Para curarme en salud voy a soltar una frase que “nunca se ha dicho en Colombia”: que caiga todo el peso de la ley a quien o quienes probablemente la hayan infringido
Ahora que se ha vuelto a poner en boca de los colombianos el caso de los diputados del Valle, gracias al viaje de las víctimas a Cuba, cómo no recordar el afán protagónico del Fiscal General enjuiciando a Sigifredo López, único sobreviviente de esa masacre protagonizada por las FARC y cuyo comandante y responsable está precisamente en la Habana gozando de buena salud.
Quien puede olvidar al Señor Montealegre escuchando falsos testigos que aseguraban y juraban la complicidad de Sigifredo en el secuestro de sus compañeros y el aporte de la fiscalía con todo tipo de fotografías y grabaciones donde daba por hecho, el señor Montealegre, que allí aparecían la nariz y la mano de Sigifredo como prueba irrefutable de su complicidad en tamaña monstruosidad. Detención para López, innecesaria e ignominiosa, ordenada por el mismo Fiscal Montealegre.
¿Acaso no recordamos la acuciosidad del señor Montealegre, solicitando estudios de cuerpos policivos españoles y norteamericanos, tratando de implicar, para su satisfacción policiva y detectivesca, a Sigifredo López? Y todo, para fortuna de este país, de Sigifredo y de los parientes de todas las víctimas de la asamblea del Valle, terminó en un oso tamaño King Kong y un aflautado y descompuesto “disculpe usted” del señor Montealegre, Y llegó después el caso de Luis Andrés Colmenares, telenovela en la cual han desfilado toda clase de falsos testigos sacados de no se donde, que han jurado y rejurado haber visto quien lo golpeó, lo asesinó y lo arrojó al caño del Virrey. Cuatro años en este novelón donde la fiscalía asegura cada tanto, que ya tiene las pruebas suficientes para llevar a juicio y a la cárcel al culpable o culpables. Y después de cuatro años, que se cumplen el próximo mes de octubre, los únicos en la cárcel son los falsos testigos.
Ahora llega el caso del hacker Sepúlveda. El más desteñido hacker que alguien se inventó para dar un soplo de oxigeno a la segunda vuelta de la reelección de Santos y que como no da la talla ni para aprendiz de sistemas, se ofreció a la fiscalía para orquestar un cuento que le permite al presidente, decretar como gravísimas las afirmaciones de Sepúlveda, sin siquiera reparar en que este individuo en su delirante deseo de figuración ha acusado a Andrómeda, la garganta profunda y fachada de interceptaciones que oficialmente tiene el gobierno de Santos, de vender a cualquiera, la información de sus chuzadas. ¿Qué tal el enredo que ha armado la fiscalía con su testigo estrella? “Vaca ladrona no olvida el portillo”.
Y pensar que lo de Sepúlveda y su detención fue de una velocidad inusitada, nunca antes vista en la justicia colombiana. ¿Lo recuerdan ustedes? Allanamiento de sus oficinas, allanamiento de su apartamento y detención del sujeto, todo esto en dos horas y cumplida prontamente la orden presidencial. Un lujo de operación para cualquier ente de investigación en país alguno. Que pena que casos como el de Saludcoop se tomen años y mas, simplemente para llamar a declarar a algunos de sus funcionarios sin orden de arresto ni extradición, claro está, ahhh y sin la intervención del presidente para declararla lentísima.