Nació en el Guamo, Bolívar, y es un ídolo en el país. Con su voz nasal impulsó la ola romántica del vallenato en todo el territorio nacional y con su pareja musical, Rafael Ricardo, logró disco de oro en 1983 y doble disco de oro por uno de sus trabajos titulado Por aclamación. Siempre contó con el apoyo de su padre, tanto en el campo de la formación universitaria como para emprender su carrera musical.
El médico Otto Serge, actualmente, reside en la ciudad de Barranquilla. Con él nos comunicamos para conocer aspectos de su carrera musical. Se pactó una hora de contacto que no interfiriera con su horario de trabajo y, del otro lado de la línea, contestó una voz cálida, fresca en el trato, muy amable, que permite deducir que, a pesar de la fama y el reconocimiento, es Otto Serge un hombre sencillo y con un profundo sentido del respeto humano.
No es la primera vez que hablo con él. En otra ocasión —que él no debe recordar— lo entrevisté para una emisora de Nariño. Otto Serge, la voz inolvidable de El Mochuelo, Pueblerina, Esposa mía, es un intérprete de gran lirismo, evocador y cargado de sentimiento que ha logrado una inmensa aceptación entre el público que gusta de la música vallenata.
“Muestran su plumaje ceniciento las gaviotas al volar/ al eterno gris de las neblinas que sofocan la quietud/ Y así, de igual manera tú, también/ te llevaste al pasar, ayer/ toda mi libertad”, canta en Hoy más que ayer, tema que es inolvidable y que al más desprevenido le permite entender la alta poesía del vallenato. Con Otto Serge hablamos entonces de sus inicios en la música.
¿Qué recuerda de esos primeros años?
Bueno, sí, mis primeros pininos en la música fueron con mi papá, Otto Fernando Serge Sierra; él tocaba la guitarra y yo lo acompañaba tocando guacharaca con las canciones de Escalona, canciones de la época. Más tarde me trasladé a Cartagena a estudiar bachillerato y allí me encontré con unos primos e hicimos un grupo y luego con Rafael Ricardo, a quien conocí en un sitio que se llamaba La Piragua, en donde yo también solía cantar una o dos canciones.
¿Fue compleja su llegada a la música vallenata?
Para mí fue una cosa muy difícil, pues la verdad eso me cogió de sorpresa. Rafael Ricardo vino a Barranquilla en busca de un contrato con Codiscos y él traía otro cantante con intención de grabar y don Rafael Mejía —el entonces gerente de Codiscos—, que había escuchado la voz mía, le dijo que había un muchacho que se llama Otto Serge y que esa sería la unión. Rafael Ricardo me llamó y yo que para entonces vivía con una tía, pues me encontraba estudiando medicina, no tenía contacto con mi padre que, en ese tiempo, vivía en el Guamo. Rafael Mejía nos pidió que nos trasladáramos a Medellín a firmar contrato y toda la cosa, y yo sin decirle nada a mi papá arranqué para Medellín. Cuando regresé me sentí angustiado porque no le había dicho nada a mi papá, entonces le escribí una carta y mi papá vino y me dijo que qué era lo que pasaba. Se lo conté todo y mi papá dijo: “No te preocupes que vas a ser un buen cantante y un buen médico”. Así que me respaldó totalmente.
¿Sus primeras grabaciones las realizó, entonces, al lado de Rafael Ricardo?
Sí, señor, la primera grabación que yo hice fue con Rafa. Mi sentimiento fue el primer disco que sacamos al público y se pegó Mi sentimiento, en el interior del país, y Tú verás acá en la costa; eso fue en 1979.
En esa época el vallenato no era muy aceptado en el interior del país, ¿cierto? Me parece que eso ocurrió hacia mediados de los años ochenta.
Exactamente. Y con Mi sentimiento empezamos a ocupar los primeros lugares; en una revista que se llamaba Antena, una pequeña revista que salía con un listado de canciones, me di cuenta que habíamos comenzado a destacarnos.
¿Conserva su amistad con Rafael Ricardo? ¿Cómo es su relación con él?
Bueno, sí, tenemos mucho tiempo de que no nos vemos, pero sí se mantiene la amistad. Yo vivo en Barranquilla y él vive en San Juan Nepomuceno, en su tierra natal.
