Detrás de cada homofóbico hay un gay y esto parece comprobarse en el caso del asesino de Orlando. Según se ha dejado leer en el diario Orlando Sentinel, Omar Mateen era un cliente habitual del bar Pulse. Meseros sobrevivientes han afirmado haberlo visto en más de seis ocasiones refugiado en un rincón, acompañado casi siempre de una botella de ron, bebido y amargado. La seguridad del lugar lo tuvo que sacar más de una vez de las discotecas para evitar broncas.
Además una Drag Queen reconocida en Orlando afirmó que Mateen era su amigo íntimo según informó el Daily East.
Se podría decir que Mateen estaba haciendo un trabajo de inteligencia, constatando las entradas y salidas de la disco, pero testigos le dijeron al diario de Orlando que el hombre de 30 años casi siempre estaba acompañado de muchachitos. Además el diario británico The telegrapf afirma que el norteamericano usaba una aplicación de citas para gays llamada Gindr.
Detrás de sus monólogos contra los gays, los negros y los judíos, Mateen escondía el miedo a ser descubierto en lo que él consideraba su pecado. De día era un rudo guardia de seguridad, de noche se transformaba en un voraz amante de jóvenes. Con su caso queda claro que entre más tendencioso sea el discurso homofóbico de una persona más probable que detrás de eso se esconda el miedo, el temor de saberse descubierto en lo que la persona, en su ignorancia, pueda considerar un pecado imperdonable. El domingo en la madrugada Mateen disparó contra ese miedo y el resultado fueron 50 muertos y casi la misma cantidad de heridos