La Amazonia arde y sus llamas han avivado la conciencia social. El hashtag #PrayForAmazonas inundaba Twitter con una reclama popular de más atención para la dramática situación vivida en la selva tropical. Uno de los pulmones del planeta y responsable de alrededor del 20% de la producción de oxígeno mundial ardía bajo el auspicio indirecto de las políticas medioambientales del presidente brasileño ultraderechista Jair Bolsonaro.
Bajo su mandato, iniciado en enero de 2019, el número de incendios forestales en Brasil ha aumentado un 83% en solo un año hasta un total de 72.843. Más de la mitad de estos se registraron en la región amazónica, según los últimos datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). Sin embargo, esta región es solo una de otras muchas que están sufriendo graves incendios durante este caluroso y seco verano sin recibir una atención mediática y social acorde a sus dimensiones.
Si los incendios viven en un generalizado clima de falta de atención, los fuegos en el continente africano se desarrollan entorno a un silencio sepulcral. Las imágenes satélite de FIRMS, departamento de la NASA dedicado al seguimiento de incendios, despertaron todas las alarmas sobre los incendios en la Amazonia. Sin embargo, nadie reparaba en el sur de África, que simultáneamente lucía completamente teñido de rojo.
África alberga el 70% del área quemada en el mundo
Según un estudio publicado en febrero por la Agencia Espacial Europea (ESA), África Subsahariana acumula alrededor del 70% del área quemada a nivel mundial. La agencia utilizó esta región como punto de partida para estudiar el impacto del humo de los incendios en la atmósfera, estimando que “contribuyen a un 25-35%” de las emisiones de gases anuales responsables del efecto invernadero.
Pese a que las imágenes de la NASA revelan que la zona afectada en África es mayor que la de Sudamérica, las informaciones sobre lo que está sucediendo en el continente brillan por su ausencia. Desde la institución espacial americana, aseguran que los incendios son una constante en la zona como resultado de las prácticas agrícolas y ganaderas. Según la NASA, el empleo de las quemas para limpiar el terreno y que este vuelva a ser fértil gracias a las cenizas es lo que provoca la habitual presencia de fuegos en el continente.
Las llamas continúan su avance en Siberia
Volviendo a incendios en el hemisferio norte más atendidos en terreno mediático, el evento de mayor gravedad de este verano se ha producido en Siberia, donde múltiples incendios en la región boscosa de Rusia, que ocupa alrededor del 45% del país, continúan activos. Este caso es algo más complejo que el resto, pues la situación se ha agravado particularmente por la legislación rusa. Hace cuatro años, el gobierno de Vladimir Putin aprobó una serie de medidas según las cuales el ejecutivo dejaría arder los incendios en bosques remotos, a menos que económicamente tuviera sentido apagarlos, tal y como informa Los Angeles Times.
En un primer momento no hubo oposición por parte de la población a esta modificación en la legislación, pese a las advertencias de los expertos sobre cómo esta iniciativa podría agravar la temporada de incendios en la zona. Este verano, el humo los incendios afectó a ciudades con más de un millón de habitantes como Novosibirsk y Krasnoyarsk. Entonces fue cuando la población reaccionó y tras ella Putin, que finalmente decidió mandar operativos del ejército para controlar los fuegos.
A estas alturas, todavía no están definidas las cifras afectadas por los múltiples fuegos. Según informaba este jueves el medio local The Moscow Times, todavía hay más de 200 fuegos activos que afectan a más de 1 millón de hectáreas ubicadas las regiones de Sakha y Krasnoyarsk. En los momentos de mayor intensidad, las fuentes oficiales hablan de 3 millones de hectáreas afectadas, un área del tamaño de Bélgica. “Es imposible ser más específico, porque necesitamos analizar las áreas por donde ha pasado el fuego”, aseguraba el jefe de la Agencia Federal Forestal, Mikhail Klinov. Este cifraba el coste para Rusia de los incendios forestales este año en más de 100 millones de dólares. Por su parte, Greenpeace apunta cifras más altas, asegurando a principios de mes que desde el comienzo del año ya ha habido 13,1 millones de hectáreas quemadas.
