Olvidamos el poder del voto

Olvidamos el poder del voto

Se trata de hacer una elección acorde a las reales necesidades de la nación. Estamos en un país de río revuelto donde casi nadie quiere enseñar a pescar

Por: Mag. Juan Gonzalo Lopera Rueda
noviembre 13, 2021
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Olvidamos el poder del voto
Foto: Pixabay

Usted, hombre o mujer mayor de edad, ciudadano de la república de Colombia, tiene en sus manos el destino de lo que pase en el país, es en serio, usted o nosotros como constituyentes primarios estamos dotados con el poder y privilegio de elegir en prospectiva el futuro de la nación a través del voto, acción democrática y derecho inalienable de todos los nacidos en esta tierra de tres cordilleras.

Ahora bien, usted o nosotros con el voto somos poderosos, y se preguntaran ¿por qué?, pues la respuesta es simple: al acudir a las urnas estamos avalando a un candidato o candidata por quien hemos decidido ofrecer nos represente y por obvias razones en quien confíanos y esperamos trasparencia.

Entonces la responsabilidad de elegir bien está en usted o mejor en nosotros y no se trata únicamente de ir tras la corriente o ser influenciados por tramas novelescas con informaciones dudosas o las arengas de los nuevos “políticos influencers” de las redes o simplemente elegir por descarte.

Se trata de hacer a conciencia una elección acorde a las reales necesidades, consideraciones y acciones que lleven a buen rumbo los destinos de la nación. Estamos en un país de río revuelto donde todos quieren sacar el mejor pez, pero ninguno quiere pescar bien, compartir el bocado y menos enseñar a pescar.

Las conveniencias politiqueras y las malversaciones electorales ensombrecen y demacran la democracia colombiana. Entonces, hay que tener la mente abierta, los ojos con buen tino, la escucha fina y la memoria vigente para saber por quién votar y darle vida a nuestra postrera democracia.

Por tal razón y de manera juiciosa usted o nosotros como electores debemos fijarnos y ser veedores punzantes de aquellos que pretenden ser nuestros gobernantes, mirar sus credenciales, su reputación y antecedentes, quiénes son, de dónde vienen, a dónde van, con quién y qué es lo quieren, analizar sus causas programáticas, qué propuestas tienen, qué buscan para el país y cómo lograran hacerlo.

A conciencia debemos tomar esta tarea, porque endilgarle de buenas a primeras a cualquiera la senda del porvenir patrio no es cosa de broma, hay que tomarlo con la responsabilidad con la que tomamos cada una las decisiones trascendentales en nuestras vidas.

Usted, nosotros, todos, somos poderosos, somos quienes elegimos y además somos fundamentales en el caudal electoral. Analícelo de esta manera, su voto puede convertirse en varios, si usted ya tiene definido de manera consciente por quién votar y lo ha cavilado y estudiado, tal vez usted pueda además de su voto convocar otros electores a su alrededor; se da cuenta entonces del gran poder que tiene, tenemos, y la gran responsabilidad que nos aborda.

Por ello, los candidatos no deberían mirar despectivamente a sus electores y mucho menos subvalorarlos como ocurre en muchas ocasiones al cambiar votos por cemento, elección por tamales y compromisos por dinero o puestos burocráticos. Debemos darnos cuenta que un solo voto cuenta y detrás de ese pueden ir muchos o nada.

Al tomar una buena decisión bajo la autonomía ciudadana libre se derrumban las maquinarias truculentas y viciosas de la política malformada, al acudir con decisión consciente y plena a las urnas damos cabida a nuevas miradas que viren por buen rumbo los entroncados caminos de nuestro país a nivel social, económico y cultural con reales representantes prestos a servir y no ha lucrarse del erario público.

Por tanto, la máxima es la conciencia, la consigna es la trasparecía y la defensa es por la democracia. La demagogia, la politiquería y sus rezagos, las herencias y demás vicios electorales y viejas turbulencias para llegar al poder deben quedar por fuera de los espacios de elección popular, la real cultura electoral está en votantes autónomos, en decidir bien, sin presiones y mucho menos clientelismos, elegir y ser elegidos por reales convicciones, valor de servicio público y sobre todo honestidad.

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