En adelante los congresistas de Colombia podrán llevar sus mascotas al trabajo. El Congreso de la República que ha sido corrupción fiendly, clientelismo friendly, vagancia, miti-miti y serrucho friendly, en lo sucesivo será, para conveniencia populista y fotos en colores, pet friendly.
Animal Farm podría ser rebautizado el lugar: senadores, representantes, lagartos, perros, ratas, políticos, lobistas, asesores, cerdos, pajaritos, buitres, bacterias, parásitos, todos a una, si señor, leyes, proposiciones, constancias, firmas, la institución era infecta, es infecta, huele mal, se presiente sucia, pero ahora será una pintoresca granja en donde los amigos de las mascotas podrán exhibir sus gustos, su perritos adoptados, mostrar lo más bello de sí alimentando animalitos en la sesiones para hacer leyes; mientras el bolsillo se llene con el yo te doy, tú me das para elegir contralores, fiscales, procuradores, para hacer leyes de favorecimiento pagadas todo se verá mejor y será perfumado con la foto de una mascota en el escritorio.
Aquí no se trata de cambiar; aquí no se trata de que esa institución desprestigiada disminuya sus sueldos y prebendas o asuma cargas como le ocurrirá en breve a la mayoría de colombianos con la gasolina, los ingresos o los impuestos; aquí no se busca que trabajen 5 días hábiles en la semana frente a los 3 que habitualmente lo hacen durante los dos períodos legislativos cortos en el año; no se bajarán las pensiones, los carros blindados, los guardaespaldas, los viajes, el abuso, el amiguismo, esa inmundicia que pagamos pobres y ricos.
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No se bajarán las pensiones, los carros blindados, los guardaespaldas, los viajes, el abuso, el amiguismo, esa inmundicia que pagamos pobres y ricos
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No, de ninguna manera, ese Congreso, dizque 60 % renovado, hará más hondo el latrocinio ante los colombianos, mantendrá su rastro de indolencia, de inutilidad, pero estará a la moda, será cada día más conveniente, más colorido, jugará picados de microfutbol en las plazoletas, traerá indigentes para que se sienten y rían, habrá saltimbanquis, bandas de pueblos, tambores, violines; será populista, un día cederá la presidencia a un ama de casa o a un empleada doméstica, la banalidad será regla para las notas de redes sociales y farándula.
El presidente de la granja, Roy Barreras, el gelatinoso político, viajante sin pena de un partido a otro, quien en esta ocasión se salió con la suya haciéndose pasar de izquierdas, hace todo para estar bien con todos. Un día promete grafitear la pintura del techo porque no hay mujeres (que sabrá de grafitis este tipo que se la ha pasado firmando componendas de rastrera politiquería), otro acude a declarar la edificación pet friendly.
Roy Barreras y todos los Roy Barreras la institución, igualitos, cortados con el mismo cuchillo, exhibirán su mejor sonrisa para la galería con la miscelánea de fondo. En el bolsillo, en las cuentas, en la trama de la burocracia del país clientelista y hundido, todo seguirá idéntico o peor.
¿Para esto tan pobre salió Duque y su plaga de funcionarios y congresistas por la puerta más oscura de la historia del país? ¿Se estará abriendo una peor?
Por supuesto, la caca de los perritos en el Capitolio la recogerán los empleados, las aseadoras, los guardaespaldas, los asistentes del doctor mientras estos urden su trama; la de los congresistas, profundamente más podrida, seguiremos recogiéndola los colombianos. Que mano de sarnosos, y no me refiero a las divinas mascotas.