Patética la carta que dirigió el ex vicepresidente de la república al partido de la U en la que prácticamente ruega que lo reciban de nuevo y le den el aval para ser candidato a cualquier alcaldía, sea Cali o Bogotá.
A pesar de sus vaivenes (quién no los ha tenido) Angelino ha sido un hombre valioso en la política colombiana. Una persona hecha a pulso escalando posiciones paso a paso, abriéndose espacio entre las élites y desafiando toda lógica política. Sin embargo, ahora parece un niño perdido en un parque de diversiones. Mira desconcertado la montaña rusa, los carros chocones o el barco pirata y no sabe a cuál juego montarse ni con qué dinero pagar el boleto.
Tanta indecisión y sobre todo tanta desesperación le están pasando la cuenta y puede estar poniendo en grave riesgo su capital político, ese representado en una alta imagen favorable y una estela de hombre progresista e independiente. Claro que es difícil saber a ciencia cierta si la gente tiene una buena imagen de él o si le tiene lástima. Y eso en política no se traduce en votos necesariamente.
La puerta de la U la cerró de un portazo cuando dijo siendo todavía vicepresidente de Santos que él nunca había militado en ese partido y luego cerró también las comunicaciones con su jefe el presidente al renunciar de manera poco diplomática a la embajada en que lo habían nombrado. “A mi perro no le sienta el clima de Brasilia”, dijo para mandarle el mensaje a la canciller por los medios de comunicación.
Una vez fuera del gobierno, donde no le dieron ni las gracias por sus cuatro años de servicios, se dedicó a lanzar insinuaciones sobre sus aspiraciones políticas. Que no quiero ser candidato, que si quiero. Que Bogotá, que Cali. Que en los Verdes, en el Polo, en los Progresistas, que por firmas. Y para acabar de complicar el panorama elevó consulta al Consejo Nacional Electoral para que le dijeran en dónde estaba su militancia.
Este es el punto de quiebre que tiene a Angelino pidiéndole limosna a la U, como si fuera ese zarrapastroso que nunca ha querido ser. Que “oso” como dicen los muchachos. Ese partido fue en el que nunca quiso estar, el del presidente que no lo mencionó siquiera en el discurso de posesión para el segundo mandato. Ese partido es el que hoy encabeza Roy Barreras, el mismo que cuando Angelino yacía moribundo por un accidente cerebro vascular pidió que suprimieran el cargo o que lo reemplazaran por otro.
Puede ser que las ganas de poder en un animal político como es Garzón sean más grandes que su capacidad racional pero hay que guardar cierta sindéresis, algún principio de dignidad. Eso que siempre tuvo Angelino y ahora parece haberlo perdido.
Pero como el mundo político es igual o peor de oportunista, puede suceder que le den el aval a Angelino para cualquier alcaldía, la que más les convenga. De esta manera el oso zarrapastroso no lo habrá hecho solamente el candidato, sino también el partido.
¡No hay problema!, para hacer el oso nadie le gana a Roy Barreras, flamante director del partido del presidente, Santos o Uribe, el que les convenga.
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