Calificación:
Todas las tardes, después de terminar su trabajo en la panadería, Omar debe trepar el muro que separa Israel de Cisjordania para ver a Nadia, la mujer de la cual está enamorado. Se sienta en un sofá a verla servir el té, mudo y evitando expresar ningún sentimiento; ella es la hermana de Tarek, su amigo de la infancia y el líder de la fracción independentista armada para la cual él colabora y ya saben cómo son de exigentes los árabes, sobre todo si están armados, a la hora de vender a una mujer perteneciente a su familia.
Cuando el sol se está escondiendo vuelve a escalar el muro de la infamia. Al otro lado lo esperan los invasores, siempre alertas ante cualquier extraño movimiento que se vea en la línea que divide a los territorios ocupados por Israel. Omar camina con tranquilidad, y con el rabillo del ojo ve que detrás de él hay un jeep siguiéndolo a corta distancia. Le ordenan detenerse, él obedece. Le gritan, a una prudente distancia, que se alce la camisa para revisar que no es ninguno de esos locos que se inmolan solo para buscar que algún día los sionistas se larguen de una vez de su tierra. El pecho de Omar no tiene ningún explosivo, pero eso no les importa a los soldados, así que lo obligan a subirse a una piedra y mantener el equilibrio en ella en una sola pierna, como si fuera un mono de feria. El muchacho tiene su carácter, así que enfrenta al soldado israelita y este le rompe la nariz de un culatazo.
Con la cara deformada por el golpe Omar se reúne con Terek y Amjad, otro amigo de toda la vida y compañero de lucha y entre los tres planean desquitarse de la afrenta. Van hasta el muro de la ignominia y desde lejos, Amjad, con evidente placer, dispara contra un soldado sionista arrancándole en el acto la vida. Ninguno de los tres jóvenes sospecha que esa venganza traerá consecuencias devastadoras para ellos. En Cisjordania hasta las piedras son informantes de los israelitas y por eso es que a las pocas horas del hecho ya la policía estará sobre ellos, atenazándolos con sus garras de hierro, obligándolos a punta de tortura física y sicológica a convertirse en traidores. Los aguerridos muchachos tendrán que ver cómo su instinto de supervivencia puede llegar a ser más fuerte que el amor por Palestina.
Omar es el segundo éxito internacional del director Hany Abu-Assad después de su impactante Paradise Now. Nació en Nazareth, territorio árabe-israelí pero él se considera palestino "Mientras estemos bajo ocupación, no importa cómo lo llamen. Eso no nos hace israelíes. Mientras el estado sea exclusivo, uno no puede identificarse con un estado que no nos reconozca como iguales".
Fue precisamente en Nazareth el lugar en que se rodó la película. Rodar un filme anti israelita en territorio sionista no supuso ningún problema para Abu-Assad, en líneas generales la policía judía se portó bien porque “sabían que iba a hacer la película, tanto si me ayudaban como si me ponían pegas, o quizás fue simplemente que no tenían tiempo para dedicárselo a una película, y que la situación general está cambiando también. No tuve problemas. Creo que decidieron no ponérmelos para que cuando los periodistas me preguntaran sobre esta cuestión los tuviera que decepcionar a todos”.
Cargada de impresionantes escenas de acción, todas lideradas por Adam Bakri, un actor nacido en Tel-Aviv y que fue formado en la academia Lee Strasberg de Nueva York, quien se preparó físicamente durante tres meses para afrontar escenas extenuantes, Omar adolece de una falta de realismo que la hubiera convertido, seguramente, en todo un testimonio del drama palestino y no en la efectiva, entretenida pero a la vez intrascendente película que es.
Hany Abu-Assad es un realizador de innegable talento que dice haber escrito este guion en cuatro días. Seguramente esa es la razón por la cual ninguno de los personajes, a excepción de Omar, tiene una tridimensionalidad, algún rasgo de humanidad que haría más fácil que el espectador se identifique con ellos. La premura con la que realizaron la película, debido en parte al presupuesto reducido y a que querían evitar cualquier tipo de problema diplomático ya que filmaron en territorio ocupado, fue el principal problema que tuvo la producción.
A pesar de estos inconvenientes, que se hacen aún más visibles en los minutos finales cuando la narración se vuelve fatigosa, Omar es una película oportuna que nos pone al día, con mucha más profundidad de lo que veríamos en un noticiero, lo humillante que es para los palestinos convivir con una fuerza opresora.