Nos cansamos de sus mentiras, señor presidente. Nosotros, los uribistas, votamos por usted porque creíamos que iba a cuidar los cuatro huevitos que dio la Seguridad Democrática. Éramos un fortín en el continente que resistió los embates diabólicos del castrochavismo. Tuvimos dignidad cuando todos estaban arrodillados ante el monstruo bolivariano. Yo sabía que el candidato era Andrés Felipe, lástima que se haya sobrevenido lo de Agro Ingreso Seguro, pero Arias si era un uribista convencido, obediente, leal.
No vamos a votar señores por su paz mentirosa. Les dejamos la guerra ganada y Santos la perdió y ahora firma un armisticio con los terroristas del Club del Nogal. No vamos a votar ningún plebiscito, seguimos en Resistencia Civil y como tal no reconocemos ese embeleco. Timochenko y sus secuaces jamás pisarán el senado.
Para garantizar eso, yo creo que Alejandro Ordoñez y Álvaro Uribe, los mejores políticos de este país, los que los colombianos de bien queremos, deberían unir sus fuerzas para las elecciones del 2018. Ordóñez presidente y Uribe expresidente: una dupla que hasta los Estados Unidos envidiaría. Ahí sí no se nos colarían todas esas políticas socialistas que invadirán el país después de que se concrete la farsa de La Habana. El procurador repensaría todo este proceso de paz y creo que, como presidente, tendría los pantalones suficientes como para reversar cualquier decisión y devolvernos la dignidad que este presidente nos arrrebató. Uribe, como su fiel escudero, le daría aún más firmeza a sus decisiones.
Con Ordoñez presidente quedaría sin discusión toda esa alharaca que minorías como los gays, los consumidores de droga y las niñas que abortan están armando. ¿Quieren convertir el sagrado corazón de Jesús en un lupanar? Tendrá que pasar por encima de los cadáveres de millones de colombianos que aún creen que la familia se compone de papá y mamá, que no acepta que sus hijos se desvíen por los caminos de la drogadicción y la degeneración que produce la marihuana, una hierba maldita que, según lo ha dicho esta semana un médico en México, vuelve gays a los hombres que la consumen y ninfómanas a las quinceañeras que, llevadas por la moda, deciden probarla. Qué triste que los que aún enarbolamos las banderas de la moral seamos vistos con odio, como si mereciéramos ser amarradas y quemadas en un palo de madera como hacían con las brujas en la edad media.
Quiero a Alejandro Ordóñez de presidente para que mi hija no sea violada, para que mi hijo pueda formar una familia y no tener la vida miserable de los jóvenes de hoy en día que se van a vivir solos a los 20 años, libres del control familiar que los mantiene alejados de las orgías, las drogas y la prostitución. Votaré Ordoñez-Uribe para que renazca la familia.