¿Qué recuerdo tiene de Rafael Orozco, el excantante del Binomio de Oro?
Aquí en Barranquilla en la época en que empecé a estudiar Medicina en la Universidad Libre, vino Israel Romero; nos reuníamos con unos médicos que vivían en Murillo con la 44, allí asistían muchas personas de la Guajira entre las cuales estaban el doctor Fernando Meneses Romero que trabajaba como médico en el Instituto de los Seguros Sociales, el doctor Carlos Salgado y mucha otra gente y en esas parrandas recuerdo que nació el Binomio de Oro. Rafael Orozco y yo hacíamos esas parrandas juntos; en alguna ocasión, “Irra” me llevó a darle una serenata a una novia que tenía en esa época. Fue una época bien bonita, pero lo concreto es que ahí, en esas parrandas de amigos, nació el Binomio de Oro.
¿Qué imagen conserva de Rafael Orozco?
Excelente. Era un muchacho sano, en ocasiones hasta tímido. Alguna vez lo acompañé, cuando ya estaba conformado el Binomio de Oro; yo todavía no había grabado, y se ponía a conversar conmigo porque no le gustaba que lo estuvieran llamando para tomarse fotos, en fin. Se la pasaba como escondidito hablando conmigo. Era un buen chico.
¿Qué concepto le merece la discusión entre vallenato ortodoxo y la nueva ola con intérpretes como Peter Manjarres y Silvestre Dangond?
Lo que pasa es que son épocas diferentes. Aquella época era de letras hermosas, letras románticas, con el vallenato tradicional de contar historias, de amores pasajeros, de parrandas, de chistes; todo eso que hace parte de cómo nació la música vallenata realmente. Estos muchachos están viviendo otra época y viven el vallenato y lo interpretan y lo cantan de acuerdo a esta época. Yo no entro en esa polémica porque no me corresponde a mí; en mi caso, me sigue gustando ese vallenato que sigo cantando y de todo lo nuevo me gusta Silvestre Dangond, un tipo bien afinado y con una proyección espectacular.
En relación con las letras, usted interpreta una canción Hoy más que ayer, que es un auténtico poema, ¿quiénes eran sus compositores?
De lo que yo grabé hubo compositores como Hernando Marín (q.e.p.d.), Sergio Moya Molina, el doctor Fernando Meneses, Rafael Manjarrés que me dio Señora, Bendita duda, una cantidad importante de compositores que ya no figuran en esta época de Silvestre, de Peter y esa gente.
Después de la fama y el reconocimiento que usted ha tenido, ¿cómo transcurre su vida en estos años?
Mi vida sigue siendo igual, soy médico y trabajo en una empresa de salud; siempre he alternado entre lo artístico y lo musical, hago una combinación muy hermosa entre las dos cosas, es muy lindo cuando el paciente llega, me reconoce, viene la parte de la consulta médica y luego la tomada de fotos, el autógrafo. Es bien bonita esa empatía que se genera en el momento en que la persona sabe quién soy y hablamos y conversamos y me preguntan si sigo cantando y yo, claro, les digo que sí.
¿Sus últimos conciertos?
Gracias a Dios seguimos muy vigentes realizando giras por Europa, Estados Unidos, Costa Rica, Venezuela, México y el interior del país, que es nuestra zona fuerte, y también la costa, claro. En estos días vamos a estar en el Festival de la Leyenda Vallenata en Valledupar.
¿Quién es su actual acordeonero?
Mi actual acordeonero es José Abel Villadiego. Es un muchacho joven oriundo de Arjona, Bolívar, muy querido, muy decente, que toca muy bien el acordeón. Se aprendió las canciones tal cual como las grabamos con Rafael Ricardo y así el grupo se comporta en las presentaciones con la misma originalidad de otros años.
Otto Serge siempre intenta renovarse. Ese dato no me lo dice, ni yo se lo pregunto. En todo caso, todos tenemos nuestra historia. La de Otto Serge lo lleva a inscribir su nombre al lado de los grandes. Es un intérprete que, gracias a su talento, hoy hace parte de la historia musical del país. De nuestra parte, solo agradecerle por existir y deleitarnos con su bella música.