Otra Marca País: la lora
Opinión

Otra Marca País: la lora

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diciembre 05, 2013
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Qué pena con las loras, de verdad, las verdecitas de pico curvo. (“¿Lorita, quiere cacao? Sí, pero no sobrao”). Ellas no tienen la culpa de hablar como grabadoras averiadas, ni de ser ejemplo a seguir para tantas personas en Colombia. Tantísimas y tan parlanchinas, sobre todo en predios de la política y la cosa pública. Nos tienen aturdidos, aburridos, avergonzados… ¡Y con unas ganas de ponerles bozal!

Las hay recientes y de variada especie.


La del Titanic.
“Nunca hundirán el barco de nuestra amistad”, le respondió Pacho Santos al trino de acercamiento que le lanzó Álvaro Uribe: “Necesitamos a Francisco Santos”. Una reconciliación más propia de una pareja de novios adolescentes –que se dicen por las redes sociales lo que no se atreven cara a cara– que de un expresidente y un exvicepresidente de la República. Pero, bueno, reconciliación al fin y al cabo, y eso es lo que cuenta en estos tiempos preelectorales que corren. Preferible de amigos que de enemigos, debieron pensar ambos protagonistas y nada mejor que el twitter para comenzar a derretir la punta del iceberg que, desde el ombligo del propio Centro Democrático –los que piensan en grande y los que lo hacen en pequeño, según El Carismático–, amenaza con hacer naufragar la embarcación.

No sobra recordar aquí, ya que el exvice puso el tema náutico, que el capitán del Titanic dijo algo parecido cuando dio inicio al viaje inaugural. Así que mejor será evitar el furor poético del reencuentro, no sea que en un arrebato de esos se alebreste el fantasma de los malos augurios.

Claro que, gracias al eterno devenir de la política, no tardaremos en ver a Óscar Iván dándole tremendo abrazo a José Obdulio cuando salga elegido al Senado; para entonces nadie se acordará que dijo que no debería estar en la lista. Y a Francisco dándole tremendo abrazo a Óscar Iván cuando empiece a aparecer en las encuestas; para entonces nadie se acordará que dijo que la politiquería había sido la gran electora del candidato. Y a Fabio Valencia haciendo lobby con el hijo pródigo para que certifique que sus movidas políticas también son con P mayúscula. Y a Uribe moviendo fichas e intentando que todos los asistentes a ese kínder de mayores que él dirige aprendan lo que FS afirma haber aprendido tan bien: a no reaccionar en caliente.

¿Habrá músicos en la cubierta?

La del eslabón. Yo creo, aquí entre nos, que lo que enfureció al expresidente Gaviria no fue que el expresidente Andrés Pastrana diga en su libro, Memorias olvidadas, que no hizo nada de nada respecto de la información que recibió de primera mano (Pastrana fue esa primera mano) sobre la financiación de la campaña del expresidente Samper, por parte del narcotráfico, y que diga también que en sus manos –las de Gaviria– se había frenado el curso que debieron de haber seguido los tristemente famosos narcocasetes, sino que lo hubiera llamado “eslabón perdido” como si de un Neanderthal o un Cromañón de enciclopedia se tratara. (¿Llamarlo así a él, miembro destacado de la aristocracia grecoquimbaya?). Por eso es explicable que, montado en cólera, haya devuelto a su retador el recto a la barbilla, calificándolo de “loco de atar y mitómano”, y haya anunciado que exigirá explicaciones a USA –¿aconsejado por Juan Lozano y Roy Barreras, acaso?–por las declaraciones del exembajador Frechette y el exagente Toft que corroboran la versión de Pastrana. Este, ni corto ni perezoso, desde su cuenta de Twitter –reciente, igual que sus memorias–le ha disparado varios trinos con la punta envenenada.

Para la editorial, una maravilla esta publicidad gratuita, pues, a una semana escasa del lanzamiento, en todas partes se habla del libro. Sobre todo porque aunque tenemos muy fresco el Proceso 8.000, tenemos también una madeja de verdades a medias que con el paso del tiempo se ha ido llenando de nudos. (¿La desenredarán los recuerdos selectivos de Pastrana?).

El caso es que como mucho de los actores están vivitos y coliando, la lora de alto vuelo no se ha hecho esperar. Samper, que no vio entrar el elefante, opinó que su colega está narcoobsesionado. Belisario, a quien la presidencia le supo a cacho, y Uribe, con quien Pastrana ha tenido acercamientos de refilón, guardan silencio. El presidente Santos, olvidándose de los calificativos que se ha cruzado con su antecesor, llama al orden a sus futuros colegas y se aguanta los vainazos de AP en el sentido de que ha querido robarle el Plan Colombia y fue el ideólogo de la zona de despeje. Barragán, el garganta profunda y Rodrigo Pardo, el proponente del pacto de caballeros para no decir ni mú de los casetes, aguardan en la retaguardia.

Pena ajena.


COPETE DE CREMA:
Y nosotros, la generalidad de los colombianos, aterrados con la jaula de las loras. Y muy agradecidos con los “ex”, por su grandeza, el buen ejemplo que están dando y lo bien que nos están haciendo quedar ante los ojos del mundo. Porque, que sepamos, en ningún otro lugar se estilan espectáculos tan deplorables. ¿Marca País?

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