Mientras Alejandro Ordoñez firmaba su carta de renuncia, en la calle seguidores suyos lo lloraban al tiempo que gays y travesti le gritaban: "adiós Procurador".
El Procurador firmaba su carta de renuncia. Completaba casi 8 años de imponer su ley, su autoridad pero también su convicción: la defensa del orden, la familia, la vida entendida como la reproducción entre un hombre y una mujer.
En la calle, frente al edificio desde donde había gobernado, sus seguidores se hacían presentes con escapularios colgados del cuello, la imagen de Cristo Rey de tamaño natural, rosarios y banderas fascistas. En la esquina celebraban gays, trans y lesbianas y con una alegría desbordante gritaban: “adiós Procurador”.