Siempre he sabido que por muy bueno que sea el pan nunca se come solo unas veces con mantequilla la misma que se hace con leche fresca; también puede mezclar con un espumoso y caliente chocolate y otras veces se logra degustar de la forma que más le gusta a los políticos y funcionarios del país con una rica mermelada que sabe a billones y que no se pasa con el aroma del café que por muchos años nos ha llenado de orgullo, si no, con contratos y favores que terminan engordando la corrupción de Colombia.
Mientras el pan es alimento básico de los desayunos. También se ha convertido en un rico menú que nutre los bolsillos de los mismos de siempre que han hecho negocio con los programas de alimentación escolar en La Guajira, Atlántico, Chocó y otras zonas donde se están desviando los recursos; y para no dejar el plato vació se entrega arroz, granos, verduras y carnes en mal estado como si estuvieran nutriendo cerdos.
Todos los días se destapan ollas en las que se han cocinado los perores robos de este país. Basta con sólo prender el televisor, la radio, navegar en internet o abrir las páginas de los periódicos dónde los titulares, editoriales, y notas de opinión están plagadas de la palabra corrupción acompaña de apellidos de los dueños y señores que se aprovechan de sus cargos y funciones para empacarse la plata de todos nosotros.
En la misma tarea de navegar en la red, encontré una entrevista de Caracol Radio (Armenia) al ex procurador Alejandro Ordoñez, dónde manifiesta “La corrupción no se combate con agua tibia como hace el gobierno” y da una pista del ingrediente secreto para cocinar a los ilícitos en una hoguera: “la corrupción se combate contra el régimen de complicidades entre el gobierno, el poder legislativo y el congreso que solo responde a interés personales, porque esa fusión es para poner al servicio de sus proyectos”. Señor Ordoñez, por qué no se quitó el alba de lino y dejo a un lado La Biblia y se puso la vestimenta de un buen chef apegado a las intrusiones de la Constitución para cocinar el régimen de deshonestos que usted menciona y que seguramente conocía desde la catedral de la Cra 5 #1580, Bogotá.
Para terminar la entrevista nos sorprende con un delicioso postre apegado a las palabras de Gómez Dávila “todos los días que me levanto y contemplo la corrupción termino añorando la corrupción de ayer”. Qué pena señor Ordoñez pero ese trozo tan grande no me lo trago. ¿Cuál corrupción de ayer?, la del 2016 y años atrás en las usted como funcionario del Estado participo o de alguna manera dejo qué se cocinara.
Ni la corrupción de ayer, de hoy ni la de mañana es y será buena porque corrupción es corrupción y no hay otra forma de decirlo o para que usted lo pueda entender un poco mejor en el décimo mandamiento se consigna no codiciaras los bienes ajenos (no robaras) Amén.
