Aunque su llegada a Millonarios estuvo precedida de una expectativa auspiciosa , el goleador no ha podido consolidar un rendimiento acorde a sus dotes de depredador en el área. Hasta ahora solo ha conseguido un gol.
Pero más allá de su puesta a tono, el tigre parece encarar un sino de desgracia.
Primero fue el infortunado episodio de la intoxicación de su esposa e hijos por un escape de gas en su casa, que lo obligó a ausentarse contra Alianza FC.
Luego vino la fractura de uno de los dedos de su mano derecha, al caer en un choque con Anderson Angulo del Tolima. Radamel tuvo que resignar sus deseos de jugar por varios días .
Esta vez enfrentando al Caldas, Falcao se levantó para intentar matar una pelota con el pecho y al caer sintió un tirón en el gemelo de su pierna derecha.
Si bien los hinchas azules han lamentado las continuas adversidades que han opacado el sueño de Falcao de jugar a placer en Millos, tampoco es menos cierto que no ha faltado en las redes sociales una turba insaciable de burleteros que “ningunean “ al máximo goleador de la selección Colombia.
Desde tildarlo de “acabado , viejo, tronco y un gatito que no le mete miedo a nadie “, hasta intentar ridiculizarlo como un “jugador de cristal “ , han sido los denuestos disparados contra “el tigre” .
Antes solía decirse que el chisme hacía parte de nuestro patrimonio nacional. Pero “bajar la caña” y caerle al caído parecieran ser el menú preferido de los que morbosamente “eructan” celebrando la desgracia ajena.
Los cronistas más escépticos , técnicos de abolengo y jugadores de nombres mayúsculos, reconocieron a Falcao García como el mejor nueve del mundo, cuando estuvo en la cresta más alta de su rendimiento.
El tigre funge como la figura más emblemática del fútbol colombiano. En dichas latitudes, de mayor alcurnia y menor audacia, Falcao es un espadón del balompié orbital ; un guerrero de armadura y un gentleman de frac. Aún donde quiera que vaya, los focos querrán sacar el mejor provecho de sus galas.
Falcao constituye un referente de honestidad, lucha y profesionalismo para las generaciones presentes y venideras. Desgraciadamente gran parte de la farándula profana, patana, y chabacana, muy difícilmente alcanzará por sustracción de materia a dimensionar la talla del hombre y del jugador.
El asunto trasciende la simple preferencia por una camiseta. Pende como apéndice malsano en el alma de un país que busca la paz , pero que irónicamente hace del repudio su pan y su breviario.
Somos de laya lenguaraz, maliciosa y tendenciosa.
Es ahí, donde las redes juegan su papel indecoroso. Parecen haberle expedido licencia a cuanto tarúpido ose sentar cátedra sobre los temas más ajenos a su mísera comprensión.
Umberto Eco, el escritor, semiólogo y filósofo, italiano lo definió con magistral simpleza:
“ Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”,
Lo que nunca sabré en el imaginario de un país sin redes sociales, es si mañana estarían llegando las primeras cartas y telegramas a la sede de Millonarios, defenestrando a Falcao