Otra Colombia: ¿Para cuándo?

Otra Colombia: ¿Para cuándo?

Por: Pedro Madrid Urrea
mayo 21, 2014
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Otra Colombia: ¿Para cuándo?

Es escandalosa la campaña para la presidencia en Colombia por muchísimas razones. La principal de todas es el especial egoísmo de quienes quieren administrar el país, a espaldas de las necesidades objetivas que tienen los colombianos. No solo basta con decir "empleo", "seguridad", "paz", "salud" y "vivienda", como mantras para obtener prosperidad sin mover un solo dedo. Tampoco debe ser entrar en debates sin salida sobre asuntos que no estén específicamente ligados con el rumbo que tomaremos por el siguiente cuatrienio.

El legado del ex presidente Álvaro Uribe dejó en la población un sentimiento de odios y rencores prácticamente imborrable, pues más que un presidente fue una especie de líder espiritual: hacerle críticas se convertía en un acto de anti patriotismo o un acto de insulto hacia la persona que tenías en frente. Creía yo que luego de esos ocho años íbamos por fin a superar esa polarización ideológica en la que sobraban los improperios y la falta de seriedad a la hora de debatir. Pero no. Si la historia es cíclica, nosotros los colombianos vivimos en un bucle perenne, regresamos a vivir las mismas situaciones una y otra vez. Ahora la polarización se da con dos candidatos, con dos únicos candidatos como recordando tiempos del Frente Nacional.

Nuestra incipiente democracia sufre todos los días, más que todo durante campaña. No es solo que Colombia haya elegido a senadores untados de plata de grupos ilegales, sino que el juego sucio entre ese par de candidatos hace ver que en definitiva cualquier medio es justificado por el fin máximo de la presidencia. No importa que violen el código penal, no importa que actúen como criminales y que se salten la ley, pues en las redes sociales y foros de internet todo el mundo habla sobre “montajes”, sobre “guerra sucia” sin siquiera sentarse a pensar en las graves consecuencias que ello traería. Si la decisión está entre esos dos candidatos, de nuevo elegiríamos a personas que han pisoteado la Constitución Nacional y varios códigos de ética. ¿No merece Colombia un presidente, al menos, ético?

Lejos han quedado los debates, las propuestas serias y concretas. Solo lanzar máximas, hablar del gaseoso y etéreo "Castro Chavismo", sin explicarle al electorado cómo se desarrollarán las propuestas de campaña, pues uno se podría preguntar ¿Cómo harán eso posible en solo cuatro años? Y digo cuatro años porque Colombia perdió la posibilidad de entablar conversaciones serias entre partidos políticos para trazar una ruta, un proyecto serio a mediano plazo que nos saque del feudalismo miserable en el que estamos. Hemos hecho tratados de libre comercio sin tener vías decentes o infraestructura industrial competente; hemos firmado acuerdos de paz sin tener un marco jurídico apropiado; hemos olvidado que un país se construye entre todos, no entre partidos políticos o "bancadas". Mire usted a Singapur, mírela hace cuarenta años y compárela con lo que es ahora. ¿No tenían ellos una visión de país? Aquí no sabemos para donde vamos, pues creemos que el problema es el conflicto armado, o el negocio de la droga, y no que el principal problema de Colombia es los colombianos.

No cree usted que los paros y las manifestaciones no son problemas de Santos, ni de Uribe, sino de todos juntos. De 195 años de malos manejos, de concebir al ejercicio político como una extensión de los negocios de quien gobierna, olvidando que el servidor público está es para que le sirva al público, como diría Jaime Garzón.

Nuestro pobre electorado es el que sufre las reales consecuencias de este circo. Ver en la calle a personas pobres y luchadoras apoyar a los candidatos que les han dado la espalda luego de las votaciones, me causa un sentimiento comparable con el asco. ¿Un pobre votando por quien promovió la Ley 100? Y luego nos quejamos cuando en las noticias hablan sobre la cantidad de pacientes que mueren en las puertas de los hospitales. Y como si este ejemplo fuese una fotocopia, se repite en cada rincón, con gente que apoya y defiende a los que regalaron las riquezas naturales, a los que se hacen los pendejos cuando dinamitamos al país por sacar minerales, o a los que dicen que lo que nos falta es más seguridad. Como si necesariamente la cantidad de uniformados fuese directamente proporcional a la seguridad de una nación. ¿Costa Rica? ¿Panamá? Hombre, son países seguros y no tienen fuerzas armadas.
Y ni qué hablar del aparato judicial. ¿Por qué no han anulado las campañas de quienes han actuado como delincuentes? Aquí todos creemos que lo que nos sucede es debido a que somos tropicales, calientes, macondianos. Aunque la verdadera respuesta es porque somos una alegre masa palurda de ignorantes que disfruta de serlo: ¿Cooptación de grupos ilegales al Estado? Chistoso. ¿Entrega de las riquezas naturales a manos extranjeras? Divertido. ¿Asesinatos selectivos de campesinos para hacerlos pasar como insurgentes? Démosle una presidencia a quien manejaba la cartera de Defensa y una marioneta al último peldaño de la cadena de mando.

Nuestra ignorancia y falta de cultura cívica es el gran problema educativo. No basta con tener bachilleratos de doce años, o pregrados de seis años, si les estamos enseñando a los ingenieros que deben hacerse los pendejos cuando de calcular un edificio seguro se trata; o cuando le enseñamos a un niño que el ser humano prevalece sobre las demás especies de este planeta. Lo que recogemos cada cuatro años es lo que hemos sembrado. Nosotros tenemos los gobernantes que nos merecemos. O por qué cree usted que Suecia tiene esa clase de gobernantes, o Islandia, que tras la crisis económica hicieron un revuelo para encerrar a los banqueros y para reformular el modelo económico y el sistema político. ¿No se ha puesto usted a pensar que en Colombia realmente no existe democracia? Democracia no es votar. Democracia no es poder elegir. La democracia de los teóricos liberales de la ilustración estaba determinada para abolir los absolutismos y los regímenes unipersonales; promovían el respeto por la diferencia y propugnaban por un verdadero Kratos para el Demos. O sea, verdadera soberanía popular.

Cuando llegue el domingo, y todo el país esté paralizado por las elecciones y sucio por la inmensa cantidad de basura publicitaria en las calles, recuerde una frase del escritor estadounidense Charles Bukowski: "La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes, en la dictadura no tienes que gastar tu tiempo votando."

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