Récord histórico de emisiones en el Ártico
Siberia es, sin embargo, solo un foco dentro de una región especialmente afectada por los incendios este verano: el Ártico. En otras zonas cercanas como Alaska, los incendios han liberado más dióxido de carbono que todo el estado por la quema de combustibles fósiles en un año. Algunos incendios en Alaska y Siberia han cubierto áreas equivalentes a 100.000 campos de fútbol y en Alberta, Canadá, ha habido uno superior a los 300.000, según datos del Servicio de Monitorización de la Atmósfera Copernicus(CAMS), asociado a la Unión Europea.
Según esta institución, los incendios en la región del Ártico están marcando cifras récord en cuanto a emisiones de dióxido de carbono este verano. El CAMS comenzó a monitorizar estos fuegos cuando detectaron a principios de julio una escala de incendios forestales sin precedentes en el Ártico. Desde entonces, la agencia estuvo analizando más de 100 fuegos intensos que emitieron más de 50 megatones de dióxido de carbono solo en junio.
Después, estos continuaron activos en julio, registrando un récord absoluto en el Ártico con 79 megatones de dióxido de carbono emitidos a la atmósfera durante el mes. Actualmente, los fuegos llevan ardiendo 11 semanas y emitieron 38 megatones en los 18 primeros días de agosto, según el CAMS.
Otras zonas afectadas
Las ya mencionadas imágenes satélite los últimos datos sobre áreas quemadas advierten sobre otras zonas también afectadas por el fuego que no han llegado a trascender de manera internacional. Es el caso de Tailandia, donde los incendios en el sur del país originados a finales de julio, bajo la sospecha de haber sido provocados de manera intencional, han quemado más de dos millones de hectáreas, según informa el medio local Khao Sod.
Para encontrar ejemplos cercanos, no hemos de irnos demasiado lejos, pues en Gran Canaria hemos vivido este periodo estival un incendio forestal que ha arrasado más de 9.000 hectáreas de la isla. Declarado el 17 de agosto apenas unos días después de haber conseguido apagar otros fuegos ubicados en el archipiélago, el incendio de 112 kilómetros de perímetro obligó a la evacuación de más de 9.000 vecinos, siendo uno de los más graves de la última década en el país. Sin embargo, cabe puntualizar que este suceso sí se convirtió en uno de los grandes focos mediáticos durante su desarrollo.
Sin salir de la península, Portugal es otro país que cada verano se ve obligado a hacer frente a las llamas. Este año, un incendio en julio quemó más 8.000 hectáreas en una zona del centro del país. Sin embargo, este notable fuego apenas fue de gravedad si se compara con el vivido en Pedrógão Grande en 2017, en el que murieron más de 60 personas y ardieron cerca de 45.000 hectáreas, requiriendo ayuda de otros países como España para poder achicar las llamas. Fruto de estos sucesos, en el país luso, ya están barajando alternativas para tratar de atajar este problema medioambiental.
El julio más caluroso, una de las causas
Además de la mano del hombre y de las políticas medioambientales adversas de países como Brasil o Rusia, algunos de los posibles motivos para esta sucesión de graves incendios forestales podrían estar relacionados con las condiciones climáticas actuales. “Estas regiones han experimentado inusuales altas temperaturas y un ambiente seco durante este año, dos condiciones que contribuyen a que se originen incendios y duren largo tiempo”, aseguraba el científico de CAMS Mark Parrington.
Sin embargo, estas condiciones no son exclusivas del Círculo Ártico, sino que se dan en todo el mundo. Según el National Oceanic and Atmospheric Administration, dependiente del departamento de comercio de los Estados Unidos, este julio fue el más caluroso jamás registrado. Durante este mes, la temperatura global aumentó 1,71 grados Fahrenheit con respecto a la media del siglo XX. De esta manera, se convertía en el mes de julio con las temperaturas más altas en un registro que comenzó hace 140 años.
Las condiciones climáticas adversas y las políticas medioambientales poco o nada preocupadas por la preservación del patrimonio natural del mundo han resultado ser la gasolina que aviva el avance de estos incendios forestales a lo largo del mundo. Un avance que en muchos casos se produce en silencio y de espaldas al mundo.