De ser cierto que el gobierno se prepara para bloquear la aplicación Uber -asunto sobre cuya legalidad tengo serias dudas- por presiones de un gremio, cualquiera que sea, camioneros, taxistas o carniceros, estaríamos ante una situación grave. Sería la demostración de que existen agremiaciones capaces de dictarle políticas al gobierno, que hay organizaciones que pueden imponer sus negocios en detrimento del interés general. Significaría que estamos ante un gobierno cobarde y claudicante, capaz de entregar asuntos innegociables, como el principio de autoridad, a cualquiera que le gruña.
Gústele o no a la ministra Abello, Uber y demás tecnologías similares son imparables. Oponerse es una soberana tontería. Lo que debe hacer es reglamentar, definir condiciones de operación y tener en cuenta la opinión de los usuarios de estos servicios. Señora ministra, recuerde que usted está en su cargo para trabajar por los intereses del país, no por los de don Uldarico y sus socios, no les tenga miedo, la autoridad es usted. Haga lo correcto, que la ciudadanía sabrá agradecérselo.
Si los taxistas con sus amenazas son capaces de obligarla a dejar de lado su sentido común y sus obligaciones, no quiero imaginar lo que lograría cualquier horda medianamente organizada más adelante. ¿Se da cuenta de las implicaciones de sus decisiones?
Que no se las vengan a dar de víctimas unos señores que, con poquísimas excepciones, hacen lo que quieren con sus obligados usuarios.
¿Les incomoda mucho Uber, señores taxistas? Empiecen por prestar un servicio decente, cobrando lo justo, sin maltratar a sus clientes, siendo amables y oportunos, o tendrán que dedicarse a otra cosa porque es contra el malestar que ustedes mismos se han encargado de generar.