Óscar Naranjo es un policía por antonomasia: hijo de policía, yerno de policía, sobrino de policía. Hizo toda su carrera hasta llegar a la dirección nacional en el gobierno del presidente Uribe. Los cinco años que lleva sin uniforme han sido tan intensos como las décadas recibiendo y dándo órdenes. Es el policía que más lejos ha llegado al círculo de poder de la Casa de Nariño pero al final es un vicepresidente que sigue teniendo el alma anclada en la inteligencia militar.
De dónde viene
Bogotano, de familia antioqueña, policía por antonomasia: hijo de policía, yerno de policía, sobrino de policía. El primer hijo de Francisco José Naranjo, un general de la Policía y Amparo Trujillo, también de familia militar, hermana del coronel Fabio Trujillo.
Su papá, el también general Naranjo, fue comandante de la Policía de Bogotá en abril de 1981 por decisión del presidente Julio César Turbay y su ministro de Defensa Luis Carlos Camacho Leyva- Allí estaría hasta finales de 1983, en los tiempos del Estatuto de Seguridad de Turbay y en la búsqueda de la paz de Belisario Betancur. También al frente de la finalización de la construcción del edifico de la Dirección General y del Hospital Central ubicados en la sede del CAN.
De sus seis hermanos, Carmenza, es abogada de la Universidad Santo Tomás y trabaja en la Presidencia de la República. Y el menor, Juan Diego, marcaría un doloroso punto de inflexión en su vida cuando su hermano fue capturado en Alemania en 2005 por narcotráfico.
[/wc_accordion_section] [wc_accordion_section title="El combo familiar"]El combo familiar
Claudia Luque, también hija de un oficial de la policía, conoció a Óscar Naranjo a los 13 años en Neiva, durante unas fiestas del bambuco. Él era un “mechudo” de 1,90 metros de estatura que hacía parte de la selección nacional de voleibol, que hablaba de Juan Salvador Gaviota; no pensaba ser policía. Cuando volvieron a encontrarse ya era subteniente. Pero el destino, o más exactamente el padre de Claudia, los separó. Ella fue a París a especializarse en educación preescolar, y él a recorrer el mundo a bordo del buque escuela Gloria. Se casaron el 4 de diciembre de 1981.
Con sus hijas, Marina y Claudia, la familia vivió la “vida de gitanos” propia de los oficiales, y la zozobra la narcoguerra de Pablo Escobar, que las niñas no percibieron cuando eran pequeñas porque su padre, en inteligencia, no usaba uniforme. Pero cuando la menor le preguntó por qué se había disfrazado de policía si había pasado Halloween, tuvo que contarles la verdad. Las amenazas en épocas en que la cabeza de un policía costaba dos millones de pesos, los llevó a buscar refugios: en la Escuela General Santander, o en Madrid, Buenos Aires y Londres, haciendo vida de estudiantes.
Pasados los peores años de la violencia, la vida giraría en las largas jornadas de trabajo en sus nuevas responsabilidades, desde el amanecer hasta muy entrada la noche. Con pequeños placeres como la música de Sting y Joan Manuel Serrat, la colección de bonsáis, la limpieza de las 50 pipas los domingos, después de misa, o los paseos a la perrita Emilia, y esa taza de café fuerte, más tirando a espresso, preparada en una máquina especial que solo él podía encender, allá en la Dirección de la Policía.
Marina y María Claudia estudiaron Ciencia Política en la universidad Javeriana. La mayor hace una maestría en Miami. La segunda, está casada con el administrador de empresas Pablo Andrés Rodríguez.
[/wc_accordion_section] [wc_accordion_section title="Dónde estudió"]Dónde estudió
Con la carrera militar no tuvo amor a primera vista. Recién graduado del Colegio Calasanz de los padres escolapios en Bogotá se decidió por Sociología en la Nacional. Era la época de las fuertes revueltas universitarias donde su facultad era de las más activas en las manifestaciones que terminaban en pedreas y choques con la Policía. Al poco tiempo salió de allí, para irse a estudiar Periodismo en la Javeriana. Y fue precisamente por un crónica que hizo del rescate de una niña de 11 años secuestrada por la delincuencia común, la que empujó su decisión de ser policía.
A la Escuela de Cadetes General Santander ingresó en mayo de 1976, dos años después sería subteniente. Después comenzaría a trabajar en la dirección docente, para posteriormente viajar a España y adelantar un curso de operaciones especiales. En 1981, ya con insignias de capitán, no tuvo la menor duda de que la inteligencia era lo que más le importaba de su carrera. La cruzada contra el narcotráfico había comenzado con el entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla.
