo, gracias a la oxitocina somos capaces de sentir compasión, empatizar con los demás e incluso sentir odio. Eso sin contar con que se dice que es la encargada de establecer lazos sociales y sexuales (está muy relacionada con el afecto y el orgasmo respectivamente).
Se han realizado estudios sobre el papel de la oxitocina (Dutton y Painter 1981-93), donde se ha llegado a la conclusión que puede ser la culpable de desarrollar unos vínculos muy afectuosos que impiden el desarrollo de razonamientos y con el paso del tiempo llegar a reconocer el maltrato en la unión traumática. De este modo, esta hormona está intimamente ligada a las relaciones de pareja y a la violencia de género que hoy padecen tantas mujeres, a la que a veces no le encontramos explicación (cómo puede dormir con el enemigo, por qué no lo deja).
Pues parece ser que esta hormona tiene que ver con estos comportamientos para muchos anormales, que no dejan a la mujer tomar una decisión radical de abandonar al maltratador. Muchas mujeres forman este lazo traumático con el esposo abusivo y luego sienten que no lo pueden dejar, vuelven hacia una relación que las llevará a sufrir nuevamente, produciendo así ciclos de violencia. Al final, la víctima termina codependiente de su pareja, aún después de ser golpeada o maltratada no solo físicamente, sino psicológica, sexual o económicamente.
Esta hormona de poca trascendencia para muchas personas hoy cobra relevancia por su papel biológico en la violencia de género y nos despeja algunos interrogantes que a lo largo de nuestras vidas nos han causado asombro pero que gracias a los estudios científicos entendemos más.