OTAN, estructura obsoleta y fuente de discordias en Occidente

OTAN, estructura obsoleta y fuente de discordias en Occidente

Desde su nacimiento en 1949, su andadura ha sido bamboleada por vientos encontradizos y escépticos. Pero aun así, se acerca a los 75 años de existencia

Por: Franz Henao
mayo 10, 2022
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OTAN, estructura obsoleta y fuente de discordias en Occidente
Foto: Wikimedia

Desde su nacimiento en 1949 su andadura ha sido bamboleada por vientos encontradizos que amenazaban su existencia. Ha logrado sobreponerse a todos ellos y hoy ya se acerca a los 75 años. Antes de la guerra en Ucrania parecía en cuidados intensivos. El presidente francés Macron, en noviembre de 2019, llegó a declarar en The Economist que la OTAN padecía una “muerte cerebral”.

La OTAN siempre ha generado escepticismo entre los europeos. Por haber sido creada al finalizar la II Guerra Mundial, se la veía como un apéndice de ese desenfreno guerrero que había provocado 70 millones de muertos, destrucción y provocado la penuria de millones de seres, que Vittorio de Sica dejó muy bien reflejada en su inmortal película Ladrón de bicicletas de 1948.

Francia y Gran Bretaña dejaron de ser grandes potencias y quedaron arruinadas. Francia fue el primer país en recibir un préstamo del recién fundado Banco Mundial, el 9 de mayo de 1947, que la sacó de la ruina, obtuvo 250 millones de dólares. Hubo un proceso de descolonización: India, Indonesia, Filipinas se independizaron.

La OTAN como factor de división

Europa no quería saber de guerras. Con la creación de la OTAN, quedó flotando en el aire el ambiente y el fragor bélico que todos querían olvidar para siempre. En Alemania había un mantra generalizado: Nunca más a la guerra. En este país solo se hablaba de pacifismo, nadie quería una carrera armamentística. ¿Para qué recordar esa maldita contienda que había enterrado millones de sueños y al mundo lo había dejado en la oscuridad?

El advenimiento de la OTAN en 1949 provocó divisiones, protestas, insurrecciones. Era un instrumento que dividía, creaba muros –el muro de Berlín se hizo en 1961-, el mundo es blanco o negro. O mejor, Europa quedó dividida en dos bloques, el occidental y el oriental bajo la batuta de dos potencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, respectivamente.

Una Europa debilitada, perdió su autoestima nacional, veía fantasmas por todas partes, a merced de cualquier opinión. ¿De George Kenan, aquel que desde 1947 creó el mito de la satanización soviética? ¿De Ernest Bevin, que hablaba del Ejército Rojo como la encarnación de las hordas de Gengis Kan? Tal vez por el miedo, o por la amargura del caos, o por su intrínseca debilidad económica Europa se entregó a Estados Unidos, y este tomó las riendas de la seguridad europea en sus manos. Entregaron a los países su joya más sagrada: la soberanía; abrieron sus territorios a las bases americanas y se quedaron sin voz ni voto ante Estados Unidos.

Era algo así como el viejo lema de la Doctrina Monroe, pero bajo la variante de, ‘Europa para los Estados Unidos de América’. Simón Bolívar advirtió del peligro de la doctrina Monroe, pero a la larga los Estados Unidos -siempre sagaces, ventajosos y manipuladores- sepultaron cualquier vestigio bolivariano y le echaron tierra encima con la doctrina del panamericanismo en 1889. Hoy, doscientos años después, América Latina sigue sin levantar cabeza y a merced del país del Norte.

Putin y la OTAN en el “Día de la Victoria”

En su discurso ante las tropas rusas en la Plaza Roja de Moscú, el 9 mayo, “Día de la Victoria”, en la Gran Guerra Patria de 1945, el presidente ruso Vladimir Putin aseguró que lanzó un “ataque preventivo” a Ucrania por “la amenaza de la OTAN y Occidente”. La OTAN no había escuchado sus propuestas.

Repitió lo dicho en su discurso del 24 de febrero. En diciembre pidió a la OTAN y a Estados Unidos que se retiraran del espacio possoviético y proponía el establecimiento de una zona tampón. Queríamos “garantías de seguridad”. Occidente lo rechazó por considerarlo una intromisión en la soberanía de varios Estados.

Expresó que los países de la OTAN “no quisieron escucharnos, lo que significa que tenían planes de hecho completamente diferentes”, “era una amenaza directa a nuestra frontera. Todo mostraba que estamos tratando con la organización de nacionalistas ucranianos y con nazis”, dijo Putin rodeado de militares y veteranos. Debido a ello, justificó la invasión de Ucrania como “la única decisión posible para un país fuerte e independiente”, “una decisión forzada, oportuna y la única correcta”.

Queda claro que para Vladimir Putin la OTAN es la única responsable de lo que ocurre en Ucrania. Esta postura del líder del Kremlin para Occidente es inaceptable, pues lo ve no como un autócrata sino como un dictador. Este desencuentro es la ruina del mundo.

Un pulso desigual entre Estados Unidos, Rusia y la OTAN

Dentro de esta dinámica, Rusia identifica a Estados Unidos como Occidente y como el director de orquesta de la OTAN. El 9 de mayo, Putin fue directo al problema, sus ojos estaban puestos en la diana. “Estados Unidos comenzó a hablar de su exclusividad tras el colapso de la Unión Soviética, humillando no solo al mundo entero, sino a sus satélites”, dijo Putin y aprovechó para colocar este día en el corazón del patriotismo ruso, ya que la Unión Soviética perdió hasta 27 millones de sus ciudadanos en la guerra.

