Otro de los grandes
Opinión

Otro de los grandes

Se fue Miguel Urrutia, pero nos dejó un tesoro. El hombre que transformó el mundo del arte en Colombia y lo actualizó a su medida

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julio 20, 2024
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Miguel Urrutia Montoya: amable. Inteligente señor del mundo.

Miguel Urrutia se fue, pero nos dejó un tesoro. El presente para las generaciones futuras. El hombre que transformó el mundo del arte en Colombia y lo actualizó a su medida.

De unas vacaciones en México llegó Fernando Botero a Nueva York a contarme que con Sophia habían decidido regalarles a todos los colombianos su colección de arte que tenía en un depósito en Suiza. Era una decisión tomada. Y que empezáramos el proyecto. A la semana siguiente ya estaba en Medellín buscando propuestas.

Cuando Miguel Urrutia era el gerente del Banco de la República, llegué a proponerle a un abogado, economista, estadista importantísimo y hermano de una de mis mejores amigas sobre la Donación Botero. -Yo lo conocía cuando lo saludaba en la Sala de conciertos de la Luis Ángel Arango-.

Desgraciadamente, ya después de haber hecho gestiones inútiles durante 5 años con los antioqueños. Me sorprendí porque inmediatamente me dijo que sí a todo. Sin sumar ni restar. Y esta idea provino después de que el maestro recibiera una carta donde se anotaba que la entrada podía costale a la cuidad $30.000 pesos por persona. Por mil millones de felicidad, cultura y encuentro y creo yo la mayor atracción turística. Obviamente, en Medellín nadie me preguntó de que se trataba la tal donación.


Soñando en este proyecto para que, de pronto, en diez minutos todo fuera fácil. Era una orden del cielo. Miguel Urrutia era un amante del arte y entendió en un segundo su gran compromiso


Cómo quedé desconcertada y demasiado sorprendida le pregunté sí podíamos llamar al Maestro Botero para que entre ellos conversaran. Inmediatamente, fue realizado el acuerdo. Todo ese largo tiempo soñando en este proyecto para que, de pronto, en diez minutos todo fuera fácil. Era una orden del cielo. Miguel Urrutia era un amante del arte y entendió en un segundo su gran compromiso. A Miguel Urrutia se le debe también la donación de Medellín porque al ver la envergadura de la propuesta perdida, se armó una comitiva de 3 paisas que fueron a Nueva York a pedirle otra donación para su tierra natal. Y el maestro generoso y contento cedió.

Llegaron las obras en embalaje impecable. Se resolvieron los miles de problemas: impuestos, transporte, seguridad extrema, proyecto espacial para las luces. El montaje no fue fácil, pero, fuimos muy felices. Para aprender viajábamos a los museos a medir las distancias entre los cuadros o, hasta la transición de los colores de las paredes de las salas y los pisos. Botero, a la distancia dirigía la operación y comparábamos posibilidades. Porque exacto tenía que ser. Analizamos la transición de los colores entre sala y sala y la correspondiente relación con los cuadros. Ni hablar de la evolución en el montaje, la base y las vitrinas. Una vez decidido el lugar exacto Botero. Sophia Vari, Miguel Urrutia, “el” hermano Juan David y su familia y nos salíamos para gozar la vida con enorme honor y satisfacción. Todos nos reunimos en pleno entusiasmo hasta ver el cuadro o la escultura en su lugar exacto.  Y así continuó en su empeño de continuar expandiendo las colecciones tanto colombianas como Latino Américas del Banco de La República. Miguel Urrutia con serenidad y calma estudiaba todos los catálogos de las subastas. El maestro, Sophia y yo las visitábamos cada subasta y decidimos comer salchichas con bastante mostaza en un patio. Ya resuelto el precio me acercaba desprevenida a proponer precios unas dos o tres veces mientras Botero y Sophia miraba a lo lejos

Y como si fuera poco, armó un bello proyecto para exposiciones temporales que lleva su nombre: Museo de Arte Miguel Urrutia pero que por arbitrariedades de las siglas le dicen MAMU. Amable. Inteligente señor del mundo.

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