Por supuesto el título es un mal chiste de mis tiempos de estudiante de parasitología. O paraSHITología como decían mis compañeros norteamericanos. Se cuenta que un médico en un pueblito operaba fraudulentamente a sus pacientes de quistes de amibas. Les daba una anestesia ligera, los pacientes dormían un rato y al despertarse les decía que los había operado de quistes de amibas por una pequeña herida abdominal. Por supuesto les cobraba la “cirugía” y los pacientes se sentían mejor por el efecto placebo de la falsa intervención quirúrgica. Pues los quistes de amebas reportados en el examen coprológico no eran nada de operar ni sacar sino características microscópicas de la forma infectante del parásito. El cirujano ficticio merecería pena de cárcel en nuestros días. Pero cosas similares no son nuevas en la historia de la medicina.
Durante la Edad Media fue frecuente la extracción de la piedra de la locura. Su representación gráfica más conocida es el óleo del Bosco en el Museo del Prado. Un individuo que se decía médico llegaba a la aldea y ofrecía curar de manías, depresiones y delirios a quienes se dejaran sacar la piedra de la locura. Sedaba e inmovilizaba a los pobres pacientes. Ante la presencia de parientes y curiosos (para hacerse famoso) les hacía una cortada en el cuero cabelludo. Esta sangraba abundantemente y en el subsiguiente alboroto sacaba de la manga una piedrita exhibiéndola como la “piedra de la locura”. Pronosticaba que el pobre paciente mejoraría y seguía camino a la próxima aldea. Los familiares y aún el mismo paciente por efecto placebo constataban alivio de los síntomas.
Como la naturaleza humana no ha cambiado mucho siguen ocurriendo cosas parecidas. Ahora que están de moda las Fake News (noticias falsas) ¿cómo hacemos para prevenir las cirugías falsas que podríamos llamar Fake Surgeries? No se trata hoy de groseros fraudes médicos sino de cirugías frecuentes y rentables que no logran cumplir las expectativas del poco informado paciente. Se publicó en febrero de este año un artículo sobre este tema en la reconocida revista Scientific American.
La historia narrada se refiere a un estudio en The Lancet (noviembre, 2017) que se realizó al azar en 200 pacientes con enfermedad coronaria de una sola arteria y sin infarto inminente o presente comparando angioplastia con stent versus “angioplastia falsa”. Los participantes en los dos grupos no supieron durante la investigación si se les había realizado el procedimiento completo pues a todos se les hizo cateterismo pero sólo a la mitad se les colocó el “aparatico” (el stent) A todos les hicieron las mismas recomendaciones de estilo de vida y todos se siguieron cuidadosamente con tratamiento farmacológico apropiado. A las seis semanas no hubo diferencias significativas en los dos grupos ni complicaciones serias. La conclusión es que el procedimiento no muestra ventajas sobre el tratamiento médico en este grupo de pacientes.
Solo en este grupo de pacientes, subrayo, pues está demostrada la gran utilidad de la angioplastia por cateterismo en las personas que han sufrido o van a sufrir con alta probabilidad un infarto de miocardio en su futuro inmediato. Diría yo que la angioplastia ha probado ser útil como procedimiento terapéutico pero no se ha comprobado su utilidad como procedimiento preventivo en pacientes menos graves. Esto es importante analizarlo para una cirugía que se realiza más de medio millón de veces al año en el mundo.
Debe siempre preguntarse uno: ¿a qué grupo pertenezco yo, a quienes necesitan la cirugía o a quienes no la necesitan? Y pregúntelo a su médico discutiendo la situación con él.
Debe siempre preguntarse uno:
¿a qué grupo pertenezco, a quienes necesitan la cirugía o a quienes no la necesitan?
Pregúntele a su médico y discuta la situación con él
Lo interesante del modelo investigativo, o truco epidemiológico, es comparar procedimientos quirúrgicos completos con similares procedimientos quirúrgicos incompletos o falsos realizados en dos grupos comparables de pacientes distribuidos al azar. Todo cuidadosamente estudiado y aprobado por un Comité de Ética de Investigación, con el consentimiento informado de los sujetos incluidos en ambos grupos. Esto se hace para eliminar el efecto placebo pues a la mayoría de las personas les gusta operarse esperando buenos resultados. Y a los médicos nos encanta prometerlos aún sin evidencia científica rigurosa.
Pero no queremos extracciones de piedra de la locura o cirugías para quistes de amibas coprológicos en nuestra práctica clínica. Anoto que la legislación colombiana exige la formación de Comités de Ética en las instituciones de salud y la firma del consentimiento informado del paciente antes de cualquier procedimiento.
Toda esta historia demuestra que la medicina actual pide siempre evidencia científica para los tratamientos. Y esta evidencia en muchos procedimientos complejos es difícil de establecer. La verdad en medicina es siempre posexperimental. No hay verdades establecidas, permanentes e indudables. De ahí la necesidad de costosas investigaciones clínicas. Y las cosas en medicina no son como uno quiere sino como resultan. Tengámosle paciencia a nuestra medicina.