Con esta nota, el exrepresentante a la Cámara, Óscar Tulio Lizcano, padre del Presidente del Congreso se despide de sus lectores renunciando a la columna que desde su liberacion despues de 8 años de cautiverio tuvo en el periódico El Colombiano.
Bogotá D.C.,
20 de febrero de 2017
Señor
GUILLERMO PRIETO LA ROTTA "PIRRY"
Periodista
Ciudad
Respetado señor: Me permito remitirle mis dos últimas columnas publicadas en el diario El Colombiano que expresan mi posicióncon relación a las denunciashechas por usted antela opinión pública nacional.
Por otro lado, estoy radicando una solitud ante la Fiscalía General de la Nación para que lo máspronto posible se conozca la verdad sobre la honra de mi familia, sin denuncia por injuria, porque está contenida en el concepto de perdón que otorga gratuitamente la víctima. Solo un inmenso favor le pido, que algún día me otorgue la oportunidad de mirarle a los ojos y sentir la tranquilidad como cuando tuve mi libertad. Entonces, como diría el poeta de mi inspiración en mi secuestro, Miguel Hernández: “Antes que el tiempo se ponga amarillo sobre mi fotografía”.Un abrazo
Adiós, partir de acá es morir un poco
“No hay nada que se perciba y se sienta con tanta agudeza como la injusticia”, dice Pip en Grandes esperanzas, la novela de Charles Dickens. Estas palabras toman hoy un potente sentido en mis reflexiones y en la lucha, que por mi honra, emprenderé desde ahora para recuperar mi tranquilidad y la de mi familia. Como es de dominio público, en las semanas recientes se vinculó mi nombre y el de mi hijo Mauricio Lizcano —actualmente presidente del Senado—, a la supuesta censura de un trabajo periodístico que investigaba la compra de unas tierras por parte de nuestra familia.
Hoy nos enfrentamos a un nuevo reto de la vida y estoy seguro de que pronto reconquistaremos nuestra honra. Don Quijote dijo a Sancho Panza: “por la libertad, así como por la honra, se puede aventurar la vida”. Sentiremos la misma felicidad que cuando logramos la libertad ante el cautiverio.
Pirry, periodista que dirigía dicho trabajo periodístico, sembró con su amplio reconocimiento una inmensa expectativa frente a la cancelación que RCN Televisión hizo de su programa. Admiro y respeto su labor, pues su voz independiente ha fortalecido el periodismo en el país. Sé que la grandeza y el poder de este hombre lo llevarán a reconocer su daño. Este suceso nos ha llevado a vivir algo muy parecido al flagelo del secuestro. Primo Levi dijo sobre los campos de concentración nazi que sus denuncias eran tan crueles que nadie las creía como verdades. Algo semejante ocurre aquí, pues los políticos tienen tantos prejuicios a cuestas, que cualquier denuncia se convierte en verdad.
En cautiverio aprendí que se necesita más valor para sufrir que para morir, apelo a ese don gratuito que me da la vida para otorgarle el perdón a Pirry y a su periodista. Perdón como virtud humana, no religiosa, política ni jurídica. El doctorado sobre el Mal, el odio y el perdón, que vendo estudiando en la Universidad Santiago de Compostela, España, también me ayudará en este proceso. No hay odios, pues estoy convencido de que tendré la oportunidad de mirarle a los ojos, abrazarlo y decirle: te equivocaste.
A los lectores les pido disculpas por expresarles mis heridos sentimientos, pero siento que también les pertenecen. Durante 50 años tuve cercanía con medios de comunicación; en El Colombiano fui columnista ocho años. En este y otros medios expresé mi opinión con graves denuncias de corrupción, e incluso con diferencias frente a sus posturas editoriales. Aquí, nunca recibí una llamada de censura.
Ante la situación actual en la que la libertad de expresión y el nombre de mi familia se ven implicados, considero que es ético no participar más en este espacio de opinión, para que no sea interpretado como trinchera para mi defensa. Desde que este evento se conoció, de inmediato acudí a la dirección de EL COLOMBIANO para presentar mi renuncia.
Este espacio pertenece a los lectores. Como ciudadano, para mi defensa, acudiré a las instituciones del Estado para que nos investiguen. Si es necesario, hasta el hálito previo a mi muerte demostraré la honra de mi familia. Lamento que todo esto haya puesto en cuestión la honra de mi hijo Mauricio porque honrado es.