No hay que olvidar que Aristóteles enseñaba a sus discípulos la filosofía que, aún hoy en acalorados debates o en las aulas de clase desde pregrado a doctorado se cita, caminando. A eso se le llamó filosofía peripatética, que etimológicamente significa “deambular alrededor del patio o de algo”, y así lo hace Jorge Iván Ospina en su campaña por la alcaldía de Cali.
Él recorre palmo a palmo las calles de los barrios de Cali, bien sea en sectores populares como también en sectores donde muchos van a votar por él, pero guardan silencio, para no incomodar a sus amigos o socios de clubes.
He visto la afinidad que tienen las personas que salen a su paso, que va acompasado con la musicalidad de una chirimía que alegra el ambiente y ebulle ese fervor que se tiene en Cali por el baile, por la alegría, por lo festivo, y eso es Ospina: una manifestación de la esperanza.
Las encuestas enseñan que tiene posibilidad de lograr la alcaldía de Cali. Sin embargo, el trabajo debe ser permanente, sin triunfalismos, dado que sus contendores políticos tampoco bajan la guardia. Tanto Roberto Ortíz (que viene haciendo campaña ininterrumpida desde que fue derrotado por Armitage) como Alejandro Eder (que si bien no es una fuerte amenaza porque sus puntajes son inferiores al 10% en las encuestas) están haciendo la tarea.
Pero la campaña de Ospina se funda entonces en esa filosofía peripatética de Aristóteles de que en la medida que camina va enseñando, va mostrando las realidades que viven los barrios, las posibilidades de renacer, de brindar mejores condiciones, de posibilitar una nueva Cali.
Ahora que Cali es distrito especial, la ciudad debe tener una gerencia que permita implementar lo dispuesto en la ley, en incluir en lugar de excluir, en analizar las dinámicas sociales y económicas para que Cali vuelva a retomar ese rumbo que parece haber perdido.