Ha dicho el gobernador del Tolima, Óscar Barreto, que no necesita intermediarios para gobernar. Así lo ha demostrado en estos primeros tres meses de su segundo mandato, en donde le han llovido críticas por llegar directamente a hablar con las comunidades sin la acostumbrada venia y recibimiento de los alcaldes locales.
De carácter fuerte y voz inquebrantable, Barreto ha logrado despertar amores y odios como buen político. Desde el 2008 en su primer periodo como mandatario de los tolimenses, se autoproclamó como el gobernador más uribista del país y aunque con ello pudo ganar la confianza del expresidente Uribe, hoy esa relación parece estar cada vez más alejada. Si bien Barreto llegó a la gobernación militando en el Partido Conservador, recibió también el aval del Centro Democrático ante la renuncia de su candidato Francisco Mejía. Recientemente éste y el mismo director del partido, Óscar Iván Zuluaga, le reclamaron vía twitter por su respaldo al proceso de paz que adelanta el gobierno nacional. El excandidato presidencial le pidió coherencia ideológica y otros tantos de sus copartidarios en redes sociales, tildaron al gobernador de vendido y traicionero, tal y como lo han hecho con el mismo presidente Santos, tras la ruptura de relaciones con Álvaro Uribe. Desde el día de su posesión, Barreto ha mostrado su apoyo irrestricto al proceso de La Habana e incluso creó la Alta Consejeria Departamental para el Posconflicto. En la semana anterior, expresó nuevamente a través de unos trinos, su respaldo al proceso de paz y al presidente Juan Manuel Santos, con quien se reunió en Chaparral el pasado 9 de abril para conmemorar el Día Nacional de las Víctimas.
Quienes han compartido de cerca con Barreto, dicen que es un hombre pacífico y conciliador, aunque muchos lo han tildado de guerrerista porque siempre anda rodeado de Éjercito y Polícia. (Díficil que un gobernador ande sin escolta). La puntualidad es sumamente importante para él y poco le gusta estar en su despacho, pues considera que el trabajo no se hace sentado tomando tinto en una oficina, sino dándole la cara a la gente en los pueblos y veredas. En estos más de 100 días, junto a su equipo, ha visitado casi todos los municipios del Tolima y se ha reunido con campesinos, mujeres y niños. Con ellos se ha comprometido y con acciones concretas ha demostrado que es un hombre de palabra. A veces hay que ir más allá de la retórica y eso es algo que el gobernador muy bien entiende. Su lema “Soluciones que transforman” ha podido leerse en barrios vulnerables de Ibagué como El Bosque, hasta donde ha llegado a entregar kits escolares para los niños menos afortunados. La Fábrica de Licores y la Universidad del Tolima, son dos de los principales temas que tiene por tratar su gobierno. Por un lado, las ventas del aguardiente Tapa Roja han quedado rezagadas en el mercado nacional, y la Universidad afronta quizás una de las peores crisis financieras de su historia. Para los estudiantes de la UT, Barreto había sido “el coco” desde su primera administración. Sin embargo, desde antes de ser elegido, se comprometió a salvar la Universidad del cierre y hace un poco más de dos meses, le giró al alma máter un total de 3.446 millones de pesos, que sirvió en gran parte para solventar el difícil momento. Aun así a la UT le hace falta mucho más.
Hoy cuando el acuerdo de paz entre gobierno y FARC parece estar casi listo y las negociaciones con el ELN serán una realidad el mes entrante, Barreto tendrá uno de los retos más complicados de su gobierno: enfrentar las rabietas de los sectores recalcitrantes del uribismo, quienes no entienden que apoyar la paz también significa interceder por el bienestar de los coterráneos, de comprometerse con acciones realizables que vayan más allá del discurso y gestionar recursos ante el gobierno nacional. Otro reto es demostrar que sí es posible apostarle a la paz sin disminuir la seguridad y humillar a la fuerza pública como lo han querido hacer ver algunos. La infraestructura y la construcción de vías es otro punto importante en la agenda de Óscar Barreto y para ello, es necesario tener una ayudita en especial del vicepresidente Germán Vargas Lleras.
Ojalá que por el bien del departamento, el gobernador siga teniendo bien presente ese lema uribista de "trabajar, trabajar y trabajar". No creo que echarse al presidente encima sea buen negocio para ningún gobernante, o al menos no para quien quiera realmente ayudar a su departamento o a su ciudad, ni siquiera el alcalde de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo, considerado de izquierda y con varias diferencias ideológicas con el presidente, el burgomaestre ibaguereño ha sido uno de los alcaldes de Colombia que más se ha movido ante el gobierno nacional y es otro de los que apoya con absoluta convicción el proceso de paz.
El tema del fin del conflicto armado no debería tener nombres de partidos políticos o de personas; no debería ser ni de derechas o izquierdas, ni oponerse a él debería ser la excusa perfecta para cobrarle el distanciamiento del uribismo al presidente Santos. La paz debe pertenecerle a todos los colombianos y es obvio que no llegará únicamente firmándola en papelitos, habrá que buscarla luego de ello con educación, igualdad, salud, empleo y en ese orden, esperamos que el gobernador de los tolimenses pueda cumplirnos.
@DiazJuanMan
