Dicen que al perro no lo capan dos veces, o que nadie se tropieza dos veces con la misma piedra... pero parece que eso no aplica a nuestra población.
Estamos ante la propuesta de lo que llaman un referéndum, el cual tiene todo el aspecto de ser una repetición de la famosa farsa con la que se engañó al país, montando el proceso que sustituyó la Constitución que entonces regía y se nos impuso una aventura por la cual aún estamos pagando sus consecuencias.
La historia del nacimiento de la 'Constitución del 91' aunque no ha sido suficientemente divulgada si está hoy documentada y reconocida: la 'séptima papeleta' nunca existió como figura jurídica; la votación por ella no fue de más de 200.000 votos (menos del 1% del censo electoral); falaz fue el argumento de la entonces Corte Suprema para validar el atropello que significaba el Decreto llamando a una Constituyente, supuestamente porque era un 'clamor general' de la población, y que por eso declaraba constitucional el desconocer el orden constitucional vigente; atraviliaria la decisión primera de esa Asamblea al declararse 'soberana'; risible y ridícula la ceremonia de la firma de un papel en blanco proclamándolo como la 'Nueva Constitución'; caricaturezca la pérdida de los textos y su reredacción por una 'comisión de estilo'; en fin, y como conclusión, catastróficos los resultados.
No debiera sorprender que en menos de un cuarto de siglo tenga esta Carta un promedio de más de dos reformas por año; que prácticamente gritemos por que se expida una nueva Reforma a la Salud, y otra a la Educación, y otra a la Administración de Justicia; y otra la actual Reforma Política de 'Equilibrio de Poderes' porque se pudo pasar de la manera ya conocida la figura de la reelección presidencial; que esté el país paralizado por los 'choques de trenes'; que la corrupción y el abuso del poder se hayan vuelto endémicos; que el modelo económico que se montó esté haciendo agua; que se mantenga en interinidad el desarrollo de las reformas que parecen incómodas como había sucedido con la Ley de Eutanasia, o el Estatuto del Trabajo aún pendiente, o la Ley de Baldíos... o en general que, según el Fund for Peace, en el Continente solo Haití se encuentre en peor condición que Colombia en el Índice de Países Fallidos, y seamos los únicos con calificación de Very high warning (muy alta advertencia),
Lo increíble es que estemos a punto de repetir el mismo camino, pretendiendo ya no que una Asamblea se vuelva omnipotente, sino que por un trámite igual de improvisado e igual de atropellado se le den facultades soberanas al Presidente para que desarrolle como bien considere el llamado 'Marco para la Paz', prescindiendo de tener que buscar consensos al respecto...
Porque la sugerencia o el respaldo al cuestionado posible 'referendo' que se pretende montar en las elecciones de octubre tiene detrás el mismo espíritu de esa séptima papeleta con la que Gaviria montó 'la Nueva Colombia' que proclamó, y que no solo falló en ser la 'Constituyente de la Paz' —pretexto con el cual se le vendió a los colombianos— sino en crear un orden viable. Tiene también los mismos propósitos e inspiración con los cuales el mismo Gaviria violó la institucionalidad del Partido Liberal, y, usurpando el poder ilegal e ilegítimamente, lo ha 'gobernado' como si fuera un feudo personal por lo cual no tiene que dar cuentas a nadie, y que lo ha llevado tal fracaso que de ser el siempre el primer partido en votación pasó a ocupar hoy el cuarto puesto (o peor), y a que los candidatos que la dirección nombra no cuenten ni con el 10 % del electorado.
La propuesta de dar 'facultades habilitantes' podría tener alguna lógica; pero, dados los antecedentes de quien la promueve y la forma en que se pretende tramitar, lo que sugiere es que la intención es, como en los casos mencionados, desaparecer el marco que limita el poder del gobernante para convertirlo en un 'mandatario sin mandato' que puede sin control previo o posterior tomar decisiones a nombre de toda la colectividad sin necesidad siquiera de escucharla.