[/wc_accordion_section] [wc_accordion_section title="El ascenso al poder"]El ascenso al poder
El ascenso al poder tiene un nombre: inteligencia policial. Y un telón de fondo Proceso 8000 en el gobierno Samper. Para el momento en que estalla el narcoescándalo más sonado de este país el 22 de abril de 1995, Naranjo ya había hecho un recorrido en inteligencia. Había estado en contrainteligencia de la Dijín, —donde había diseñado un estudio sobre la seguridad del Palacio de Justicia que presentó un mes antes de la toma, había montado un sistema de inteligencia electrónica para interceptar comunicaciones, hacer seguimientos de personas y monitorear satelitalmente su localización, y acababa de ser nombrado director de Inteligencia. Rosso José Serrano era el director de la Policía.
Naranjo estaba en la sombra, pero entre los políticos se convirtió en un personaje conocido, y para algunos, temido. Su poder empezó a crecer mucho y muy rápido. Su poder empezó a despertar celos. Tuvo la suerte de poder tomar distancia: fue nombrado agregado policial en Londrés.
La consolidación del poder llegó tras su regreso al pais- El general l Teodoro Ocampo, durante el gobierno de Álvaro Uribe, lo nombró director de la Dijín -mientras se enfrentaba a los capos del Norte del Valle, y luego fue ascendido a la Dirección de la Policía metropolitana de Cali. Se retiró de la Policía en el pedestal después de haber sido su director durante cinco años, desde el 17 de mayo de 2007 hasta el 12 de junio de 2012, con el Presidente Uribe y los dos primeros años de Juan Manuel Santos quien lo vinculó al proceso de paz donde empezó a labrar el camino hasta llegar a la vicepresidencia. El Congreso lo apoyó mayoritariamente: 168 votos a favor, 14 en blanco y siete nulos.
[/wc_accordion_section] [wc_accordion_section title="El segundo tiempo"]El segundo tiempo
Los cinco años desde el 12 de junio de 2012, que lleva Naranjo sin uniforme han sido intensos. Rápidamente su vocación política tomó forma. Después de una asesoría fugaz en estrategia de seguridad al gobierno mexicano de Enrique Peña Nieto, regresó al pais. Después de décadas de guerra habia aceptado acompañar al Presidente Santos en la búsqueda de la paz con las Farc.
Participó activamente en la negociación de La Habana. Con la Canciller María Ángela Holguín hicieron el dúo capaz de destrabar los acuerdos en temas como la concentración de la guerrilla y el número de zonas veredales, la seguridad personal y trabajar con Pablo Catatumbo como contraparte en la estrategia contra el paramilitarismo y las bacrim.
El 14 de agosto del 2014 fue nombrado por Santos ministro consejero del Posconflicto. Llegó con tres alfiles claves: Alexandra Guáqueta, para pensar el rol del sector privado y la cooperación internacional en el posconflicto, Guillermo Rivera (hoy Mininterior), a cargo de los Derechos Humanos y el general Rafael Colón a frente del desminado humanitario. El nombramiento en un cargo que estaba por inventarse resultó fallido, permaneció menos de un año. Sin tomar distancia del poder Presidencial, cumplió distintas tareas sin gran visibilidad hasta su catapulta a la vicepresidencia a comienzos del año en reemplazo de Germán Vargas.
[/wc_accordion_section] [wc_accordion_section title="Los críticos"]Los críticos
Naranjo no es ajeno a la crítica. Quizá sus más enconados y más visibles opositores sean el exministro Fernando Londoño Hoyos y el periodista Gustavo Álvarez Gardeazábal. Cuando fue nombrado vicepresidente Londoño le pidió públicamente explicaciones por varias de sus actuaciones en una columna que tituló “Cuéntenos general Naranjo” en Las2Orillas y que terminaba “Y cuéntenos por qué desvió usted la investigación por mi atentado, planteando la supuesta intervención de una mano negra de extrema derecha, cuando sabía, de primera mano, que fueron las Farc quienes trataron y siguen tratando de matarme. Cuéntenos”.
Por su parte Gardeazábal, en columna de ADN titulada “ ¡Cuidado! Naranjo es Chávez” del 16 de enero del 2017, finalizaba “(…) mueve los hilos que quiere, hasta el punto de haber conseguido que obligaran a Álvaro Uribe a destituir a 12 generales para ascenderlo a Director de la Policía y, sobre todo, que Wikileaks habla de él como el razonero que llevaba información falsa a la embajada gringa sobre el gobierno al cual pertenecía, se termina de agravar el error que van a cometer y crece el fantasma de Chávez”.
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