Por supuesto que este título es una generalización que no hace justicia a todos los escritores de verdades profundas que rondan en los medios como opinadores de gusto u oficio, confieso que también tiene algo de señuelo para atraer lectores.
En honor a la verdad hay entre columnistas de opinión a quienes sigo con agrado o bien: por coincidir con sus planteamientos sólidamente explicados, a otros por me abren campos inexplorados por mis ojos, hay quienes más, sin coincidir con ellos en sus planteamientos muestran teorías enriquecedoras para buscar llegar desde una conjunción tener una nueva visión enriquecida, pero hay muchos, que parecieran haberse ganado su lugar en los medios por causas tan diversas como: ser ellos mismos una marca de fabrica patentada o bien por que siempre muestran en sus rostros, —digo esto por el respeto inherente al ser humano que cada uno me merece—pero, que bien pudiera decir en su hocico, porque siempre se enfurruñan como canes defendiendo su hueso; no aquellos que hacen su vida de calle para quienes el mismo es vital en su supervivencia, sino pensando en nuestras mascotas, para los que en estos gruñidos defienden un juguete que le han regalado para que gaste su tiempo dando un propósito falso a su vivir y puedan así estar contentos.
También hay algunos para quienes el propósito de cada una de sus columnas es que los lectores podamos darles en cada ocasión una zaranda, como quien golpea una pera de boxeo puesta con el propósito de descargar nuestra energía negativa y con un comentario, el cual nunca leerán, mostrar nuestra sabiduría y sentirnos de este modo mejores; hay muchos es con marca de clase.
Cada medio tiene sus fines políticos, la prensa es así sin modo de arreglarla. En algunos casos su fin parece no coincidir con el actuar socioeconómico de sus dueños, quienes dan la última palabra sobre que se publica, pero en esos casos, el medio es solo una pantalla para lavar su imagen y que también puede llegar a actuar como un escudo protector si es que la realidad se revierte y con esto tendrían la oportunidad de organizar su vida desde una nueva cumbre.
En estos casos, los opinadores se convierten en bostezadores para el lector con criterio, porque desde el título uno ya sabe que van a escribir y por eso el leerlos o comentarlos se convierten en una pérdida de tiempo, pero de esta forma se ganan su espacio o su paga y son buenos fabricantes de falacias para entregar a sus cofradías . Bueno, al menos todos estos le hacen fácil el trabajo al consejo editorial, si es que tal cosa existe, que bostezaran de alegría, por que lo más probable es que cada medio tenga una oficina para el censor oficial del dueño del aviso y por nombrar una última clase, sin agotar el inventario, existen los opinadores de relleno, que son la gran mayoría y bastante tienen en común con los anteriores de clase.
Estos opinadores de relleno se ganan su puesto en las plantillas por que son como floreros que en algún momento tuvieron algún atractivo pero que ahora nadie sabe dónde ponerlos. Vienen de gremios, de empresas, de apellidos añejos, de partidos y tienen en común que ya están lejos de protagonismos pero están cargados de ganas de darnos consejos que nadie aprecia. Entonces, señor opinador de medios, mire a ver si usted logra a punta de esfuerzo ganarse una reputación verdadera y no cae en el facilismo de ser un insultador profesional de sus contrarios, que este, al final es el camino más fácil y más deshonesto de adquirir audiencias y muchos caen en la tentación de hacerlo.
