Mientras usted lee esto una mujer pronuncia un silencio largo como la ausencia del hijo que no volvió. Cuando llega octubre vuelve el dolor que nunca se ha ido y el fastidio de culparse por seguir respirando. Quisiera no estar acá, dice. Cada año quiere morirse cuando alguien por estos días dice Operación Orión. Si a esto le llaman vivir ella está viva, pero siente que su vida terminó el día en que su hijo desapareció.
Mientras usted lee esto un hombre apura un trago doble que pasa por su garganta. Le quema las ganas de vivir. Le llena de nada el estómago vacío, prefirió comprar un poco más de licor antes que conseguir una poca de pan. Lo que alguna vez fue afición ahora es dependencia, la tristeza se le hizo alcohol. Hace trece años en la comuna 13 perdió la alegría y a su familia entera. Que alguien lo llame por error o casualidad, que suene ese puto teléfono en el que solo repica la soledad, que alguien lance un salvavidas que le ayude a remar los días en que siente que ya no puede más. Naufraga en una botella. Y se ahoga.
Mientras usted lee esto transcurre el tiempo exacto que demoró, hace trece años, un hombre en caer al suelo. No se levantaría nunca más. Lo último y definitivo fue ese único bang que no pudo siquiera escuchar cuando la muerte lo embistió así, de repente. Después del bang, un toc de la cabeza contra el piso. Un sonido seco y luego la humedad de la sangre. Los pasos furtivos de la suela contra el suelo se confunden con el clap clap con el que alguien describe un aplauso. Aquí no hay nada que aplaudir. El tipo que corre se ha robado una vida. Y también un destino.
Mientras usted lee esto unos chicos de los barrios Las Independencias, Nuevos Conquistadores y El Salado escriben un hastag en un computador. Estos chicos sobrevivieron muy pequeños durmiendo en el piso, bajo sus camas, porque solo así sus madres pudieron cuidarlos del zumbido de balas de helicóptero y trazadoras de francotirador en aquellas noches. Unos chicos escriben #OperaciónOriónNuncaMás. Ellos entienden de hastags. Y de resistencia y memoria. Y asisten con su gesto, tal vez sin saberlo, a un exorcismo.
Mientras usted lee esto un médico que trabajó en la unidad intermedia de San Javier en el año 2002 mira por la ventana de su consultorio hacia las colinas donde estuvo alguna vez y recuerda lo que significó trabajar en un hospital de guerra, literalmente. Luego mira la palma de sus manos buscando la sangre de aquellos días. La sangre del miliciano, del guerrillero, del policía, del militar, del vecino del barrio o del paramilitar y dice en baja voz: “no se nos puede olvidar que toda sangre es del mismo color”.
Mientras usted lee esto siguen los trabajos de remoción de tierras en esa vergüenza nuestra que llaman La Escombrera. Y bajo una pequeña carpa un periodista extranjero toma apuntes mientras el sol que todo lo cubre no puede cubrir el tamaño del asombro que este hombre siente “¿es verdad que bajo mis pies pueden estar los restos de más de trescientas gentes?” y vuelve a caminar el perímetro de lo que han dicho es la fosa común urbana más grande del mundo. Intenta sentir bajo sus zapatos el peso equivalente a siete pisos de altura de tierra sumada que han de remover para llegar a los huesos de cuerpos desmembrados que sepultaron allí en los días en que esta operación armada arrasó sin misericordia.
Mientras usted lee esto alguien recuerda que la mitología dice que Orión era un cazador ciego, ciego de un ojo. Y en Medellín el horror de este mito se hizo realidad. Orión salió a matar sin mirar a quién ni cómo. Y el eco del horror aún se escucha si te acercas a oír a la comunidad.
Mientras usted lee esto una mujer tiene presente que pronto debe citar a reunión. 198 familiares de desaparecidos que hacen parte de Mujeres Caminando por la Verdad tienen presente que la historia que para tantos es olvido, para ellas es recuerdo constante. Y motivo para despertarse mañana para que sus muertos no mueran por segunda vez.
Mientras usted lee esto aún resuenan en cabeza de muchos las palabras de Álvaro Uribe pronunciadas en la entrevista que tuvo lugar en el programa periodístico La Noche el pasado viernes 16 de octubre. Allí, cuando fueron cuestionados los métodos y resultados de esta acción militar en la conmemoración de su aniversario, el presidente que autorizó esta acción 13 años atrás dijo: “…estoy desconcertado. Yo pensé que la operación Orión era lo mejor que había hecho por Antioquia”.
@lluevelove
**Lea aquí La huella invisible de la guerra | Desplazamiento forzado en la comuna 13. Informe del Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación: http://cort.as/