Nikolái Patrúshev, secretario del Consejo de Seguridad ruso, hombre de confianza de Putin, hace dos semanas en una entrevista con la televisión rusa dibujó un mundo donde Estados Unidos, “acostumbrada a caminar sobre tierra arrasada” ha declarado una guerra encubierta contra Rusia porque esta “no está dispuesta a renunciar a su soberanía, su conciencia propia y su cultura”.

Para el experto en Rusia, Kotkin -en Der Standard- Putin no tiene posibilidades de lograr sus objetivos de guerra en Ucrania.

Estados Unidos, no la OTAN, asume las estrategias de guerra en Ucrania

Al interior de la OTAN la primacía de Estados Unidos es incuestionable, sus decisiones son de carácter vinculante y no se discuten. Tras dos meses largos de conflicto, con el hundimiento del Moskva y los ataques contra 10 generales rusos ha quedado claro que Estados Unidos apunta y Ucrania dispara; sin la información de inteligencia norteamericana esto no hubiera sido factible. Así, Estados Unidos dirige la guerra, qué hacer, cómo actuar, dónde atacar.

Estos acontecimientos “sugieren que Estados Unidos ya no está en una guerra indirecta con Rusia, sino que estamos acercándonos a una guerra directa, y nadie ha preparado a la nación norteamericana y al Congreso para eso”, dice Thomas Friedman en el NYT del 8 mayo, con bastante inquietud.

El panorama es ahora más claro, deja ver que detrás de bambalinas se escenifica una lucha de poder entre Washington y Moscú, o si se quiere Putin luchando contra la hegemonía liberal, que le ha cerrado las puertas a Moscú, en distintos períodos de su historia.

Un anhelo inalcanzable

Parte de la realpolitik rusa ha sido una vieja aspiración que hasta ahora no ha podido cristalizar: convertirse en una gran potencia a la par de Occidente. Pedro I el Grande, en el siglo XVIII, soñó con modernizar a Rusia hasta hacerla equiparable con Europa. Sin embargo, como dice el historiador Stephen Kotkin, “las capacidades de Rusia no se corresponden con sus propias aspiraciones”.

Esto lo intentan suplir con un Gobierno fuerte, de carácter autocrático, donde las debilidades tecnológicas y una economía frágil se atenúen con un poderío militar que infunda respeto y aceptación.

Pero la OTAN ha cerrado sus puertas a la potencia euroasiática en dos ocasiones.

OTAN, desaparecido Stalin, rechaza a los soviéticos

La Alianza Atlántica es dada a las expresiones ambiguas, a palabras reticentes y a los mensajes tibios. En 1954, Unión Soviética pidió su ingreso a la OTAN para preservar la paz en Europa, -ya en 1952 habían sido admitidos Grecia y Turquía-, pero Estados Unidos y Gran Bretaña rechazan esto viéndolo como un intento de reducir la acumulación de fuerzas de la OTAN en Europa.

¿Qué provocó el rompimiento de aquella foto donde, muy unidos, Stalin-Roosevelt-Churchill reían satisfechos, en un tono que parecía bastante amigable, pletórico de camaradería?

Semejante decisión hizo que la historia tomará otros caminos pedregosos. Es muy posible que, si se acepta a los soviéticos en aquel 1954, no hubiera dado lugar al Pacto de Varsovia, ni hubiera ocurrido la invasión de Hungría y Checoslovaquia, probablemente tampoco hubiera sucedido la crisis de los misiles en Cuba. Tal vez nos hubiéramos ahorrado la secuencia de escalofríos que provocó la ‘Guerra Fría’.

Viene la pregunta del siglo, -para Joe Biden-, a cuento de qué la OTAN rechazó a la Unión Soviética en 1954, y aceptó el ingreso de la Alemania de Konrad Adenauer en 1955.

Y vuelve a repetir el “no” frente a Rusia

Se dijo o no se dijo, hay una versión acerca de que Putin, en la última visita oficial del presidente Bill Clinton a Moscú, expresó: “Le dije a Clinton, medio en serio, medio en broma, ‘Rusia probablemente debería pensar en unirse a la OTAN’”, según lo manifestó al director de cine Oliver Stone, quien hizo un documental sobre Putin.

El historiador Timothy Sayle, a la BBC, habla de que hubo una pequeña ventana a la esperanza de que Rusia se uniera a la Alianza. En 1997 se firmó la llamada “Ley Fundacional OTAN-Rusia” que privilegiaba la colaboración mutua en asuntos de seguridad de las dos partes.

Esto naufragó por los recelos mutuos. Estallaron los Balcanes. Rusia se metió en la guerra de Chechenia, y la OTAN bombardeó Bosnia-Herzegovina y Serbia. La desconfianza fue superior a los deseos de paz.

Si Bill Clinton hubiera reaccionado de manera positiva y pronta a la sugerencia de Vladimir Putin, en vez de empecinarse con el ingreso de Polonia, Hungría y Chequia en 1996, no estaríamos llorando primero con la anexión de Crimea y segundo con la guerra actual de Ucrania.

Más bien estaríamos adelantando conversaciones para reducir los arsenales nucleares, limitando las maniobras militares y hablando seriamente de reducir los gases de efecto invernadero y poniendo fin a las absurdas guerras de Etiopía, Colombia, Yemen, Siria y la Palestina ocupada a sangre y fuego por los israelíes. Y acabando con las hambrunas del Cuerno de África y de Madagascar. Da grima invertir en armas cuando el mundo padece tantas necesidades.

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