Por más de dieciséis años, el personaje de Piroberta, interpretado por Julián Madrid en el programa Sábados Felices, se ha encargado de llevar humor homofóbico y estereotipado a los hogares Colombianos. Piroberta se pasea por el escenario resaltando características que son socialmente percibidas como femeninas mientras el público chifla y aplaude alegremente.
Existen tres problemas principales con llevar personajes como Piroberta a la pantalla grande.
En primer lugar, el mensaje que envía este tipo de representaciones es que un hombre que usa maquillaje y que despliega comportamientos generalmente asociados con el género femenino, puede ser burlado y caricaturizado como forma de entretenimiento. Esto se traduce en la idea, de que la vida y experiencias de personas como Piroberta pueden ser burladas, señaladas, estigmatizadas e incluso vulneradas.
En segundo lugar, el personaje de Piroberta no hace más que reforzar la representación que los medios Colombianos han hecho de la comunidad LGBTI, y especialmente de los hombres homosexuales. El papel de Julian Madrid, acentúa un discurso homofóbico donde los hombres gais son representados como promiscuos, débiles, escandalosos e inestables.
Si bien ninguna de estas características es negativa per se (por ejemplo, no hay nada negativo con ser un hombre que es percibido como femenino), la manera en que estos rasgos son representados alimentan un ambiente de prejuicio e intolerancia.
Los medios se han encargado de difundir una visión sensacionalista y denigrante de la diversidad sexual y de género, dando un espacio limitado a representaciones auténticas de la vida de personas que con sus experiencias, retan a la marcada heteronormatividad que caracteriza a la sociedad colombiana.
En este sentido, Operación Piroberta no solo permite entender la diversidad sexual como objeto burla, sino que también encapsula y esencializa la vida de miles de colombianos, bajo etiquetas como “loca”, “pirobo” o “marica”.
Y por último, la más grave consecuencia de este tipo de representaciones, es que los estereotipos difundidos por los medios, tienen efectos reales en la vida de personas que están constantemente expuestas a múltiples vulneraciones de sus derechos humanos. Por ejemplo, basta con echarle una hojeada al último informe de Colombia Diversa sobre violencia contra personas LGBTI, para entender que en Colombia ser homosexual, transgénero o una “Piroberta” es motivo para ser asesinado y violentado.
Vale la pena entonces preguntarse ¿Cuál es el alcance de la libertad de expresión y de creación artística cuando las experiencias de una población discriminada y marginalizada son presentadas como motivo de burla? ¿Es Operación Piroberta simplemente humor, o es más bien una película que alienta la continuación de la homofobia?
Mientras la Corte Constitucional ha posicionado a Colombia como una de los países latinoamericanos más progresistas en materia de derechos LGBTI, iniciativas “artísticas” como la de Operación Piroberta, no hacen más que resaltarle efectividad a este tipo de decisiones.
Es importante visibilizar este tipo de vulneraciones y llevar el respeto por la diversidad sexual y de género más allá de los estrados judiciales.
El movimiento Chao Racismo, logró sacar al terriblemente racista personaje del Soldado Micolta de las transmisiones de Caracol, lo mismo se puede lograr con Piroberta.
Por ahora, evite caer en el círculo de la discriminación disfrazada de humor. No vaya a ver Operación Piroberta, no le pague la boleta a la homofobia.